miércoles, 18 de diciembre de 2019

LA MALA EDUCACIÓN XV. INFO OCIO, RECONVERTIDA EN HERRAMIENTA EDUCATIVA.


Debo confesar, aunque este hecho carezca de importancia más allá del escribidor, que, inmerso en mi íntimo vergel de senectud, donde el apergaminamiento ha dejado de ser un leve accidente provocado por la edad, he encontrado un beatífico entretenimiento que ha sido casual y que, afortunadamente, no ha supuesto ningún perjuicio para mi bolsillo.

Mi afortunada reinserción al estado de la alegría ha llegado a mi hogar de la mano angelical, y tal vez divina, de un sufrido repartidor que, esta vez sí, ha repartido felicidad o al menos ese bálsamo necesario para no olvidar mi capacidad de sonreír. Su celestial mano ha dejado en el buzón una nueva edición de la revista de información local «Info Ocio», convertida en una sorprendente e innovadora herramienta educativa.

El estupor, la incredulidad, la estupefacción y hasta la vergüenza se han conjuntado e incluso conjurado para hacer de esta tarde una tarde inolvidable e incluso entretenida buscando, con la ilusión de un niño el día de reyes, la deficiente ortografía propia o propicia de cursos de primaria con la que la revista, por dejadez o desconocimiento ―nunca por falta de visibilidad― nos ha brindado para el sobresalto de pupilas y jolgorio neuronal.

Una vez más, la educación, o más bien la formación, o si se quiere, la falta de formación, son evidencia vergonzosa en una publicación local dependiente, además, de un centro educativo no público ―que siempre hay muchas suspicacias y se culpa a los mismos―, y que no puede ni debe permitirse tal tolerancia y agresión tan manifiesta a una lengua que, lejos de formar, deforma. «¿Quién da más?» Es el nombre del nuevo juego gratuito que esta publicación nos ofrece dispuesto para el disfrute de grandes y pequeños. Pueden encontrar dos niveles: el más fácil, centrándose en los titulares, o el más dificultoso, adentrándose en el texto.

Y aquí dejo una muestra, que traslado a profesores y maestros con la seguridad de que será un ejercicio muy motivador y saludable de mimo a la buena ortografía y mejor escritura y que, sin lugar a dudas, mejorará la escritura de nuestros jóvenes e infantes.

¡Cuenten y cuenten, que buscando hallarán, y jueguen y apuesten ―sin dinero― que la diversión está garantizada!

© El embegido dezidor. 

domingo, 24 de noviembre de 2019

ESCRITORES...


La vida del escritor no es fácil, decir esto es de Perogrullo, pero a diferencia de lo que piensan muchos otros, especialmente quienes no escriben ni se sienten atraídos por la lectura, el escritor trabaja veinticuatro horas diarias, y se amarga y enfurece en las horas de sueño —y en las que no— si ha dejado escapar una idea.

Para el escritor no hay descanso, siempre en busca de la magia, de ese rincón inspirador que atraiga a la palabra y que la haga mágica; de ese lugar encantado cuyo encantamiento sobrepase el papel e impulse sus textos a alcanzar nuevos mundos en los que habitar y quedarse. Rincones que, por alguna razón, guardan en sus íntimos secretos ese “algo” especial reservado para cazadores de almas desasosegadas en busca de auxilio, de entendedores de sentimientos y de descifradores de lo oculto.

Así, la vida del escritor, siempre inmerso en la apología de la oración, con agradecimiento infinito a la palabra, la cuida y la mima para que su aparición deje de ser fugaz, y su nacimiento viaje hasta el cielo de los ilustres, hasta las nebulosas de la eternidad. Y una y otra vez repetirá, porque la vida también comienza en un papel y porque vivir, puede vivir tantas vidas...

Y desde mi retiro, como individuo que escribe, que no escritor, es mi deseo viajar con las palabras y explorar esos rincones sintiéndome Marco Polo, o Fernando de Magallanes, o James Cook o Amundsen, y apropiarme de todos esos paraísos inspiradores y, si bien mi pluma no es la beneficiadora de sus dádivas, es mi deseo compartir —esos paraísos— con aquellos cuyas plumas, cargadas de magia en su tinta, me hacen viajar con encantamiento a esos otros lugares que ellos, afortunados, sí han encontrado.  

© José Carlos Atienza.


domingo, 17 de noviembre de 2019

LA MALA EDUCACIÓN XIV. Cuando la lectura se convierte en una cruzada.


Alzad la mirada, elevad vuestros sentidos y no os dejéis embaucar por estos tiempos endemoniados que pervierten el espíritu y arrullan la buena voluntad. Luchad contra esos espíritus tiranos que pervierten vuestras iniciativas y, como rebaños dirigidos por pastores invisibles, os conducen a pastar en los bardales más insidiosos e insignificantes.

No veáis los papeles como vuestros enemigos si éstos están escritos, y mucho menos las palabras que, si bien no quitan el hambre, satisfacen vuestra mente, ensalzan vuestro espíritu e incluso vuestro ego. Sé que esto no es material que se adquiera en Amazón, ni siquiera intercambiable en Wallapop, pero es precisamente por ello, que su valor sea tan apreciado en quienes lo atesoran.

Mirad cuanto os rodea y buscad cuál es el secreto que os dirija a encontrar dicha, gracia o asombro; y hallaréis, también en la escritura, el genio y la virtud, que es la erudición producto de la lectura a quien debemos la perpetuación de la especie humana. Escuchad a aquellos y reconocedlos, a quienes atesoran años y ahora los retienen, y a quienes hoy le son pesarosos y antes les fueron ligeros; y son ellos —sin distinción de sexo—, presuntuosos, gentiles, vanidosos o generosos los que legaron cuanto ahora poseemos.

Como todo genio, antes fue niño, que toda virtud nació de lo más pequeño, que no hubo talento sin descubrimiento ni descubrimiento sin curiosidad. Que no hubo genio que no fuera niño que quisiera estar vivo, sentirse vivo y así vivió; que nunca pretendió que quien lo observara, pensara que fue ociosa su actitud en simbiosis con la silla donde se sentó. ¿Qué habría si no fuera finalidad humana la creación?

Explorad siempre más allá de vuestras miradas, hoy limitadas, y escuchad más allá de vuestros oídos acotados. Profundizad en vuestros cuerpos, dos dedos más allá de vuestro sexo y una verdad inescrutable golpeará vuestras sienes. De lo contrario, amarga realidad que habrá que solapar porque será primordial engañar y engañarse, o cuando menos, disimular, pero tras el engaño no queda piedad y que, aunque la ceguera sea sin querer el mejor deporte a practicar, es peor quedar subyugado al ignorante que estar al lado de quienes no quieren ser popular.

© José Carlos Atienza.

jueves, 31 de octubre de 2019

La mala educación XIII. ESPÍRITUS LIBRES.



En estos días y en estos tiempos, víctimas de las modas y de las corrientes y, también, del conformismo que produce el hecho de que sean otros quienes nos cuenten qué es lo más adecuado para nuestros retoños, afloran por los colegios, como polen en primavera, niños y niñas que, desde sus primeros meses de vida, ya son catalogados por sus progenitores como «espíritus libres», o bien, ya encontramos tal condición en sus aspiraciones más inmediatas.

Espíritus libres que se hacen, que no nacen, y que son consecuencia, más que de la inexcusable excusa de que madurarán a su ritmo, de la dejadez de sus progenitores o de su impericia por establecer un orden y unas reglas para favorecer, sin duda, su madurez y su independencia futura.
Llegarán esos niños a primaria y su espíritu libre vagará y vagabundeará sin entender de normas porque ―en opinión de sus progenitores― nació para romperlas; del mismo modo que no entiende de sus obligaciones porque nunca las ha tenido. El muchacho o muchacha ―excusa de algunas familias― nació para ser especial y desenvolverse en un mundo que, excepto él, está aborregado, que es básicamente lo que está consiguiendo en la escuela y más, bajo la tutela de ese tutor o tutora que se esfuerza para que sus alumnos de seis o siete años, aprenda a leer, porque ahora sí es obligatorio.

Pero llegará el momento de finalizar la primaria y entonces, el niño o la niña, no leerá con fluidez porque sigue vagando libremente entre líneas y párrafos de cualquier libro que no entiende porque su ritmo, con once años, apenas ha variado de cuando era más pequeño. Y llegará a secundaria con la desidia propia del aburrimiento, que no es más que incomprensión, no por su incapacidad, que no la tiene, sino porque la sociedad, el instituto ―y cito textualmente algunas explicaciones reales de sus progenitores―, y más la educación en general, no se han plegado a su ritmo. Y entonces, una vez más, la culpa será de la escuela por no caminar a su ritmo, por no descubrir sus cualidades dormidas y no comprender sus diferencias y, para no frustrarlo, le daremos una palmadita en la espalda y le diremos: «Malditos y anticuados maestros que no supieron entender cuál era tu ritmo y no hicieron nada para que comenzara a latir. Esta sociedad no está hecha a tu medida».


© El embegido dezidor.

lunes, 21 de octubre de 2019

YA ESTÁ TARDANDO, SR. PUIGDEMONT. Sobre Cataluña y otras naderías.


Restallan en mis ojos las imágenes, ya anodinas, de las protestas por el juicio del «procés», y resulta inverosímil que todavía haya gente, y no poca ―véanse las manifestaciones― que esté sorprendida por dicho fallo y muestre ―con todo su derecho― su indignación por unos políticos que les condujeron, después de todo, a ser actores secundarios de un acto simbólico.

Todavía hoy, y debe ser consecuencia de la educación precaria ―parece ser que hasta en eso la uniformidad se reproduce en todo el Estado― se sigue prestando atención, y no es menor cosa ―como diría otro de aquellos políticos―, a los antiguos o primeros o primarios dirigentes de un «procés» a los que nadie da credibilidad excepto aquellos, que, alejados de una cabal reflexión, les reivindican apelando de nuevo, a los sentimientos. A la cabeza de dicho descrédito se encuentra aquel que debió ser y fue, durante unos meses, el pastor y gurú, y que pretende seguir siéndolo a través de discursos y soflamas que no pueden ni deben tener más importancia que la de ver a un político que, a las primeras dificultades, decidió dejar abandonados a sus compañeros de cruzada para, desde el sofá, contemplar, como quien va a un cine, las algaradas y enfrentamientos de aquellos que se dejaron llevar por sus palabras y que en estos días, han sufrido en sus carnes los «daños colaterales».

Son días en los que al señor Puigdemont, le toca ganarse un poquito de dignidad política y personal, y mirarse en el ejemplo de aquellos a los que dejó en la cuneta y que hoy están en la cárcel con la dignidad de su coherencia y la impericia de sus actos. Es el momento, y ya está tardando, de presentarse voluntariamente a la justicia para ser solidario con sus compañeros. Es hora, porque el plasma no puede ser la voz de un político, del relevo. Es hora de dejar paso a nuevas figuras que, aprendidas de los errores anteriores, sean capaces de llevar por mejores y más efectivos cauces aquel proceso de independencia. Para el señor Puigdemont, la historia ya le ha cerrado las puertas. «Váyase, señor Puigdemont», como diría otro famoso político de dignidad difusa y confusa”. Y añadiría: «Ya está tardando». Porque sus actos, dentro y fuera de Cataluña, tienen un nombre que todos conocemos.

© El embegido dezidor. Octubre 2019.

miércoles, 16 de octubre de 2019

LA MALA EDUCACIÓN XII. Aprendizajes "A SU RITMO".



¡A su ritmo!

Cazcaleando por Internet, leo con estupor en algunos foros, la animosa y beligerante sugerencia a las familias para presentarse ante sus tutores ―me refiero al de sus hijos― y exigirles que lo esencial en el aprendizaje del pequeño es su propio ritmo. Y, sin faltar a la razón, porque así lo dicta la ley, se enfangan en un error por esa acritud enfermiza que los aleja de todo proceso reflexivo y objetivo al imponerse, con ritmo acelerado, su vehemencia negando otra explicación.

Hoy todo tiene que ser rápido. El papeleo, el supermercado, incluso el ocio, debe estar preparado para el rápido consumo y la no menos rápida autosatisfacción. Hoy, la rapidez es sinónimo de éxito y efectividad y, por estar en la mejor sintonía con la modernidad como vehículo para auparnos a la cresta de la ola, manipulamos hasta nuestra propia existencia para justificarnos.

Y un buen ejemplo de lo dicho sucede cuando hablamos de educación, y más en educación infantil. En la escuela, el tiempo debe detenerse o ralentizarse, y lo que en un principio era bueno ―y me refiero al ritmo acelerado―, se torna en malvado y pernicioso. Y si el aprendizaje, y más en esos primeros años, debe priorizar el propio ritmo de los alumnos, digo yo que un pequeño empujón no va a ser perjudicial para ese alumno que, más por dejadez que por dificultades, se estanca en una laguna de la que, muy posiblemente, y por comodidad, no querrá salir. No puede ser que la intención del maestro o maestra ―siempre la buena intención― por enseñarle una letra, sea interpretado como un síntoma de explotación escolar o incluso de acoso o maltrato psicológico.

La escuela no debe convertirse en una reunión de espíritus libres que vagan por las aulas a su ritmo, complaciente con aquellos a los que «ese ritmo» ni siquiera les late. Y sí, debe pelear junto con las familias para que el niño no deje de descubrir, aunque sea aquello que no le gusta.

© El embegido dezidor. 





miércoles, 25 de septiembre de 2019

LA RADIO Y SUS PROGRAMAS MATINALES.


Volver a las rutinas solo es cuestión de un instante, pero adaptarse a ellas son otras consideraciones que no son menester explicar. Pero, entre las muchas circunstancias que circundan y son esencia de nuestra vida rutinaria e incluso ornamento o condimento, se encuentra una, pretérita, que los avances tecnológicos no han conseguido derrocar. Estoy hablando de la radio.

Siempre he sido un ávido escuchador de los programas matinales, especialmente; en menor medida, también de los nocturnos en esas horas, a veces intempestivas, en las que el sueño no se deja capturar y, algunas tardes, las menos, mis oídos encontraban placer en las ondas cuando mis ocupaciones me permitían un relax.

Sin entrar a valorar mi entendimiento sobre la radio, mis años han sido testigos de los cambios que los tiempos han ido produciendo en estos programas y, si todavía hoy, sigue siendo la palabra la más excelsa virtud del ser humano, desnuda y sincera, sin mayor artificio que el natural timbre del hablante, bien es cierto que, en especial los programas más madrugadores, se han vuelto una prueba de resistencia para el oyente.

Y digo esto, no por capricho, sino que hoy, me causan una indeterminada confusión, posiblemente indeliberada, al no saber muy bien, si dichos espacios radiofónicos son programas informativos-divulgativos con intermedios para la publicidad o programas publicitarios con cuñas informativas.

Suerte que hoy disfrutamos de mayor libertad de elección. En mi caso, me he reencontrado con la prensa escrita y los diarios digitales y, mientras, si las circunstancias así lo determinan y mi paciencia está en plenas facultades, dejo que esa voz, propiedad de una de las estrellas de la radio, acompañe mis lecturas.

© El embegido dezidor. Septiembre 2019.

sábado, 31 de agosto de 2019

DE SOLUCIONES PARA NAVALCARNERO.


APARCAMIENTO Y COMERCIO LOCAL, TODO EN UNO.

En este ir y venir del pensamiento, acorde y acompasado con el traqueteo de mis piernas, y pensando en Navalcarnero, tal vez porque esa "morriña" también me asalta cuando estoy lejos, se me ocurre la idea que bien pudiera ser una posible solución a un problema que a nadie extraña, como es el aparcamiento y el comercio local que, como todos sabemos, no atraviesa por sus mejores momentos.

Y es que, sin ser un iluminado, que ya quisiera yo, recordando las estrategias de algunas medianas superficies que utilizan sus exclusivos aparcamientos como reclamo de clientes, me pregunto por qué no copiar dichas estrategias desde el Consistorio, que es seguro que no hay en ellas propiedad intelectual, y se aplican ofreciendo parking gratuito durante dos o más horas según el gasto realizado en los comercios de Navalcarnero sin distinción de negocio. Y aún sería más interesante si fueran aquellas personas que dinamizan el pueblo, que le dan vitalidad, es decir, los empadronados en Navalcarnero, los principales agraciados de esta idea.

A buen seguro que esta humilde aportación, más motivada por la emoción que produce su descubrimiento que por ser algo novedoso, ya ha sido concebida por aquellos destinados por las urnas a velar por el bienestar y el futuro de este pueblo. Del mismo modo que también estoy seguro, que son otras las dificultades que impiden su realización y no la porfía en no realizarlas.

El embegido dezidor. Agosto 2019.


lunes, 22 de julio de 2019

"El Antojo". Gastrobar en Navalcarnero.


No era una mañana para las sorpresas. El pueblo tampoco es ese gran escenario donde la vida se agita de tal modo que no hay tiempo para encontrar acomodo. Y, sin embargo, en una de esas paradas a las que obliga la edad y por quebrantar la pertinaz obstinación del sol, he entrado en unos de esos lugares para descanso del paseante y tras un vino, he sucumbido al antojo del siguiente y, tal vez, por eso, al llegar a casa, he sentido una impetuosa necesidad de plasmar en el papel las confidencias de tal suceso. Hablo de la taberna, o para mayor precisión, gastrobar, llamado «el Antojo».

Sólo ha sido necesario entrar para darse cuenta que se trata de un lugar coqueto y mimado, que invita al sosiego, a la lectura, a la reunión íntima, a la tertulia amistosa… En definitiva, un lugar que incita a quedarse o, cuando menos, a repetir. Y ese fue mi caso, que tras un primer vino, al final fueron dos. Bien servido, de temperatura correcta y con unos aperitivos que, si bien, no son de una laboriosa preparación, sí son de buena materia prima, lo que se agradece, aunque también están incluidos en ese repertorio los tan manidos y socorridos frutos secos. Este podría ser un «pero» y que la música, cuando está sonando, puede considerarse a un volumen elevado, pero esto va según gustos y según oídos.

Pero, además de lo dicho, destaca en tan reducida extensión la educación, el respeto y las buenas maneras que, si bien por lo general son escasas, aquí, a poco que uno se deje llevar por la imaginación, y soy dado a la exageración, podría pensar que está en la antesala de algún centro cultural, teatro o evento de cierta importancia para degustar alguna vianda acompañada de un refrigerio.

Confieso que, entre mis lecturas, resguardado tras esa ventana, su única ventana, he tenido ese «Antojo» que todo tabernero espera de sus clientes: querer volver. Y confieso que volveré parapetado de mis lecturas, de mi soledad y de los pensamientos que la pueblan, porque ahí, sentado en ese «Antojo», la soledad no incomoda y la compañía es mucha más compañía.


© El embegido dezidor. 



miércoles, 10 de julio de 2019

CIUDADANOS: TODO ESTRATEGIA



Todavía colean los ecos y los hologramas de Inés Arrimadas «sacando tajada» de los hechos acaecidos en la marcha del Orgullo. Pero poco a poco, su figura se va desdibujando y diluyendo, o al menos, la figura protagonista que representa el personaje de la airada dirigente de un partido político profundamente herida por los acontecimientos acaecidos el día de la marcha. Y digo esto, porque cada día es más evidente el guion de una política metida a actriz que no acaba de cuajar.

La estrategia de Ciudadanos consistía no solo en aparecer como víctimas y culpar a Psoe y Podemos de todo lo sucedido. No era solo alzarse como adalides de la libertad y aparecer en todos los medios de comunicación desvirtuando una marcha sobre la que nunca dieron muestras fiables de interés. Su estrategia consistía principalmente en «meter un gol» a su verdadero rival político, al PP, para robarle parte de su electorado y, al mismo tiempo, aparecer ante la sociedad como un partido de centro moderado que se desmarca de la ultraderecha, Vox, y de sus actitudes homófonas, con quien, como ha ocurrido en Andalucía, tendrá, porque así lo quiere, que compartir gobiernos en comunidades y ayuntamientos.

La jugada era perfecta, una vez más la habilidad de este partido para retorcer los acontecimientos y redirigirlos según su interés es digna de elogiar. Pero tan anodino bombardeo ha hecho que algunas de sus granadas estén explotando en el patio de la propia casa de Ciudadanos. 

A veces es mejor una retirada a tiempo que enseñar el plumero.



© El embegido dezidor. Julio 2019.

martes, 9 de julio de 2019

La gran victoria de Ciudadanos en la marcha del Orgullo.



¡Qué pesados con exigir una condena! Parece ser que sin condena no hay suficiente explicación o es que sobra cualquier explicación y por eso se pide una condena.


Hablo de la marcha del Orgullo y la participación de Ciudadanos. Vaya por delante que no apruebo los actos de violencia, de ningún tipo, y al mismo tiempo, puesto que se habla de violencia, en el caso que nos ocupa, me pregunto si no hay violencia en la provocación.

Y es que quien escuchó los cánticos y el “Aquí estamos” de la comitiva en la celebración del Orgullo por parte del personal de Ciudadanos, sabe, y no hay que ser muy inteligente, que existió tal provocación, que su presencia fue más un desafío para extraer, fueran cuales fueran las consecuencias, un rendimiento político y propagandístico.

Y esto lo saben bien los de Ciudadanos, hábiles como son en la artería, el doble lenguaje, en la contradicción e incluso en la hipocresía.

Su presencia les daba la victoria, la propagandística; y los insultos y quienes les arrojaron objetos, contribuyeron a esa victoria minusvalorando una marcha del Orgullo que ha quedado, desde el punto de vista de la prensa, en un segundo plano. Es fácil pensar que todo respondía a un plan muy meditado, así como los discursos de los dirigentes políticos de Ciudadanos que no parecían muy espontáneos.

Y sobrevino el error, quienes pretendieron expulsarles de la marcha los colocaron en el púlpito de la manifestación; quienes pretendieron que no participasen los convirtieron en protagonistas; quienes quisieron dar una mayor reivindicación al día del orgullo, silenciaron sus reivindicaciones, y quienes quisieron dar mayor importancia a la marcha la dejaron postrada a un segundo plano ―me refiero siempre a la comunicación y propaganda―. Les hicieron, tal vez sin querer, un favor impagable, pues eran conscientes, y me refiero a los de Ciudadanos, que tal situación podía ser una realidad muy palpable, y aparecer como víctimas ante la sociedad, auspiciados por los medios de comunicación, les reportaba beneficios, tal vez electorales, pero sin duda alguna propagandísticos. Y de ahí ese cántico poco solidario, poco acorde con el objeto de la celebración y más anunciado para barrer posteriormente para la casa.

Y siendo un poco cruel, pero sabiendo del proceder de dicho partido, y como ha ocurrido en otras manifestaciones, no descarto que los responsables de encender tales manifestaciones de odio, fuera personal de la misma casa de Ciudadanos dispuesta a encender unos ánimos que ya estaban empapados de gasolina, a los que les bastaba una sola chispa para encontrarse con los resultados que se han visto por imágenes. Todo vale para responsabilizar y o para debilitar al contrario.

El resultado final ha sido una gran victoria para Ciudadanos; una victoria lograda sin que aparezca su líder, Albert Rivera, cuyo partido gana cuando él está callado; y una derrota para el día del orgullo que han aportado más motivaciones y sustancia para arremeter contra ese día y contra todo su significado a sus adversarios: los intolerantes.


© El embegido dezidor. Julio 2019.



martes, 2 de julio de 2019

HONORARIOS EN AYUNTAMIENTOS. TODOS A UNA COMO EN FUENTEOVEJUNA.

Han comenzado su andadura las nuevas corporaciones municipales y, como primera medida, o de las primeras, ha sido el aumento de salario de sus concejales en muchas de ellas. Y claro, Navalcarnero no iba a ser menos. Parece ser que no es suficiente motivación los votos recibidos y, por tanto, se hace necesario y hasta obligatorio automotivarse para aguantar la tediosa tarea, nada obligada, de gobernar durante los próximos cuatro años. Y para solucionar tal desidia, nada mejor que unos cuantos euros más en la cuenta bancaria en base a un reajuste del salario, o una actualización al IPC, o simplemente una adecuación del poder adquisitivo o por una dignificación de la política.  

Resulta lesivo e hiriente que, siendo uno de los ayuntamientos más endeudados, consecuencia única de la mala labor política de concejales y agrupaciones que condujeron al pueblo a la ruina, sean ellos mismos, los que, con descaro, abofetean a unos ciudadanos que, con su dinero, contribuirán a sobrellevar una deuda que, según reconocen fuentes políticas, el consistorio no puede hacer frente.  

Queda, tristemente demostrado, aunque sea legal, que cuando se trata de dinero, y hay que leer cómo justifican este aumento de salario, no hay diferencias ideológicas ni cordones sanitarios. Cuando se trata de dinero hasta las siglas de los partidos políticos se confunden en una sola. Cuando se trata de subirse el salario, todos a una como en Fuenteovejuna.



© El embegido dezidor.  

lunes, 1 de julio de 2019

SOBRE EL OFICIO DE ESCRIBIR.



¿Escribir? Si esta fuera la pregunta y como tal bastase, mi contestación sería sí, pero ¿escritor? Entonces la respuesta se demoraría en el tiempo, pues no es una consideración que se alcance tras escribir un texto, sino que solo la constancia, e incluso la obsesión, pueden guiarte a ser eso que llaman escritor.

Pero he descubierto caminos más cortos, más afables, menos sufridos y mucho, mucho más generosos. He descubierto que años de formación no son garantía, que cientos y cientos de lecturas no son necesarias, que curtirse en ortografía es un tiempo malgastado, que el esmero en el vocabulario y la expresión son asuntos del pasado.

Y entonces, reflexionando no demasiado, he decidido que antes de ser escritor o paralelo a escribir, quiero ser youtuber, o tener una escabrosa relación con diplomática o política, actriz o youtuber, váyase a saber de qué condición, que eso no tiene importancia, pero que sea con relevancia pública y así, ser famoso, tener miles de seguidores en Facebook, más miles en Twitter y en Instagram; decenas de minutos en radios, en televisiones, en blogs e incluso ser codiciado por influencers y haters ―que favores también hacen― y,  aunque no sepa cuál es realmente mi calidad como escritor, seré escuchado, leído, valorado y por supuesto, publicado. Tendré quién me corrija sin que haya de por medio reproches o negativas. Miles de comodidades y caprichos consentidos, y todo cuanto diga y haga adquirirá una dimensión que sólo por mis méritos sería incapaz de conseguir. Y aunque, llegado el caso, se discutiera mi valía, pues no se puede ser del gusto de todos, siempre tendré una legión de seguidores que minimizarán cualquier impedimento, inconveniencia o impertinencia.

Entonces y solo entonces, me plantearé si escribir me puede conducir a ser escritor o si por entonces, tendré cientos de oficios y beneficios rápidos que harán que la creación literaria, siempre austera y solitaria, sean solo un pobre placer para aquellos que no pueden salir de su cascarón.

No sé si ahora, escupidas estas palabras desde el sosiego, son producto de la rabia, la impotencia o la envidia. En cualquier caso, afortunados todos aquellos que lo consiguen con talento, sea mucho o poco.

© 2019 J.C Atienza.

martes, 28 de mayo de 2019

SIMPLE.


Caminando por los poco suntuosos y muy pretenciosos caminos de la vanidad personal en las redes sociales, me encuentro mensajes de disparidad enriquecedora, de alegrías y tristezas según a cada cual le viene más favorable un resultado electoral, pero no podía faltar, pues es necesario y enriquecedor el contraste, el individuo imbuido por un pírrico proceder y esmirriado pensamiento, a quien le robaron la reflexión y le inocularon el odio, que sufre la derrota de su partido y expira su desasosiego en la satisfacción que le produce la desaparición de otros.


Y ahí, como la pueril afición, gregaria y nauseabunda, de un club de fútbol, por citar un ejemplo cercano, que cerrilmente persiste en su cerrazón, se quedó en su primitiva ideología, que no por ser antigua, sino por ser de simples principios desde antaño inamovibles, y marchó su voto donde siempre y como siempre, guiado por el mensaje malicioso y perverso que se le antoja verdad por ser reiterativo.

Y ¿todavía hay quien se pregunta por qué cada opción política se asocia a un color?

© J.C Atienza.

martes, 21 de mayo de 2019

Huyendo de los políticos en campaña.



Confieso que hui de la política. Y este principio de desafección y la consiguiente deserción me resultó en extremo preocupante, pues si bien es cierto que nadie puede vivir ajeno a la política, siempre encontré en los debates la esencia de sus personajes.

Y todo viene a colación por ese debate mantenido en Telemadrid, el pasado 19 de mayo, que yo, con renovados aires y con esa emoción primeriza y juvenil si se quiere, me dispuse a disfrutarlo como si fuera el primero.

No permanecí demasiado tiempo frente al televisor. Creo, y es una percepción personal, que fueron los propios debatientes los que me obligaron a desconectarme de la cadena y seguir los dictados de una voluntad, ajena a mí, que clamaba por la retirada como mejor propuesta para, desde la distancia, recomponerme.

Y es que los minutos transcurrían lánguidos, pesarosos, con frases y párrafos aprendidos de memoria y con maneras heredadas, sin personalidad, como novatos e inocentes aprendices de su precursor.

El debate no fue más allá del “Yo me comprometo” y de aventar promesas y más promesas, exigiendo al votante, como no podía ser de otra forma, que más que un acto de reflexión practique un acto de fe. Y cuando en el debate el todo es la nada y la nada es el todo, todo es nada —citando versos de José Hierro en su poema: Nada—.

Ahora, recuperándome de mi desafección, espero encontrar en los pocos días de campaña que quedan, algo más de talento político, pues ni es ni debe ser poca cosa dedicarse a la política, y cuando menos, exigiría a la torva imperante, salvo honrosas excepciones, que también las hay, que no renunciasen a esas perlas que se hacen virales con las que, además de hacernos pasar buenos ratos, demuestran ser personas muy normales, tan normales que me pregunto si mi vecino o mi vecina, incluso yo mismo, no estaremos capacitados para desempeñar con mayor dignidad esa función de representantes públicos.

© El embegido dezidor.

lunes, 20 de mayo de 2019

EUROVISIÓN 2019.


Por primera vez desde la recuperación del festival de Eurovisión en este país con aquella comedia de los triunfitos, puedo asegurar, pues no es plan de verter mentiras sobre el papel ni de creerse que uno se ha convertido con los años en un experto festivalero, que el aburrimiento hizo buena presencia hasta conducirme, sin demasiada resistencia, al bochorno y al sueño imperioso.


No encontré canción novedosa que me sorprendiera, si acaso, como ya es habitual, buenas interpretaciones por excelentes intérpretes que, hasta en ese aspecto, resultan aburridos. Tan solo algunas canciones bien construidas y pocas pinceladas más que no sirvieron para sobrepasar los alicientes del vestuario y puesta en escena que son, sin duda, los que más atención causaron y los que me mantuvieron con una frescura intermitente.

También es verdad, que poca importancia tiene lo que escriba, pues mi crónica carece de rigor informativo al no prestar atención, o al menos, la misma atención a todas las interpretaciones como consecuencia de ese sopor que, con descaro, me invitaba a refugiarme en otros lugares menos musicales, pero a la vez armoniosos.

Y también, como es tradición, el ganador no se encontraba entre mis elegidos, una prueba más que suficiente e ilustrativa de mi escasa pericia musical.

© El embegido dezidor.

domingo, 19 de mayo de 2019

LA MALA EDUCACIÓN XI. ¡Qué malos son los maestros!



Y digo que siendo el maestro un ser indiferente, esquivo, despreocupado, que no muestra la menor condolencia ni compasión por sus pupilos a los que, poco más o menos que desprecia, ni comparte la alegría por sus éxitos y le asola la desgana…

Y digo que siendo el maestro, un ser perverso que la humanidad ha creado para ser el azote y la tortura de la infancia, de jóvenes y menos jóvenes, usurpando sus tiempos de ocio y de maduración para mancillar, aniquilar y borrar la ingenuidad de sus mentes…

Y digo que siendo el maestro el máximo responsable de corromper las mentes de los nuevos y crecientes pensantes con ideas trasnochadas, fuera de lugar, alejadas de los tiempos de este nuevo siglo como la igualdad, el valor del conocimiento, la necesidad del esfuerzo, la sabiduría del fracaso, la satisfacción del trabajo bien hecho…

Y digo que siendo el maestro el responsable de fracturar, despedazar y derrotar los nuevos e innovadores aprendizajes del «Porque soy así», o del «Yo lo quiero, ahora lo tengo», o para los más ilustrados tras un laborioso y dificultoso máster en el «Yo lo quiero, tú lo pagas y ya lo tengo» …

Y digo que siendo el maestro ese ser decrépito, muchas de las veces tristón y amargado, con una tendencia exacerbada para el enfado, muchas de las veces solitario que se cree el poseedor de la máxima autoridad y que la utiliza para enfrentar a padres e hijos con tretas para que moldear comportamientos, actitudes y ejemplos con castigos que a él le hubiese gustado ejecutar y que debe reprimir…

Y digo que siendo el maestro ese ser que está en el aula porque no sabe hacer otra cosa, porque no pudo ser médico, ni político, ni youtuber, ni futbolista, ni siquiera famoso, como tampoco pudo ser dependiente, ni peón de albañil, ni pastor, ni lavandero, ni obrero, ni simplemente empleado, que decidió ser maestro atendiendo únicamente a la satisfacción que le producían los largos periodos de asueto y además pagados…

Y digo que si el maestro es así, como dicen que es muchos de estos mancebos cicateros, licenciosos e incluso azotacalles, en muchos casos también cagatrébedes, desaplicados, ensoberbecidos, indeliberados y en alguna ocasión, como despiadado añadido, también algo bobalicones, que culpan al maestro de sus fracasos y de su impericia, así de cuantas vanidades refugiadas en la estulticia de sus neuronas, sería bueno y, hasta necesario, que estos efebos, sometidos a la liturgia más despótica conectada hoy en la nube, mirasen a quien les acerca a la escuela y por qué lo hacen. Tal vez entonces comprendiesen dónde se encuentra la raíz de la mayoría de los males que les asolan.

© José Carlos Atienza. 

lunes, 22 de abril de 2019

LA MALA EDUCACIÓN X. ¿La ingratitud de lo antiguo?

La gratitud y la ingratitud convergen en un mismo escenario y en continua tensión en donde no faltan ocasiones en las que la balanza se inclina ostentosamente hacia uno u otro lado no siempre haciendo justicia.

Y digo esto por las palabras de una niña, no mayor de nueve años que me preguntó, muy convencida ella de sus palabras, si no era demasiado mayor para hacer esto. «¿Para hacer qué?» le pregunté. «Pues esto» fue su respuesta que no fue muy clarificadora. Indagué un poco más y finalmente me confesó, con cierta timidez y prudencia, que se refería a enseñar, que si no era demasiado mayor para enseñar.

Y fue entonces cuando llegaron a mí aquellas imágenes, ya antiguas, de aquellos profesores, rondando los cincuenta, que consideraba mayores, y la celebración posterior cuando en el aula aparecía un profesor al que consideraba joven. Por aquellos entonces mi edad rondaba los catorce o quince años, pero no me imaginaba que una apreciación así, naciera a tan temprana edad.

En un primer momento, y no descarto que pueda estar convirtiéndome en un viejo prematuro o que sea realmente esta edad en que uno entra, sin pretenderlo, en la consideración de viejo, y tal vez como autodefensa, me pregunté si este mundo que premia más la juventud que la experiencia, y más la mediocridad que la ilustración, no estará ejerciendo su influencia en edades tan tempranas en las que la imagen, y si se quiere, también lo superfluo, están alcanzando cotas que paren, como conejos, mesías efímeros cuya muerte es eclipsada e ignorada por el devenir de lo nuevo. Es, en definitiva, una espiral diabólica que castiga sin piedad al pasado y aniquila sin compasión lo antiguo.

Pero también nació en mí una incómoda reflexión, o más bien dos, que muy probablemente debieron fluir hace tiempo y a las que no me he querido enfrentar. Es posible que sus palabras fueran una crítica hacia mi errónea labor o fuera simplemente la consecuencia de que no compartía mi manera de trabajo o mi manera de ser alejada, y cada vez más, de las inquietudes infantiles. Tampoco sé si a estas alturas empiezo o soy ya un ser acomodado y son necesarios nuevos aires. Si es así, pido entonces clemencia y amparo, y clamo, porque es la enseñanza a lo que me he dedicado durante veintiséis años, que se encarguen de mi retiro, que no pido mucho, el cariño de los míos y un lugar apartado de la vorágine urbana donde disfrutar de la tranquilidad con mayúscula y un poquito de soledad y, también, un pequeño fondo monetario para vivir con dignidad. Eso es todo.

© José Carlos Atienza. 

LA PRINGOSA INFECCIÓN DE LA POLÍTICA.


Desperté con un deseo imperioso de pasear por la plaza de Navalcarnero bajo sus soportales. Es una costumbre que asciendo a la condición de fijación achacable únicamente a una edad que implora rutinas activas.

Como se puede intuir, el sueño se despejó aceleradamente y mis quehaceres, que nunca son urgentes, no fueron ningún impedimento, y mucho menos un retraso, en mis aspiraciones por ocupar una mañana. En este tránsito obligado, el tiempo place con una tranquilidad que nunca quebranta la armonía familiar, máxime cuando el tiempo es una valiosa moneda que no sé sabe dónde emplear.

Al llegar a la plaza, cuando el pálpito de un pueblo empieza a sacudir sus calles, embalado en una acogedora mañana de abril, un mes todavía preadolescente, y con los días festivos reverberando en las vetustas paredes de aldeas semiabandonadas esperando llenar de nuevo de algarabía sus calles y hogares, quise, ante la bienvenida de una plaza que se asomaba tras la embocadura de una de sus calles, sentir la recreación con la que cada día me gusta alimentar mi alma.

Su esplendor arquitectónico, bañado por el sol y marinado por unas columnas plateadas por la caricia de éste, se derrumbó ante mi mirada, ahora propiedad de un ser petrificado. Todo mi alborozo quedó truncado por una anormalidad imperante en toda ella como una infección taponada con urgencia para disimular falsas heridas.

Pero no, no se trataba de quebrantaduras en su osamenta ni de graves desperfectos ocasionados por la indolente mediocridad, de asalvajada ignorancia, de individuos todavía creyéndose pertenecientes a la especie humana; que esa honda preocupación hasta hubiera supuesto un consuelo viendo, como se ve, la deriva de la especie humana hacia cotas inimaginables de estulticia, o para que se me entienda, de gilipollez, porque siempre, aunque cada vez más vaga, queda la esperanza de recuperación y reparación.

Lo que acontecía en la plaza era de una gravedad liviana para muchos, y lo entiendo, y extrema para otros, pues es de nuevo la especie humana, pero de otra clase, y para más concretar la especie política, siempre tan proclive en llamar la atención y en vanagloriarse a sí misma, que no han tenido mejor idea que invadir la plaza a su gusto y semejanza.

La plaza estaba maquillada como una vulgar esquinera entrada en años que desea, porque no tiene otra manera de disimular su decadencia, despertar la atención de algún longevo individuo que ante una repentina juventud en su entrepierna no quiere sentirse disminuido.

En eso había quedado la plaza, y lejos de despertar en mi vetusto sexo ninguna ilusión ni adolescente ni reflexiva, convertido en un visitante indeseado y ahora en un cronista molesto e ingrato ante el apabullante espectáculo de hediondo envilecimiento, puse mis pies en retirada esperando encontrar en los páramos limitados de hierba y arboleda controlada y diseñada, dónde protegerse de la vanidad, la soberbia, pero también de la ambición y el egoísmo y demás epítetos innumerables hasta que los tiempos electorales queden como ese telegrama arrugado, polvoriento y amarillento, abandonado en algún rincón desmemoriado del hogar.  

La política había infectado la plaza con su pringosa maquinaria de propaganda.


 © El embegido dezidor.