lunes, 21 de octubre de 2019

YA ESTÁ TARDANDO, SR. PUIGDEMONT. Sobre Cataluña y otras naderías.


Restallan en mis ojos las imágenes, ya anodinas, de las protestas por el juicio del «procés», y resulta inverosímil que todavía haya gente, y no poca ―véanse las manifestaciones― que esté sorprendida por dicho fallo y muestre ―con todo su derecho― su indignación por unos políticos que les condujeron, después de todo, a ser actores secundarios de un acto simbólico.

Todavía hoy, y debe ser consecuencia de la educación precaria ―parece ser que hasta en eso la uniformidad se reproduce en todo el Estado― se sigue prestando atención, y no es menor cosa ―como diría otro de aquellos políticos―, a los antiguos o primeros o primarios dirigentes de un «procés» a los que nadie da credibilidad excepto aquellos, que, alejados de una cabal reflexión, les reivindican apelando de nuevo, a los sentimientos. A la cabeza de dicho descrédito se encuentra aquel que debió ser y fue, durante unos meses, el pastor y gurú, y que pretende seguir siéndolo a través de discursos y soflamas que no pueden ni deben tener más importancia que la de ver a un político que, a las primeras dificultades, decidió dejar abandonados a sus compañeros de cruzada para, desde el sofá, contemplar, como quien va a un cine, las algaradas y enfrentamientos de aquellos que se dejaron llevar por sus palabras y que en estos días, han sufrido en sus carnes los «daños colaterales».

Son días en los que al señor Puigdemont, le toca ganarse un poquito de dignidad política y personal, y mirarse en el ejemplo de aquellos a los que dejó en la cuneta y que hoy están en la cárcel con la dignidad de su coherencia y la impericia de sus actos. Es el momento, y ya está tardando, de presentarse voluntariamente a la justicia para ser solidario con sus compañeros. Es hora, porque el plasma no puede ser la voz de un político, del relevo. Es hora de dejar paso a nuevas figuras que, aprendidas de los errores anteriores, sean capaces de llevar por mejores y más efectivos cauces aquel proceso de independencia. Para el señor Puigdemont, la historia ya le ha cerrado las puertas. «Váyase, señor Puigdemont», como diría otro famoso político de dignidad difusa y confusa”. Y añadiría: «Ya está tardando». Porque sus actos, dentro y fuera de Cataluña, tienen un nombre que todos conocemos.

© El embegido dezidor. Octubre 2019.

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