miércoles, 19 de diciembre de 2018

TORRA Y VOX: TANTO MONTA, MONTA TANTO, ISABEL COMO FERNANDO. Sobre Cataluña y otras naderías.




Es en este momento, después de las elecciones andaluzas, cuando Vox, ese partido de derechas, fascista, nacionalista, anti independentista y cuántos más epítetos se le quieran añadir, se ha convertido en el mejor aliado del independentismo.

Por Vox se justificará el independentismo salvaje, rancio y reaccionario, muy al estilo de ese otro nacionalismo rancio y casposo español, con altercados que impidan la normal convivencia de los ciudadanos y con discursos belicistas apelando a la defensa nacional tan similares a tiempos ya pasados y casi olvidados. Es curioso cómo los extremos, conducidos y abducidos por sus intereses, se van pareciendo hasta confundirse.

Me pregunto si no son los propios independentistas que se han puesto el uniforme de Vox, comandados quizá por Torra, que imitando comportamientos de hace décadas que hasta hace unos días los mismos independentistas calificaban de fascistas, tengan como última finalidad inflar de votos a Vox en las generales para jijear de nuevo por las calles de Cataluña «contra el fascismo» y aglutinar, con una voz unísona y monocorde, un grito contra la España fascista que encienda más al independentismo; o si son los propios de Vox que, disfrazados con banderas esteladas, incendian las calles colaborando así en el aumento de la confrontación y por tanto, también en el aumento de los votos independentistas para obtener después réditos electorales en el resto de España.

Estrategia o no, lo que resulta evidente es que ambos nacionalismos se complementan y se compenetran.

© El embegido dezidor.


domingo, 16 de diciembre de 2018

GESTEAR. Sobre Cataluña y otras naderías.



Es difícil creer que los líderes independentistas hayan hilado tan fino en su estrategia, tras su impericia y descalabro, para pergeñar una situación tan favorable a sus intereses como la que ahora se les presenta.

Por hacer un breve repaso, comenzaron por propiciar, a la mínima oportunidad que se les presentó, un cambio de gobierno. Sin lugar a dudas, y con buen criterio, pensaron que un gobierno socialista, un gobierno de izquierda, se plegaría más a sus intereses y admitiría el diálogo como la mejor fórmula para la resolución del problema.

Ahora se han dado cuenta, y me refiero a los políticos independentistas, que la vía del diálogo que tantos beneficios les dio cuando el PP gobernaba y les negaba sistemáticamente, no sirve cuando son los otros los que apelan a ese diálogo y sobre la mesa se expone un simple «esto o esto= esto».

Llega, por tanto, el momento de renovarse porque el morir empieza a condensarse en sus pieles y más concretamente en sus discursos. Toca de nuevo la movilización a cualquier precio y con cualquier excusa porque es en ese andurrial, acompañado de las algaradas lingüísticas aprendidas en los abrevaderos de ese independentismo rancio y reacio, donde se encuentra su fuente de alimentación.

Y comienza su estrategia. En primer lugar, la negación de unos presupuestos generales porque la no aprobación conllevaría la realización de nuevas elecciones que ganaría la derecha, y ahí radica su interés, con una derecha como la del PP, o incluso más radical, favorecería sus intereses, porque aumentaría la confrontación y porque los viejos y caducos discursos, especialmente el del victimismo, volverían a tener utilidad.

En segundo lugar, cuando el gobierno amenaza con perpetuarse sin presupuestos, llega la hora de los gestos y la necesidad de negar cualquier reunión. Adquiere más valor cualquier gesto que relegue a un segundo lugar la esencia del problema. Ha llegado la hora de lanzar y de enervar a esa derecha, reaccionaria y rancia, para que sus argumentos, así como sus respuestas, sean tan absurdas como las razones esgrimidas por ese independentismo, igualmente rancio y reaccionario, para que cualquier diálogo sea imposible; y en éstas, como agua para el campo sediento, llega Vox y con ellos el premio gordo de la lotería para un independentismo que tiene muchos motivos para celebrarlo.

© El embegido dezidor.