Es en este momento,
después de las elecciones andaluzas, cuando Vox, ese partido de derechas,
fascista, nacionalista, anti independentista y cuántos más epítetos se le
quieran añadir, se ha convertido en el mejor aliado del independentismo.
Por Vox se justificará el
independentismo salvaje, rancio y reaccionario, muy al estilo de ese otro
nacionalismo rancio y casposo español, con altercados que impidan la normal
convivencia de los ciudadanos y con discursos belicistas apelando a la defensa
nacional tan similares a tiempos ya pasados y casi olvidados. Es curioso cómo
los extremos, conducidos y abducidos por sus intereses, se van pareciendo hasta
confundirse.
Me pregunto si no son los
propios independentistas que se han puesto el uniforme de Vox, comandados quizá
por Torra, que imitando comportamientos de hace décadas que hasta hace unos
días los mismos independentistas calificaban de fascistas, tengan como última
finalidad inflar de votos a Vox en las generales para jijear de nuevo por las
calles de Cataluña «contra el fascismo» y aglutinar, con una voz unísona y
monocorde, un grito contra la España fascista que encienda más al
independentismo; o si son los propios de Vox que, disfrazados con banderas
esteladas, incendian las calles colaborando así en el aumento de la
confrontación y por tanto, también en el aumento de los votos independentistas
para obtener después réditos electorales en el resto de España.
Estrategia o no, lo que
resulta evidente es que ambos nacionalismos se complementan y se compenetran.
© El embegido dezidor.
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