Han comenzado su andadura las
nuevas corporaciones municipales y, como primera medida, o de las primeras, ha
sido el aumento de salario de sus concejales en muchas de ellas. Y claro, Navalcarnero no iba a
ser menos. Parece ser que no es suficiente motivación los votos recibidos y,
por tanto, se hace necesario y hasta obligatorio automotivarse para aguantar la
tediosa tarea, nada obligada, de gobernar durante los próximos cuatro años. Y para
solucionar tal desidia, nada mejor que unos cuantos euros más en la cuenta
bancaria en base a un reajuste del salario, o una actualización al IPC, o
simplemente una adecuación del poder adquisitivo o por una dignificación de la política.
Resulta lesivo e hiriente
que, siendo uno de los ayuntamientos más endeudados, consecuencia única de la
mala labor política de concejales y agrupaciones que condujeron al pueblo a la
ruina, sean ellos mismos, los que, con descaro, abofetean a unos ciudadanos que, con su
dinero, contribuirán a sobrellevar una deuda que, según reconocen fuentes
políticas, el consistorio no puede hacer frente.
Queda, tristemente
demostrado, aunque sea legal, que cuando se trata de dinero, y hay que leer cómo justifican este
aumento de salario, no hay diferencias ideológicas ni cordones sanitarios.
Cuando se trata de dinero hasta las siglas de los partidos políticos se
confunden en una sola. Cuando se trata de subirse el salario, todos a una como
en Fuenteovejuna.
© El embegido dezidor.
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