¡Qué
pesados con exigir una condena! Parece ser que sin condena no hay suficiente
explicación o es que sobra cualquier explicación y por eso se pide una condena.
Hablo de la marcha del Orgullo y la participación de Ciudadanos. Vaya por delante que no apruebo
los actos de violencia, de ningún tipo, y al mismo tiempo, puesto que se habla
de violencia, en el caso que nos ocupa, me pregunto si no hay violencia en la
provocación.
Y es que quien escuchó los
cánticos y el “Aquí estamos” de la comitiva en la celebración del Orgullo por parte del personal de Ciudadanos, sabe, y no hay que ser muy inteligente,
que existió tal provocación, que su presencia fue más un desafío para extraer,
fueran cuales fueran las consecuencias, un rendimiento político y
propagandístico.
Y esto lo saben bien los de
Ciudadanos, hábiles como son en la artería, el doble lenguaje, en la
contradicción e incluso en la hipocresía.
Su presencia les daba la
victoria, la propagandística; y los insultos y quienes les arrojaron objetos,
contribuyeron a esa victoria minusvalorando una marcha del Orgullo que ha
quedado, desde el punto de vista de la prensa, en un segundo plano. Es fácil
pensar que todo respondía a un plan muy meditado, así como los discursos de los
dirigentes políticos de Ciudadanos que no parecían muy espontáneos.
Y sobrevino el error, quienes
pretendieron expulsarles de la marcha los colocaron en el púlpito de la
manifestación; quienes pretendieron que no participasen los convirtieron en protagonistas; quienes quisieron dar una mayor reivindicación al
día del orgullo, silenciaron sus reivindicaciones, y quienes quisieron dar
mayor importancia a la marcha la dejaron postrada a un segundo plano ―me
refiero siempre a la comunicación y propaganda―. Les hicieron, tal vez sin
querer, un favor impagable, pues eran conscientes, y me refiero a los de
Ciudadanos, que tal situación podía ser una realidad muy palpable, y aparecer
como víctimas ante la sociedad, auspiciados por los medios de comunicación, les
reportaba beneficios, tal vez electorales, pero sin duda alguna
propagandísticos. Y de ahí ese cántico poco solidario, poco acorde con el
objeto de la celebración y más anunciado para barrer posteriormente para la
casa.
Y siendo un poco cruel, pero
sabiendo del proceder de dicho partido, y como ha ocurrido en otras
manifestaciones, no descarto que los responsables de encender tales
manifestaciones de odio, fuera personal de la misma casa de Ciudadanos
dispuesta a encender unos ánimos que ya estaban empapados de gasolina, a los
que les bastaba una sola chispa para encontrarse con los resultados que se han
visto por imágenes. Todo vale para responsabilizar y o para debilitar al
contrario.
El resultado final ha sido una
gran victoria para Ciudadanos; una victoria lograda sin que aparezca su líder,
Albert Rivera, cuyo partido gana cuando él está callado; y una derrota para el
día del orgullo que han aportado más motivaciones y sustancia para
arremeter contra ese día y contra todo su significado a sus adversarios: los
intolerantes.
© El embegido dezidor. Julio
2019.
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