¿Escribir? Si esta fuera la pregunta y como tal bastase, mi contestación sería sí, pero ¿escritor? Entonces la respuesta se demoraría en el tiempo, pues no es una consideración que se alcance tras escribir un texto, sino que solo la constancia, e incluso la obsesión, pueden guiarte a ser eso que llaman escritor.
Pero he descubierto caminos
más cortos, más afables, menos sufridos y mucho, mucho más generosos. He
descubierto que años de formación no son garantía, que cientos y cientos de
lecturas no son necesarias, que curtirse en ortografía es un tiempo malgastado,
que el esmero en el vocabulario y la expresión son asuntos del pasado.
Y entonces, reflexionando no
demasiado, he decidido que antes de ser escritor o paralelo a escribir, quiero
ser youtuber, o tener una escabrosa relación con diplomática o política, actriz
o youtuber, váyase a saber de qué condición, que eso no tiene importancia, pero
que sea con relevancia pública y así, ser famoso, tener miles de seguidores en
Facebook, más miles en Twitter y en Instagram; decenas de minutos en radios, en
televisiones, en blogs e incluso ser codiciado por influencers y haters ―que
favores también hacen― y, aunque no sepa
cuál es realmente mi calidad como escritor, seré escuchado, leído, valorado y
por supuesto, publicado. Tendré quién me corrija sin que haya de por medio
reproches o negativas. Miles de comodidades y caprichos consentidos, y todo
cuanto diga y haga adquirirá una dimensión que sólo por mis méritos sería
incapaz de conseguir. Y aunque, llegado el caso, se discutiera mi valía, pues
no se puede ser del gusto de todos, siempre tendré una legión de seguidores que
minimizarán cualquier impedimento, inconveniencia o impertinencia.
Entonces y solo entonces, me
plantearé si escribir me puede conducir a ser escritor o si por entonces,
tendré cientos de oficios y beneficios rápidos que harán que la creación
literaria, siempre austera y solitaria, sean solo un pobre placer para aquellos
que no pueden salir de su cascarón.
No sé si ahora, escupidas
estas palabras desde el sosiego, son producto de la rabia, la impotencia o la
envidia. En cualquier caso, afortunados todos aquellos que lo consiguen con
talento, sea mucho o poco.
© 2019 J.C Atienza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario