martes, 28 de mayo de 2019

SIMPLE.


Caminando por los poco suntuosos y muy pretenciosos caminos de la vanidad personal en las redes sociales, me encuentro mensajes de disparidad enriquecedora, de alegrías y tristezas según a cada cual le viene más favorable un resultado electoral, pero no podía faltar, pues es necesario y enriquecedor el contraste, el individuo imbuido por un pírrico proceder y esmirriado pensamiento, a quien le robaron la reflexión y le inocularon el odio, que sufre la derrota de su partido y expira su desasosiego en la satisfacción que le produce la desaparición de otros.


Y ahí, como la pueril afición, gregaria y nauseabunda, de un club de fútbol, por citar un ejemplo cercano, que cerrilmente persiste en su cerrazón, se quedó en su primitiva ideología, que no por ser antigua, sino por ser de simples principios desde antaño inamovibles, y marchó su voto donde siempre y como siempre, guiado por el mensaje malicioso y perverso que se le antoja verdad por ser reiterativo.

Y ¿todavía hay quien se pregunta por qué cada opción política se asocia a un color?

© J.C Atienza.

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