Cual no ha sido mi sorpresa al encontrarme en mi correo un mensaje que me impelía a leerlo con urgencia. Y la sorpresa no venía sola, un documento anexo aún espabilaba más mi curiosidad. Su lectura puso a mis neuronas a trabajar a un ritmo que se desbordaban, culpa de un cerebro, el mio, que con su lectura, se hastiaba de incredulidad.
El documento en cuestión tiene su origen en la escuela infantil municipal Trébole, y es por tanto la consecuencia de una nueva y lamentable acción unilateral dirigida a las familias de los niños matriculados exclusivamente, si el tiempo no lo remedia, en la citada escuela. Demuestran, quien o quienes hayan tomado esta iniciativa, no haber aprendido nada de la experiencia de su escuela hermana Barco de Papel. Escuela, que tiempo atrás decidió tomar sus propias decisiones prescindiendo de Trébole y Campanilla y que no la han conducido a una situación de mejora, más bien todo lo contrario, a ser, por estrategia económica y política, la que más posibilidades tiene de perder el concurso. Aquellas avanzadillas negociadoras enviadas por la escuela de Barco de Papel se entrevistaron con el personal del Ayuntamiento con responsabilidades en estos hechos y el resultado, al margen de dulces palabras que acaramelaron los oídos del contubernio negociador con falsos reconocimientos, fue el paseo de la huella de la suela del Ayuntamiento pulida en el trasero, recordándoles que estaban dentro de un concurso cuyo resultado era incierto y muy variable. Obviaron que la unión hace la fuerza.
El documento, a pesar de la crítica situación que están sufriendo estas escuelas, está muy lejos de ser un instrumento que vaya a conseguir sumar voluntades, pues si de algo carece es de información y si de algo rebosa es de confusión y de insensatez. En él se mezclan reivindicaciones con deseos, responsabilidades y acusaciones, y su resultado final es un texto no trabajado ni consensuado con todas las partes que el propio texto implica y mezcla. Al no haber firma ni organismo que se responsabilice, ni ente físico que haya dicho esta boca es mía, parece escrito por fuerzas espirituales de origen todavía desconocido que, aburridos en su tránsito por abandonar el inframundo y conseguir el perdón divino, han decidido hacer una pausa por Navalcarnero y divertirse un rato escribiendo panfletos para enrabietar a los vivos.
No es inteligente elaborar un texto que arengue a las familias a posicionarse frente a un Ayuntamiento para imputarle todos los males que sufren y sufrirán las escuelas infantiles, al tiempo que, con la rúbrica individual de su firma, se exonera a la empresa Navagroup s.l. – gestora de estas escuelas cuyo personal directivo son las mismas personas que dirigen actualmente las diferentes escuelas infantiles municipales, todas ellas agrupadas bajo la misma empresa – de toda responsabilidad en la actual situación de sus escuelas, y se carga sobre las espaldas de las familias, la obligación de exigir y reponer todos los agravios cometidos por el Ayuntamiento, olvidando, intencionadamente, los propios de la empresa. Los padres asumen, por tanto, individualmente todo su contenido.
El texto rehuye informar qué responsabilidad tiene la empresa cuando parte de los salarios de sus empleados, en una proporción determinada, corren a cuenta suya. El presupuesto de estas escuelas es la suma de tres partes: Comunidad de Madrid, Ayuntamiento y Empresa gestora Navagroup s.l., de los cuales, por lo que actualmente se sabe, es la Comunidad de Madrid quien únicamente y rigurosamente está cumpliendo con sus obligaciones. ¿Hacia dónde va entonces el dinero de la Comunidad? ¿Y el dinero de las cuotas de las familias?
Hay que lamentar, porque es lamentable, que vuelva a adoptarse una decisión unilateral por parte de una de las escuelas infantiles, en este caso Trébole. Y es lamentable que se esté utilizando este escrito como tapadera para sanear conciencias. Un escrito cuyo contenido es indigno, no sólo para el que lo escribe o dicta, es también indignante por poner en duda la capacidad intelectual de cualquier lector al que trata como si estuviera incapacitado. Anula de un plumazo la capacidad de acción de las partes implicadas, especialmente a educadoras, y las obliga a entrar en confrontación cuando no en contradicción con padres, empresa y Ayuntamiento.
El texto, desgraciadamente, conduce a la insignificancia y al ridículo a las educadoras a quienes cuetiona y al A.M.P.A. a la que de un muletazo la ha dejado al margen, quedando los padres huérfanos de una representación que debe tener y tiene toda la legitimidad para ser su voz y el instrumento que procese sus voluntades.
Pero si hay algo absolutamente detestable y deleznable, es la agresión gratuita y la desacreditación con la que este texto condena a las educadoras cuestionando su dignidad profesional. No es de recibo, y mucho tendrá que explicar la insigne cabeza que ha pergeñado este despropósito, poner al borde del precipicio el trabajo y la dedicación de las educadoras, que como bien dice el escrito, aunque se atribuye todos los méritos, los 20 años de prestigio no son sólo mérito de la empresa, algo tendrán que decir las educadoras que por ahí han dejado y dejan cada día su huella compartiendo su prestigio con sus alumnos y familias. Una contradicción más que roza lo deplorable al dejar caer, y lo hace sin tapujos ni indirectas, que la atención que actualmente reciben los menores ha sufrido un empeoramiento por la actitud deliberada de las educadoras vencidas por la desgana que les provoca la ausencia de salario.
Sin embargo, y es muy probable, que la ausencia de una explicación objetiva sea el resultado de una premeditada intención, de una mala intención. El texto renuncia a explicar que la supuesta falta de atención, por ser casi imposible, es cubierta por la voluntad de las trabajadoras que se tienen que sobreponer a las dificultades que una y otra vez se imponen desde la administración y que las propias escuelas aceptan con absoluta docilidad. No se dice nada del aumento de la ratio, ni de la disminución de los apoyos, ni de otras muchas cuestiones que no es lugar de relatar en este momento.
Y es este punto el que me conduce insoslayablemente a pensar que tal escrito está dirigido por la dirección de la propia escuela infantil Trébole, que es lo mismo que decir la empresa Navagroup s.l, como consecuencia de la decisión de las educadoras de secundar su derecho a huelga. Es una mezquina forma de utilizar, de manipular a los padres para culpabilizar y desprestigiar a las educadoras ante las posibles consecuencias de sus acciones, presentes y futuras, tanto por la huelga como por la más que previsible oleada de denuncias que recibirá la empresa por los impagos. La falta de valor de la escuela la ha alejado del lugar donde debería estar: al lado de sus empleadas; y por su sumisión ante los dictámenes de la concejalía de educación, prefieren aprovecharse de la coyuntura para que sean los padres quienes se enfrenten cara a cara con el Ayuntamiento mientras la empresa y sus directoras aparecerán incólumes frente a él, evitando de este modo represalias que puedan afectar a la decisión final para la adjudicación del concurso.
Quedan probadas mis palabras, al convertir este escrito, concretamente en el quinto punto, en un manifiesto propagandístico en el que la propia empresa se emperifolla de vanidades y presiona al responsable de ayuntamiento, siempre en nombre de los padres, nunca en su nombre, para que les sea favorable el concurso de las escuelas.
Para terminar el documento y como ejemplo, se practica un magnífico ejercicio de una voraz hipocresía cuando solicitan una reunión con la concejala de educación. Como si fuera la primera vez, cuando no ha sido una reunión, sino que estas se han celebrado durante los meses del estío regularmente. ¿Es posible que ahora se pida una reunión para pedir explicaciones cuando desde las escuelas no se ha actuado, en el mejor de los casos, con transparencia, cuándo desde alguna de las escuelas se han negado e incluso tergiversado las explicaciones según qué intereses? ¿Puede existir un ejercicio mayor de hipocresía?
Es la perfidia de la hipocresía.
El embegido dezidor.
No tengo ni idea de quien eres, pero trabajo en Trébole y te aseguro q igual q en otros momentos has estado acertado/a en tus comentarios en esta vez has metido bastante la pata. Hablar asi a mi personalmente me ofende. Habla bajo tu opinión pero no afirmes categoricamente algo que no sabes...o eso creo, pq desde luego la realidad de este escrito y de lo que nos ha llevado a hacer la huelga es muy distinta.
ResponderEliminarTengo que decirte que a pesar de ser Licenciado en Filosofía y Letras, me ha costado muchuchísimo leer este artículo tan lleno de palabras rimbombantes que poco tienen que ver con el contenido del supuesto mensaje. Al final no se si defiendes a las educadoras, a los padres o sólo quieres lucirte con tu verborrea. Al ver esta entrada creí que iba a leer algo en defensa de la EDUCACIÓN, que realmente es lo importante y donde padres, educadores, empresas y administraciones titulares tienen que poner todo su interés en hacerla cada día mejor, no en tirarse los trastos a la cabeza.
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