martes, 4 de octubre de 2011

La corte regia de Navalcarnero no pierde privilegios.

Qué largo se hace el tiempo para quien, si pudiera, lo regalaría. Cuan luengo es el tiempo para quien no puede emplearlo, para quien no tiene en qué emplearlo, para quien el tiempo le rebosa y al mismo tiempo se le escapa.
Aburrido y malhumorado por este tiempo que se evade, este jubilado, con más pasado que futuro, decidió matar su aburrimiento y entretener sus maltrechas neuronas en encontrar una sonrisa en las revistas propagandistas de los partidos políticos, o mejor dicho, de las asociaciones políticas de este pueblo.
En sus páginas siempre hallé gotas de humor. Elocuentes frases graciosas que me provocaban la sonrisa, incluso la carcajada. Esta vez no tenía por qué ser diferente. Me pregunto si a todo el mundo le ocurre lo mismo o esto es síntoma de la debacle que la edad anuncia con cornetas y violines desafinados. Envidié por unos instantes al creador de tan ilustres textos por saber trasmitirme un humor imperecedero, unas briznas de vida jugueteando en mis labios arqueados por la sonrisa.
Pero las sonrisas se han puesto muy caras. Hoy la sonrisa en Navalcarnero cuesta dinero, concretamente algunos miles de euros en muchos casos. Bolsillos tan pelados como la calavera de un difunto milenario esperan, que después de los faustos acontecimientos que suceden en este pueblo para agasajar a quien murió siendo rey y a quien vive esperando vivir como tal, reciban al menos la limosna suficiente para poder emular a nuestro ayuntamiento, aparentando normalidad.
Son tiempos más propios del medievo que del siglo XXI, en los que cuesta mucho dinero mantener a la corte. Una corte que se esfuerza y se esmera en no perder sus privilegios. Y no quiero ser su azote, que la historia ha demostrado cuánto perjurio y perjuicio han sufrido quienes se situaron frente a ella. Es la historia interminable. El pueblo siempre sacrificado por la protección regia. Pero chocan dolorosas las palabras de nuestro regio alcalde, apenas hace cuatro meses candidato a la alcaldía de Navalcarnero en las que decía textualmente “El Ayuntamiento no puede dejar de prestar ni uno solo de sus servicios públicos acogiéndose al argumento de la situación económica”. Tal vez, sea por este motivo, que a los impagos y a los despidos se los pisoteé como en los buenos tiempos de toros y fútbol, con semanas de entretenimiento, agasajos y festejos varios que todavía escarban más en la herida, todavía sangrante, profunda y traicionera que el mismo ayuntamiento ha causado en sus empleados y servicios públicos. Y remata la faena con una de esas frases lapidarias, repletas de cinismo, de hipocresía, de ¿mentira tal vez? que fácilmente podrían pasar a la historia de este pueblo.
Vaya por tanto mi empeño que cada personaje tenga su hueco en la historia de este pueblo, y aquí, literalmente expongo para el disfrute de curiosos e interesados y personal en general, las sabias palabras con las que se intentaban ganar votos. Inocentes víctimas quienes las creyeron.
“Son muchos los servicios que hemos creado en los últimos años sin ser obligatorios: escuelas infantiles, escuela de idiomas, escuela de música y danza, escuelas deportivas... No teníamos por qué hacerlo pero entendimos que son iniciativas importantes y útiles para la ciudadanía. ¿Qué dirían los ciudadanos si tuviéramos que cerrar alguna de ellas para ahorrar dinero? No sería admisible. Por eso hay que ser imaginativos y sacar recursos de donde sea antes que retroceder y acabar con los logros conseguidos”.
Ciertamente, han sido muy imaginativos, las escuelas no se cierran, directamente se "venden" en pública subasta, así no sólo ahorran sino que además se sacan unos eurillos.
Y ¿no es retroceder renunciar a una educación de calidad y convertir a los alumnos en números y a sus padres en clientes de una empresa cualquiera, sin necesidad que esta entienda qué es educar?
Ahora... cuando los hechos han probado lo contrario de las palabras ¿qué será lo siguiente? ¿Gastaremos más dinero público para financiar otra caldereta con fuegos artificiales, destinada especialmente para aquellos a los que se les han robado sus derechos, para aquellos que van a aprender matemáticas con voracidad para llegar a fin de mes y para quienes, con más fe que esperanza, intentan encoger los meses para llegar a su final cuanto antes? ¿O les programaremos otra semana cultural para contener o entretener la desdicha infligida por la regia corte que reina Navalcarnero con sus privilegios intactos?

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