miércoles, 16 de octubre de 2019

LA MALA EDUCACIÓN XII. Aprendizajes "A SU RITMO".



¡A su ritmo!

Cazcaleando por Internet, leo con estupor en algunos foros, la animosa y beligerante sugerencia a las familias para presentarse ante sus tutores ―me refiero al de sus hijos― y exigirles que lo esencial en el aprendizaje del pequeño es su propio ritmo. Y, sin faltar a la razón, porque así lo dicta la ley, se enfangan en un error por esa acritud enfermiza que los aleja de todo proceso reflexivo y objetivo al imponerse, con ritmo acelerado, su vehemencia negando otra explicación.

Hoy todo tiene que ser rápido. El papeleo, el supermercado, incluso el ocio, debe estar preparado para el rápido consumo y la no menos rápida autosatisfacción. Hoy, la rapidez es sinónimo de éxito y efectividad y, por estar en la mejor sintonía con la modernidad como vehículo para auparnos a la cresta de la ola, manipulamos hasta nuestra propia existencia para justificarnos.

Y un buen ejemplo de lo dicho sucede cuando hablamos de educación, y más en educación infantil. En la escuela, el tiempo debe detenerse o ralentizarse, y lo que en un principio era bueno ―y me refiero al ritmo acelerado―, se torna en malvado y pernicioso. Y si el aprendizaje, y más en esos primeros años, debe priorizar el propio ritmo de los alumnos, digo yo que un pequeño empujón no va a ser perjudicial para ese alumno que, más por dejadez que por dificultades, se estanca en una laguna de la que, muy posiblemente, y por comodidad, no querrá salir. No puede ser que la intención del maestro o maestra ―siempre la buena intención― por enseñarle una letra, sea interpretado como un síntoma de explotación escolar o incluso de acoso o maltrato psicológico.

La escuela no debe convertirse en una reunión de espíritus libres que vagan por las aulas a su ritmo, complaciente con aquellos a los que «ese ritmo» ni siquiera les late. Y sí, debe pelear junto con las familias para que el niño no deje de descubrir, aunque sea aquello que no le gusta.

© El embegido dezidor. 





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