¡QUÉ BIEN VIVEN LOS
MAESTROS!
Si antes, y no hace
tantos años, después de comer era costumbre la copa y el puro, en estos años
actuales donde todo se ha dulcificado, sigo sin renunciar a la copa, pero el
puro lo he sustituido en esta época estival por esa frase que lanzo como un
exabrupto y que tanto ayuda a la digestión como reconforta el espíritu: ¡Qué
bien viven los maestros!
Y lo digo cuando muchos
vienen a llenar de nuevo el espacio vacío que dejaron con su marcha estival,
cuando agosto anuncia su final en el calendario, y lo digo muy alto y en
cualquier lugar que me encuentre y muy especialmente en terrazas veraniegas, restaurantes,
así como en tertulias y reuniones familiares.
Tampoco voy a negar que,
aunque ya jubilado, este tiempo de estío y ocio es un bien innegable para la
salud en el que, además de lucir un moreno natural, justo en su punto de
cocción, rejuvenece unos años y renueva las ilusiones. Por otro lado, son
tantos y tantos los planes que se han llevado a cabo que todavía harían falta
unos meses más para poder terminar los que se han quedado a medias o a punto de
empezar.
Para nosotros, maestros y
maestras, profesoras y profesores, son fechas en las que no hay horizontes, en
las que el sol marca, como antiguamente, las horas. Los días de la semana, como
me dijo un buen amigo profesor, pierden hasta su nombre. Nunca, como en estas
fechas y por tanto tiempo, se consigue una igualdad de tal magnitud en el
calendario. Durante unos meses, no hay distinción entre los días obreros de los
días nobles. Sólo algunas fechas cobran importancia, especialmente la que marca
el principio y el final de las vacaciones, el resto, vive en una soberana indiferencia
de modo que, si las borrasen del calendario a nosotros, maestros y maestras, no
nos importaría.
Y ahora, a las puertas de
septiembre, cuando me preguntan con satisfacción en su rostro y ese aire de
venganza y mala leche: «¿Ya os queda poco para empezar?» Yo, más me vanaglorio
de mi profesión y les contesto: ―Aún me faltaría un mes. Y es que «¡Qué sana
puede llegar a ser la envidia!»
¡Qué bien viven los
maestros!
© El embegido dezidor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario