Desde
mi despacho escuchaba cantar a mi vecina, y puedo decir que fue grata la
sorpresa, que mi pluma rebosaba de felicidad, pues recorría el papel dejando
trazos que mucho me temí que no fuera capaz de darles un final.
Empezó con la Pantoja y ese
famoso “Marinero de luces” que repetía una y otra vez, y les aseguro que,
siendo solamente un aficionado a la música, aunque lamentablemente de
habilidades precarias, a cada repetición mejoraba ostensiblemente su interpretación,
así como su afinación que terminó siendo impecable. Y, después de la Pantoja,
le llegó el turno a Nirvana. Ya no puedo decir el título pues no soy muy dado a
retenerlos y mucho menos en un idioma que no domino y que me ha causado
múltiples trastornos. Pero ella también canta en inglés, y es que descubrí que
a mi vecina no solo le gusta parlotear e incluso vestirse de cruzada, sino que,
además de sus bravuconadas, le gusta cantar y es políglota. Mucho me temo que
tal disposición suponga para ella obligación por demostrar de manera continuada
sus dotes en su oratoria.
Pensé entonces que, tal vez, mi
vecina, no había sido ungida por alguien del mundillo del arte y, por tanto, no
había gozado de esa oportunidad que otros, posible y seguramente con menos
mérito que ella, sí habían tenido.
Quedé, de acuerdo conmigo mismo,
que en cuanto la ocasión se presentara, le hablaría sobre el tema. Que la
igualdad de oportunidades es, sin duda, un perfecto mostrador inexpugnable de
que un país y una sociedad, evolucionan sana y favorablemente. Se trataría,
pues, de un país en el que, en todas sus facetas, estarían los mejores, los más
capacitados y los más preparados.
Pero es por ello que aquí es tan
necesario crear educaciones alternativas, porque no se trata de encontrar a los
mejores, a los más capacitados, sino, siendo un negocio, encontrar, de entre
los suyos y solo de entre los suyos y, por negación de los demás, a los más
preparados, que no tienen por qué ser los más capacitados o los mejores.
¿Entendería que a una sociedad se la castigase con desplazarse en triciclo para
que aquellos que tuvieran bicicleta fueran los más rápidos, pero, al mismo
tiempo, se le negase a quien tiene un vehículo a motor la gasolina para hacerlo
funcionar porque desmerecería a los demás?
Tal vez, mi vecina reflexione
sobre esto. Tal vez podamos llegar a entendernos. Albergo esa esperanza.
© j.c. atienza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario