Mucha es la hartura que provoca
el independentismo al igual que la cínica prédica que practican como base del
artificioso discurso de los ecos del “procés” que todavía coletean como pavesas
tras el incendio.
Si en aquel día 1 de
octubre y aún más el 2, aquel referéndum, y por boca de muchos de sus
principales protagonistas, tuvo una inequívoca legitimidad y cuyo resultado no
solo era indeformable, sino que era la máxima expresión de la voluntad
democrática de un pueblo, pasado un año, se confiesa, por los mismos
protagonistas, la escenificación teatral que supuso todo el “procés”.
La tomadura de pelo
alcanzó y alcanza cotas que superan y mucho la ciencia ficción política, y no
lo digo por la posible independencia, sino por la gestión de un proceso que, además,
causó vergüenza. Aquella votación venía a equivaler a una de esas consultas o
pseudo referéndum sin más validez que la de insuflar la soflama, en muchos
casos, y la autoestima para un independentismo que necesitaba encontrar la
mecha que lo explosionara y, muy probablemente, que justificara tanta
premeditación y disimulara tanta ineptitud.
Nada más placentero para
estos políticos de acentuada mediocridad, que placer sus cuerpos cada noche en
una orgiástica alevosía acariciando el cielo entre nubes cada vez más
arreboladas, sintiéndose con el poder de un Dios que le pueblo les ha dado para
perpetuarse y justificarse en sus asientos.
Actualmente parece que la
ceguera todavía perdura. Resulta casi incomprensible que, tras aquel descalabro
y tomadura de pelo, como el propio señor Torra ha dicho y reconocido recientemente
en una sesión de plenos en el parlamento catalán, se le exija al gobierno del
Estado, curiosamente al mismo al que se incita a desobedecer, que negocie un referéndum
legal con todas las garantías democráticas para que sea reconocido en Europa.
No cabe duda, por cómo se
están sucediendo los acontecimientos, que el cinismo sigue siendo rentabilizado
en votos, y si muchos nos preguntamos cómo puede ser que partidos políticos
corruptos sigan obteniendo un ingente número de votos, me pregunto también cómo
es posible, que tras el cinismo político de unos políticos que se han arrogado
de «salvapatrias» y jugado en el “Monopoly” con las ilusiones de los ciudadanos
sobre el colchón de las mentiras y falacias, sigan obteniendo votos y
seguidores a pies juntillas.
¿Es que en nuestra meliflua
actitud preferimos que nos cuenten y formar parte de esos cuentos?
© El embegido dezidor.
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