martes, 16 de octubre de 2018

LA MODA "INDECOROSA".



Hace días, y puede que más aún por mi falta de ritmo para asimilar tanta información como ahora nos inunda, leí una noticia que llamó mi atención. Era una cuestión de moda, o para mejor definirlo, sobre prendas adecuadas e inadecuadas para entrar en un instituto. Si no recuerdo mal, ese instituto se encuentra en Torrevieja donde al parecer, unos profesores no permitieron la entrada a unas alumnas por llevar prendas declaradas, según las normas del instituto, como indecorosas.
            
Algo tan sencillo, simple e inofensivo que nunca debió ser un problema, se convirtió en tal y a su alrededor se creó un revuelo que aún perdura, aunque alejado de los medios de comunicación; algo, por otro lado, muy típico en este país, expertos como somos en crear problemas donde no los hay y abrir debates por lo más insignificante.
            
La ropa está siendo un tema controvertido que está llegando a todas las aulas y por tanto a todos los centros educativos, pero no hay que olvidar que también es un modo más de libertad de expresión. Combatir el desasosiego que a veces produce una visión alejada de los cánones que, sin estar escritos, todos deberíamos cumplir y conocer para saber qué ponerse y de qué manera vestirse según horario y lugares con normas y prohibiciones, empieza a convertirse en una cruzada que no lleva a ninguna parte, si acaso, a acrecentar el problema.

Como solución, o una posible solución, me centraría, para batallar tanto desgarbo y desaliño, en revalorizar el papel de la elegancia, que también es rebelión, inconformismo y provocación. Enseñemos pues, qué es la elegancia, a distinguir lo elegante de lo mezquino, el estilo frente a la vulgaridad, porque es la elegancia la que viste y también la que nos distingue; y ésta no es una marca que se pueda comprar o adquirir por cualquier página de Internet. Elegancia es atractivo, pero sólo para quienes saben, y muy bien, que no es lo mismo vestir que cubrir el cuerpo con cualquier tela. Pero como sabemos, porque es un declive al que nos vemos abocados y estamos sufriendo, retroceder a lo más simple, igualarnos y aspirar a lo más mediocre es un camino fácil que no requiere ningún esfuerzo cerebral, basta con ver programas donde lo chabacano y la estulticia ascienden al Olimpo de lo alcanzable y deseable, se retuercen entre audiencias delirantes e hilarantes y se convierten en modelos a seguir. Lo otro, requiere conocerse a sí mismo, respetarse y esto, lamentablemente a veces, es demasiado esfuerzo.

© El embegido dezidor. 

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