Estimados Sres./Sras. del Partido Popular y conejales/as del ayuntamiento de Navalcarnero:
De nuevo resurge la apuesta de su ayuntamiento por el aeropuerto con el que, a mi parecer, pretenden hacernos pagar gran parte de sus despropósitos. El aeropuerto es el certificado que muestra su incapacidad, su falta de ideas, de recursos e incluso de talento para ayudar a los ciudadanos de Navalcarnero a hacer de nuestro particular infierno un balneario más agradable. Entiendo que Eurovegas sea para ustedes ofrecer una oportunidad más a esos seis millones de parados para que en el juego puedan conseguir ese sustento que no pueden obtener en un trabajo porque no encuentran ustedes forma alguna de crear empleo. Pero esto no puede ser nunca una solución y mucho menos actuando a la deriva permitiendo un agravio incomparable para los ciudadanos españoles, otro más, que tendrán que seguir pagando impuestos, mientras esa pequeña ciudad-estado, como ya la vienen denominando estará exenta de una gran parte de ellos.
Es el momento de exigir, por hacer de su actividad una muesca de decencia y dignidad, aunque la salud no les importe, me refiero a la de los demás, un nuevo centro de salud que sea digno y público para todos los ciudadanos. Puede que sea mucho pedir, y más si es público, como comprenderán no puedo compartir ese ideario tan descaradamente vergonzoso de que la mejor forma de erradicar las enfermedades es no tener enfermos, y qué mejor que no tener enfermos que estos se hayan muerto. Pero si el Sr. Adelson puede traernos todo un país con su propia legislación e implantarlo en terreno de Alcorcón con la aquiescencia de nuestras administraciones y la suya propia, un nuevo centro de salud para Navalcarnero debe ser cosa minuta.
Les ruego a ustedes, representantes de Navalcarnero, tengan el valor de pedir, suplicar si es necesario, —ustedes ya han demostrado sagacidad en estas vicisitudes— a su nuevo mesías, el Sr. Adelson, al que idolatran con una veneración que ya quisiera la iglesia para sí, que tenga para bien la construcción de ese centro de salud en Navalcarnero. Para nosotros, ciudadanos o súbditos, sería altamente beneficioso, por fin tendríamos un lugar donde acudir a sanar nuestras enfermedades, a expiar nuestras culpas por haber enfermado seguros de no irnos con algunas patologías más a nuestras espaldas. Es mi deseo, espero no sea una utopía, que no se les ocurra cobrarnos una entrada. Tengan cuidado si esta es su idea porque parece que algún tribunal de justicia simpatiza con esos perroflautas antisistema y si no han permitido el euro en las recetas, tampoco creo que vayan a consentir el pago de una entrada previa para acceder al centro de salud. Piensen que una vez el nuevo estado Eurovegas o como decidan bautizarle, empiece a funcionar a pleno rendimiento, nuestro centro de salud será todavía más necesario y beneficioso para todos.
En primer lugar para acoger y paliar, entre otras patologías, los desvaríos provocados como consecuencia de la ingesta de sustancias o materias estupefacientes, así como de alcohol. Por otro lado, por una simple cuestión de conciencia, será necesario impartir terapias, más que para curar, para hacer seguimiento de los ludópatas, porque no es menester, y menos en estos tiempos, erradicar patologías que puedan suponer una merma en el consumo y lo que es peor, una pérdida de una clientela más o menos fija. Estarán de acuerdo conmigo en la necesidad de una atención médica inmediata y efectiva para el tratamiento de enfermedades de trasmisión sexual. Ya sé que los tiempos modernos llegaron a España, pero inmersos en un proceso de involución y de recortes tan brutal como el que estamos padeciendo, en una familia, al igual que en nuestra juventud, escasos todos de recursos, el uso del preservativo se ha convertido un capricho que está por encima de nuestras posibilidades.
Con el hospital la marca España será un poco más marca y menos mancha, al menos no será tan evidente su mediocridad y siempre podrán presumir no sólo de aeropuerto – poco importa que las cosas no vayan muy bien para estas infraestructuras deficitarias –sino de contar además con un nuevo centro de salud. Y nosotros, sus ciudadanos, sus convecinos se lo agradeceremos, aunque nuestra salud, como la educación, les importe un pimiento.
Muchas gracias por su sincera dedicación a la política. Soy consciente que no son buenos tiempos, tampoco en política, y mucho menos para los políticos, siempre en el ojo del huracán. Estoy seguro que muchos de ustedes, a causa de esta concatenación de sucesos poco agradables que este país está sufriendo, viven con el alma sobrecogida.
Atentamente: La candila de la hacendera.
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