Decir a estas alturas que
la defensa de la escuela pública debería ser un acto universal, una
voz que uniera a todo un pueblo, no es decir algo insólito o
extraño, aunque por ser estas, palabras tan manidas, suenen a utopía.
Todos y digo todos,
profesores de la escuela privada – concertada y pública, así como
empresarios experimentados o no, y todas las familias de este país
con hijos o no en edad escolar, estén matriculados en escuelas
públicas o privadas - concertadas, deberían estar en las calles en defensa de esa escuela pública, que tanto bien, y nadie podrá
negarlo, nos ha hecho, nos hace y nos hará a todos.
Ignoraré todos los
argumentos esgrimidos a lo largo de tantos años de lucha por
conseguir una escuela pública lo más digna para todos y me centraré
en aquellos que a todos nos unen independientemente de la
procedencia, etnia, religión, sean pecheros, plebeyos, burgueses,
nobles, estudien en colegios públicos o privados.
¿Por qué entonces la
escuela pública debería ser defendida por todos?
-Porque mientras exista
la escuela pública no faltará la publicación de rankings y otras
fruslerías para entretener y ayudar a mantener a las escuelas
privadas y concertadas con una publicidad gratuita sostenida por el
Estado y comunidades autónomas.
-Porque gracias a que
existe la escuela pública pueden desviarse fondos destinados a esta
para saciar a las escuelas privadas-concertadas y subvencionar
estudios con becas a aquellos que por su posición económica
desahogada podrían pagarse los estudios de sus hijos sin dificultad.
-Porque mientras exista
la escuela pública, las otras escuelas, privadas y concertadas,
podrán seguir seleccionando a su alumnado, por ejemplo, según su
rendimiento escolar o por su origen socio económico.
-Porque mientras haya
escuela pública, las otras escuelas, privadas y concertadas podrán
seguir experimentando y poniendo en práctica comportamientos tan
poco pedagógicos y educativos como son la discriminación, la
marginación, la exclusión, el aislamiento, el abandono..., e
incluso investigar y profundizar en el desarrollo de teoremas y
teorías de cómo invitar a las familias con niños con necesidades
educativas o no, para que abandonen sus colegios y se matriculen en
la pública porque, y son palabras textuales, los tratarán mejor.
-Porque mientras haya
escuela pública un gran número de familias podrán ignorar sus
orígenes y seguir soñando con el elitismo de sus hijos y el suyo
propio, formando parte de ese grupo de selectos elegidos mientras sus
monederos puedan seguir vomitando. «Tanto tienes tanto vales».
-Porque gracias a la
escuela pública sus hijos no tendrán que convivir con personas de
diferentes etnias, nacionalidades, ni con aquellos que por
circunstancias diversas resultan incómodos, o con aquellos que no
han sido ungidos de excelencia por la naturaleza o por Dios. Recuerdo
que es ser buen cristiano favorecer a los más desfavorecidos. Es
lamentable ver cada día cómo colegios religiosos ponen en practica
estas conductas de segregación y exclusión por una cuestión
económica y luego no falta el cepillo en las liturgias para «ayudar»
a los mas necesitados.
-Porque la escuela
pública estará ahí cuando la situación económica familiar se
vuelva hostil, o cuando sus hijos sufran la discriminación por una
sentencia, no escrita, que los clasifica en el grupo de los
«incapacitados» por no alcanzar o satisfacer los resultados
requeridos por unas direcciones que piensan en sus bolsillos, sin averiguar
cuáles son los motivos o circunstancias que han conducido al alumno
a su fracaso.
Y ahora, después de lo
expuesto y para terminar, ¿se imaginan ustedes, empresarios,
profesores y familias de la escuela privada y concertada cómo sería
su escuela si no existiera la escuela pública? ¿Todavía creen que
no tienen motivos para defenderla?
J.C Atienza.
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