martes, 24 de junio de 2014

¿Debería ser la educación pública defendida por todos?

Decir a estas alturas que la defensa de la escuela pública debería ser un acto universal, una voz que uniera a todo un pueblo, no es decir algo insólito o extraño, aunque por ser estas, palabras tan manidas, suenen a utopía.

Todos y digo todos, profesores de la escuela privada – concertada y pública, así como empresarios experimentados o no, y todas las familias de este país con hijos o no en edad escolar, estén matriculados en escuelas públicas o privadas - concertadas, deberían estar en las calles en defensa de esa escuela pública, que tanto bien, y nadie podrá negarlo, nos ha hecho, nos hace y nos hará a todos.

Ignoraré todos los argumentos esgrimidos a lo largo de tantos años de lucha por conseguir una escuela pública lo más digna para todos y me centraré en aquellos que a todos nos unen independientemente de la procedencia, etnia, religión, sean pecheros, plebeyos, burgueses, nobles, estudien en colegios públicos o privados.

¿Por qué entonces la escuela pública debería ser defendida por todos?

-Porque mientras exista la escuela pública no faltará la publicación de rankings y otras fruslerías para entretener y ayudar a mantener a las escuelas privadas y concertadas con una publicidad gratuita sostenida por el Estado y comunidades autónomas.

-Porque gracias a que existe la escuela pública pueden desviarse fondos destinados a esta para saciar a las escuelas privadas-concertadas y subvencionar estudios con becas a aquellos que por su posición económica desahogada podrían pagarse los estudios de sus hijos sin dificultad.

-Porque mientras exista la escuela pública, las otras escuelas, privadas y concertadas, podrán seguir seleccionando a su alumnado, por ejemplo, según su rendimiento escolar o por su origen socio económico.

-Porque mientras haya escuela pública, las otras escuelas, privadas y concertadas podrán seguir experimentando y poniendo en práctica comportamientos tan poco pedagógicos y educativos como son la discriminación, la marginación, la exclusión, el aislamiento, el abandono..., e incluso investigar y profundizar en el desarrollo de teoremas y teorías de cómo invitar a las familias con niños con necesidades educativas o no, para que abandonen sus colegios y se matriculen en la pública porque, y son palabras textuales, los tratarán mejor.

-Porque mientras haya escuela pública un gran número de familias podrán ignorar sus orígenes y seguir soñando con el elitismo de sus hijos y el suyo propio, formando parte de ese grupo de selectos elegidos mientras sus monederos puedan seguir vomitando. «Tanto tienes tanto vales».

-Porque gracias a la escuela pública sus hijos no tendrán que convivir con personas de diferentes etnias, nacionalidades, ni con aquellos que por circunstancias diversas resultan incómodos, o con aquellos que no han sido ungidos de excelencia por la naturaleza o por Dios. Recuerdo que es ser buen cristiano favorecer a los más desfavorecidos. Es lamentable ver cada día cómo colegios religiosos ponen en practica estas conductas de segregación y exclusión por una cuestión económica y luego no falta el cepillo en las liturgias para «ayudar» a los mas necesitados.

-Porque la escuela pública estará ahí cuando la situación económica familiar se vuelva hostil, o cuando sus hijos sufran la discriminación por una sentencia, no escrita, que los clasifica en el grupo de los «incapacitados» por no alcanzar o satisfacer los resultados requeridos por unas direcciones que piensan en sus bolsillos, sin averiguar cuáles son los motivos o circunstancias que han conducido al alumno a su fracaso.

Y ahora, después de lo expuesto y para terminar, ¿se imaginan ustedes, empresarios, profesores y familias de la escuela privada y concertada cómo sería su escuela si no existiera la escuela pública? ¿Todavía creen que no tienen motivos para defenderla?

J.C Atienza.


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