tag:blogger.com,1999:blog-69643215180167920232024-03-06T09:17:40.663+01:00la candila de la hacenderaUnknownnoreply@blogger.comBlogger139125tag:blogger.com,1999:blog-6964321518016792023.post-66476500747770482582022-02-23T15:08:00.000+01:002022-02-23T15:08:12.255+01:00ADIÓS ENERO, ADIÓS<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgrtrHn6tDUFNfgfVUvh_sxsAHyp-fnSfwyKFOV9jO9vir4GwTNt-rhXF0ZztmiLqbk8FcWywER35Zec5C3Iv4unZJ_WI60aC05JR6wHn_glWU08jGrE0LavA7DZLESsU5oZPVtBk4KxLuNi1KyGa3wOEDTG8FxiVB-UrgCNI1tQAW-6SUB5KBIz39x=s1236" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="796" data-original-width="1236" height="129" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgrtrHn6tDUFNfgfVUvh_sxsAHyp-fnSfwyKFOV9jO9vir4GwTNt-rhXF0ZztmiLqbk8FcWywER35Zec5C3Iv4unZJ_WI60aC05JR6wHn_glWU08jGrE0LavA7DZLESsU5oZPVtBk4KxLuNi1KyGa3wOEDTG8FxiVB-UrgCNI1tQAW-6SUB5KBIz39x=w200-h129" width="200" /></a></div><br /><p></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 13.0pt;">Se acabó enero, que siempre
nace marchito e incluso maldecido, pues nadie quiere ver su hoja en el
calendario más que para desear que desaparezca. Enero es el mes más aburrido de
todo el año, el mes que nace dormido y muere cansado. El mes al que le sobran
días. Enero es una espiración con tintes fúnebres. Un mes de suspiros y
remembranzas que dibujan los ecos de los días pasados. Ecos que obstruyen la
claridad de su luna y que se refugian en ese halo de secretismo que envuelven
treinta y un días que muelen, consumen y derrumban el ánimo. Un mes artificioso,
infundioso, que anuncia descuentos y aumenta los gastos. Un mes zaino, pérfido
con nuestros monederos, seductor con nuestras voluntades. Enero debería ser el
mes más corto, de una semana, y formar parte de un año de trece meses, o
catorce, para no herir la sensibilidad de los más supersticiosos. Enero es un
mes cano, empaquetado, un mes de desechos que, sin embargo, se estira hasta
renunciar a la eternidad. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 13.0pt;">Deberíamos partir enero, como
se parte el pan, como se construyeron las comunidades autónomas. Dividirlo como
una división infantil y crear un «enerbrero», o dos, para que hubiera otro
comienzo, o varios, porque los comienzos siempre despiertan planes, emociones
que nacen o se renuevan, o simplemente se viven porque están ahí.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 13.0pt;">Hagamos pues del calendario
un homenaje a los principios que desbancan a los finales. Y si para unos, diciembre
termina un siete de enero y, para otros, enero comienza con las rebajas,
«febrebajas» sería una buena solución, y haríamos, de paso, de febrero un jadeo
para llegar a marzo, anuncio de primavera y de fallas, y después las lluvias y
los pasos solemnes de tambor y procesión, si toca; y si el siguiente viene
ventoso, el verano será oloroso y así, uno tras otro hasta llegar de nuevo a
ese enero que nacerá dormido y morirá cansado. A ese enero que todos desean que
se acabe pronto, a ese enero marchito y maldecido. Enero debería ser juzgado,
sentenciado, seccionado y fracturado porque los comienzos son el índice del futuro
y el apéndice del presente. <o:p></o:p></span></p><p>
<i><span style="font-size: x-small;">© j.c atienza.</span></i></p><p class="MsoNormal"><br /></p>
<br />Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6964321518016792023.post-78611476226052052352022-02-02T07:23:00.000+01:002022-02-02T07:23:18.996+01:00Benidorm Fest. Nada nuevo en este paraíso de ficción.<p> <br /></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 13.0pt;">A España le cuesta subirse al
carro de los tiempos. No es algo nuevo. Es un mal endémico que nos viene de
lejos, y no basta con esdrujulizar el nombre del festival y ponerle sonoridad
anglosajona para creernos, que no parecernos, más modernos. Y es que España no
puede, o no sabe, o no quiere comulgar con los nuevos tiempos, adaptarse a
ellos e incluso ser referente. Ahora, cuando los toros están siendo relegados ―tal
vez, al lugar que les corresponde―, cuando las peinetas se ubican en ceremonias
solemnizadas, con aires antiguos y procesionales, y las panderetas se han
dignificado ―aunque haya sido necesaria la televisión. ¡Bendita televisión!―, todo
parece abocarse en un esfuerzo, de nuevo, para no dejar de ser y mostrar al
mundo que si hay algo de diferente en este país es, precisamente, su
resistencia al cambio.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-size: 13.0pt;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjVL6o-c2HmGLpqsMlMV5iHMbIMINTxG_TiWa9zAxiPeTJr9MmtXcHJ6s3ze8wGUAuGhX8MtcOxmgUaUlHbyPEbWJHSzXBwWafQ88RgrP_MggKn3HNQ0_IY2tQi-xcAVhED_n-a3U2Zs2TZQVH9fMNfY7FcaHdCRMXioE-fGvQsK4zdZ0FurOGOu4Gg=s1169" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em; text-align: justify;"><img border="0" data-original-height="1169" data-original-width="827" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjVL6o-c2HmGLpqsMlMV5iHMbIMINTxG_TiWa9zAxiPeTJr9MmtXcHJ6s3ze8wGUAuGhX8MtcOxmgUaUlHbyPEbWJHSzXBwWafQ88RgrP_MggKn3HNQ0_IY2tQi-xcAVhED_n-a3U2Zs2TZQVH9fMNfY7FcaHdCRMXioE-fGvQsK4zdZ0FurOGOu4Gg=w226-h320" width="226" /></a></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: 13pt;">El contenido del festival, revisado
varias veces, evidencia lo dicho, que de todas las propuestas de la final, sin
querer poner en duda el valor de todos ellos como artistas y mucho menos a la
ganadora, la propuesta que nos representará en Eurovisión era y es, con
diferencia, de las menos cualificadas, la más simple y menos elegante, la más
casposa, de una vergonzante mendicidad en su letra ―escrita bajo los efectos de
un exceso de carne o por la ausencia de ropa―, de un pobrismo intelectual que
aturde cualquier intento de comprensión y de un topicazo tan manido y
repetitivo que resulta, cuando menos, aburrido, si no lacerante para un país que,
sin apoyar dicha candidatura, soportará una vergonzante exposición ante
millones de espectadores de todo el mundo que se preguntarán, si lo hacen, si
eso es todo lo que se produce bajo la marca España.</span></div><o:p></o:p><p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 13.0pt;">Y escribo todo esto por lo
sucedido en el Benidorm Fest, que sí, que fue festival, y de buenas canciones, y
también Fest, de festival mermado, pero no ciego, que fue más de ojo que de
oído. Porque en este Fest, se ha prescindido de la tradición y de músicas que
otorgan una personalidad potente, intensa, a esta diversidad nuestra. Se ha prescindido
de todo atisbo de genialidad, originalidad, osadía y riesgo. Se ha ignorado la
belleza de las melodías, de las armonías y de las letras con sentido, e incluso
se ha desentendido, cuando no repudiado, de la elegancia de la voz, es decir,
se ha negado el talento. En este Fest, un jurado ha apostado por la mediocridad,
por la verbena, por lo espoliario, y se ha erigido como única voz autorizada en
un claro ejemplo de despotismo deslustrado. ¿Typical spanish?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 13.0pt;">Benidorm Fest tiene, como
mérito y, lamentablemente, el más sonoro, la creación de una nueva seña de
identidad nacional: ha sustituido los toros y panderetas por tetas y culos, de
los que se miran e incluso se desean, pero a los que nadie escucha. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 13.0pt;">Nada nuevo en este paraíso de
ficción.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><i><span style="font-size: x-small;">© j.c atienza.</span></i><o:p></o:p></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6964321518016792023.post-46652972804834187232022-01-13T16:57:00.005+01:002022-01-13T17:09:11.005+01:00Adiós aldea de Navidad de Navalcarnero<p> </p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;">Adiós a la aldea de la Navidad de Navalcarnero. Ver la Plaza
del teatro, como un solar abandonado, limpio, segado, espejado si se prefiere,
mesetario, se asemeja a esa España vaciada. Un vacío que causa tristeza, una de
esas tristezas grises de tardes consumidas y malgastadas. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEifcHgeGDBzNQCHyf1TFvCuyHtxxgbhclZJdefrInxve512CkVfXOBpC_uY9lAgXrCToPAumCP_Lg7ST9BR7eafmyu5eXCdCfuuOVi5e_Uy9952zyliPakHLI8jfkHsOwk7frlBhylHvNk_DAH-R0KFgLHGY3Vv-8SqpTEQLgwEal8-aR4OghYk8Xdt=s1169" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1169" data-original-width="827" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEifcHgeGDBzNQCHyf1TFvCuyHtxxgbhclZJdefrInxve512CkVfXOBpC_uY9lAgXrCToPAumCP_Lg7ST9BR7eafmyu5eXCdCfuuOVi5e_Uy9952zyliPakHLI8jfkHsOwk7frlBhylHvNk_DAH-R0KFgLHGY3Vv-8SqpTEQLgwEal8-aR4OghYk8Xdt=s320" width="226" /></a></div>De esa aldea ya no queda nada, ni siquiera las ruinas para visitarlas.
Todo está limpio como una ilusión falsa que creció en muchos de los que durante
unas horas o minutos habitamos en ella. Pero fue verdadera, y efímera también,
como sucede con todas las cosas que nos gustan, como sucede con la vida misma
cuando sabemos vivirla con intensidad. La aldea de Navidad, la ya vieja aldea
de Navidad, ha desaparecido, pero siempre es bueno recordar ―al menos los
recuerdos no llevan impuestos― que, en este año, en Navalcarnero, la Navidad ha
sido un poco más diferente o, si se prefiere, un poco más Navidad. <o:p></o:p><p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;">Era nuestra aldea. Una aldea muy nuestra, repleta de
preciosismo. Construida y diseñada con cariño, de dulce y colorida iluminación,
con regalos chorreando desde los tejados, con ilusiones envueltas esperando
encontrarse con esa cara de niño que es estrella en Navidad. Nuestra aldea,
porque la hemos hecho nuestra, fue un lugar de encuentro de Santa Claus y de los
Reyes Magos y de todos los que buscábamos un refugio navideño donde sentirnos
más en esta Navidad. La aldea de Navidad, nuestra aldea, ha sido hogar,
chimenea, estufa, luz, calor… y un dulce que se comía con la mirada, y una
ilusión que siempre encontraba por donde derramarse, y magia… mucha magia. He caminado
por sus calles tal y como veía en aquellas aldeas mostradas en la televisión,
con sus cálidos interiores, mientras la nieve cubría con su aterciopelado
tejido los aromas navideños que escapaban por las chimeneas. He sido viajero
del tiempo, de un tiempo sin fechas, de un presente sin pasado ni futuro. He
sido…niño.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;">Y ahora, mientras escribo, y tras finalizar un artículo,
precisamente donde hablo de magia y de magos, estoy más seguro que nunca de que
los magos existen, y que en este pueblo hay muchos. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;">Es mi deseo agradecerles de corazón que moren aquí, en estas
navas del carnero, y que sea el centro de sus conventículos, de sus congresos, de
sus parlamentos, de sus ideas, de sus proyectos… y seamos nosotros, simples
mortales, los que seamos cómplices de esta magia contagiosa. Porque en este
pueblo ―y permítanme que le siga llamando pueblo―, estas pequeñas cosas se
convierten en grandes, y no me olvido de los belenes ―obras de arte de
creadores con mucho arte y voluntad―, que grandes son también las personas que
participan y las hacen posible. A todos ellos, una vez más, mi agradecimiento,
infinito, y que vuelvan más años y sean mejores.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-small;"><i><br />© j.c atienza. </i></span><o:p></o:p></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6964321518016792023.post-30879635746853607932021-12-13T23:00:00.003+01:002021-12-13T23:00:24.846+01:00Caos y orden.<p> <span style="text-align: justify;">Caos y orden es la eterna batalla entre dos significados
antagónicos, entre dos contendientes necesarios y necesitados el uno del otro.
Dos posturas que nos sitúan, sin quererlo, en uno u otro bando, uno más
contestatario, el otro más consentido y posiblemente más admirado.</span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEi0_Y_9dUMLXYP5qlpxEntv_pZgWhTgE9wEZkIQa_9PTIXIPCn7n57TvEnz3UN6aNjP3TgXbrIpXSgkJqX_AfWbUONNoYqOiK6SSqWO7YXlb34BaY-D0osvz-W3CWaXZ0war75dlHoi2Dru2xF_gy8_FYh8D6FMVMHyQu0ryx7dX15IVgux3KvFhzba=s842" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="842" data-original-width="595" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEi0_Y_9dUMLXYP5qlpxEntv_pZgWhTgE9wEZkIQa_9PTIXIPCn7n57TvEnz3UN6aNjP3TgXbrIpXSgkJqX_AfWbUONNoYqOiK6SSqWO7YXlb34BaY-D0osvz-W3CWaXZ0war75dlHoi2Dru2xF_gy8_FYh8D6FMVMHyQu0ryx7dX15IVgux3KvFhzba=s320" width="226" /></a></div>Si a uno le dieran a elegir entre el orden y el caos, no
sería una diatriba difícil de resolver, que la decisión estaría tomada de
antemano, bien porque la práctica o la experiencia han sido muy influyentes, o
porque nació congénita en mi persona con una disposición genética a la
dispersión.<o:p></o:p><p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;">El caos es alegría, es el alborozo de las cosas, es plenitud
en los pensamientos alborotados, agolpados, en las ideas fulgurantes de poca
vida o de muerte prematura; es la vida que espera, también la de los objetos
eternos que no esperan nada de la eternidad. El caos es progreso, es
exploración, es perderse en una vida de cientos o miles de zozobras. También vive,
persiste y resiste en la vida queda, afable, reposada, que esconde secretos que
nos aguardan y que nos necesitan. El caos es enredarse, vivir el desconcierto,
sucumbir a la desorientación y ascender a la superficie a brazadas, como el
exhausto nadador que se ve con el agua al cuello. El caos es desafío, un reto
perdurable o imperdurable que busca una solución no permanente, pero certera y
eficaz. El caos es lo impredecible, lo inesperado; es vida vivida en cada punto
y en cada extremo, que la excita, que la conmueve, es como ese gran amor: bien
para vivirlo o bien para ordenarlo. El caos es la aspiración al orden, a un
orden infinito, inconsistente, interpretativo. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;">El orden es método, es agostar la ilusión, es adormilar lo
impredecible. El orden es la calma del segundero golpeando en su corazón de
rueda dentada, es inmiscuirse en un movimiento de rotación infinito para no
olvidar dónde comienzan nuestras cadenas, para sentir que la libertad es solo
el espacio comprendido entre un tic y un tac. El orden es conservador, con una
aspiración genética, intrínseca, íntima, por mantenerse. Es rigidez, tiesura,
rezura y estructura monocolor, de formas simétricas, de ángulos rectos o
perpendiculares todo lo más. El orden es la obsesión y aspiración de la especie
humana para vanagloriarse de estructura férreas coquetas; de alienación
constante e incesante, sin quebrantaduras ni eslabones defectuosos, de simpleza
de ladrillo.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;">Viviré, por tanto, mi caos, ese orden vital que se enfrenta
a lo geométrico, esa anarquía creativa que insulta al autoritarismo, a esa
dictadura de las reglas rígidas, tiesas y envaradas. Viviré este caos que me
acoge y me recibe cada día hasta llegar al orden definitivo, ese orden
inevitable, de silencio, que todo lo aliena, que todo lo endurece, que te roba
los sentimientos y hasta las expresiones. Viviré mi caos hasta que me alcance ese
orden de muerte, ese orden de la nada.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-small;"><br />© j.c atienza. Diciembre 2021. </span><o:p></o:p></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6964321518016792023.post-25248818969469508622021-11-24T17:30:00.001+01:002021-11-24T17:31:55.094+01:00CETAN. XXXII Certamen de teatro aficionado de Navalcarnero<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjYGMXLu6rYqazaRk17W1NjDza-1Ck3_5ji1WD_SP9HSKKNNoIIyz-DLNraRCheC3kNPkCQ1gJP8l8iOgdUbU_pn42XpfZlSFge6JRXssXav6c9edTAV6GnO20UFG5JMKoCHOYGo4YobTg/s842/noviembre+3-p%25C3%25A1gina001.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><br /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjYGMXLu6rYqazaRk17W1NjDza-1Ck3_5ji1WD_SP9HSKKNNoIIyz-DLNraRCheC3kNPkCQ1gJP8l8iOgdUbU_pn42XpfZlSFge6JRXssXav6c9edTAV6GnO20UFG5JMKoCHOYGo4YobTg/s842/noviembre+3-p%25C3%25A1gina001.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><br /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjYGMXLu6rYqazaRk17W1NjDza-1Ck3_5ji1WD_SP9HSKKNNoIIyz-DLNraRCheC3kNPkCQ1gJP8l8iOgdUbU_pn42XpfZlSFge6JRXssXav6c9edTAV6GnO20UFG5JMKoCHOYGo4YobTg/s842/noviembre+3-p%25C3%25A1gina001.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="842" data-original-width="595" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjYGMXLu6rYqazaRk17W1NjDza-1Ck3_5ji1WD_SP9HSKKNNoIIyz-DLNraRCheC3kNPkCQ1gJP8l8iOgdUbU_pn42XpfZlSFge6JRXssXav6c9edTAV6GnO20UFG5JMKoCHOYGo4YobTg/s320/noviembre+3-p%25C3%25A1gina001.jpg" width="226" /></a></div><br /> <p></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 13.0pt;">Caía la bruma, como en esas
noches de costa cargadas de melancolía con el mar susurrante y expectante. La
noche alboreaba un adiós, un hasta pronto. CETAN se despedía de su XXXII
edición, y qué mejor compañía que un taciturno orvallo que extendía su alfombra
cristalina para ofrecerme sus parabienes. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 13.0pt;">Acudí a su clausura
sollozando por esos sábados futuros, que podrían ser cualquier otra cosa,
incluso tardes de teatro, pero ya no serían tardes de CETAN. Primero fue un
café ―como ya era costumbre―, a las puertas del teatro, dejándome seducir por
los focos, la música y la alfombra roja. Después, me acomodé en la butaca
dispuesto a disfrutar de la función. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 13.0pt;">En el ambiente se respiraban
nervios y se atestaba de expectación. Era la entrega de premios. Mucha alegría
y alborozo en las butacas al saberse nominados, y más aún cuando eran
premiados; premios que se recibían con más entusiasmo del que muestran las grandes
estrellas, entusiasmo contagioso del que fui partícipe desde el anonimato de mi
butaca.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 13.0pt;">CETAN, organizado por el
grupo Azabache, que posee un arraigo en la urdimbre de Navalcarnero, contó con
el apoyo de Cultura y del público, que demostró su gusto por el teatro
acudiendo a él e incluso llenándolo. Dictó su veredicto y sentenció según sus
preferencias mayoritarias. Se decantó más por las comedias o por las medias
sonrisas. «Demasiadas penalidades hemos pasado ya», pensaría más de uno. Tal
vez fuera porque la pandemia también estuvo presente en el patio de butacas y
ejerció su voto ―aunque no sé si con derecho― y sus influencias. Un público
aficionado y, en muchos casos, entendido, que quiere, exige y busca sus
espacios, espacios de ocio en los que la oferta esté más allá de una verdulería
con trajes de noche.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 13.0pt;">Entre aplausos, se cerró el
telón. No quise esperar a que se apagasen las luces. Era el momento de los
protagonistas, y allí se quedaron mientras sus exaltaciones se mezclaban con el
sucinto chapoteo que me recibía a la salida. En la memoria queda la excelente
calidad mostrada en las tablas, los textos tan sorprendentes y elaborados, y
mimados y espejados, que borraron o, cuando menos emborronaron, esa frontera
entre lo profesional y lo aficionado que, si bien es meritorio y admirable lo
primero, también lo es lo segundo: actores y actrices buscando tiempo de donde
casi no lo hay, sacrificando relaciones y familia cuando la vida comienza tras
una jornada laboral ajena a la interpretación. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 13.0pt;">Atrás fue quedando el teatro.
Caía la bruma como un viejo telón sobre su escenario, como una clausura, y lo
hacía en una lenta parsimonia, en una perezosa procesión. La noche había dejado
escrito su adiós. El taciturno orvallo, me rehumedecía como despedimiento
mientras el eco de los aplausos aún percutía en mis oídos, y la memoria, mi
frágil memoria, todavía hoy, se esfuerza por recordar nombres ya imperfectos y
escenarios incompletos que quieren formar parte de los recuerdos imborrables.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 13.0pt;">Enhorabuena a todos:
organizadores y participantes y hasta pronto. Hasta la siguiente edición.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-size: x-small;"><i>© j.c atienza. Noviembre
2021.</i></span><span style="font-size: 13pt;"><o:p></o:p></span></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6964321518016792023.post-39445155614411809172021-11-13T00:31:00.002+01:002021-11-13T01:22:07.209+01:00Teatro y teatros.<p><br /> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhGpm5AN5QbrYMmA_vDrx2dHXp5ly_P7pJMZ0kvoVjDVC4O2YSKrn9wRLm95AtGdxSJo-xKUnrjWpssxDWKOmrRf4KNSRNLPck3e0g648kYNOXR4TXPedh71kZ-XmU5tjRFLnjjtQ1ntXI/s2048/teatro.jpg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1365" data-original-width="2048" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhGpm5AN5QbrYMmA_vDrx2dHXp5ly_P7pJMZ0kvoVjDVC4O2YSKrn9wRLm95AtGdxSJo-xKUnrjWpssxDWKOmrRf4KNSRNLPck3e0g648kYNOXR4TXPedh71kZ-XmU5tjRFLnjjtQ1ntXI/w200-h133/teatro.jpg" width="200" /></a></div><br /><p></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 13pt; line-height: 107%;">Teatro y teatros y, a sus puertas, tan importante como la
obra o el propio teatro, los conventículos de aficionados y de expertos. Para los
primeros, los que van una vez al año, sonríen cuando una cara conocida les
reconoce, o cuando una persona de influencia destacada, aunque solo sea
concedida por un periodo determinado y de signo político divergente —que poco
importa tratándose de influencias y posiciones—, ejerce un leve movimiento de
su testa para desplegar un saludo. Crece entonces una ficticia distinción, tan
efímera como el propio aplauso de la obra, y creerá formar parte de la sociedad
influyente que rubricará en sus ademanes e incluso en sus amistades. Será solo una
distinción distinguida por la ciencia de la fortuna como compensación por su
asistencia a un evento cultural, porque la cultura es la cultura, y la cultura
se premia, aunque el premio sea una escueta moneda de valor discutible,
minúsculo en cualquier caso e intangible en todos, que le permite integrarse en
círculos tan cercanos, tan próximos, tan íntimos, en los que practicar apología
del sexo o inmiscuirse, con un mínimo de rigor, al menos, en alguna orgía
intelectual, de esas que suceden en cenas improvisadas, unas, y planeadas o
planificadas en otras, porque lo de menos, seguramente, fue el teatro, aunque
después haya sido lo más.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span><o:p></o:p></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: 13pt; line-height: 107%;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh7ytcf8DKqFiyS5uNi7twNrAaFtpp51Ev2aQToQRd8rqKh_RvmMFd_5uUCObE8BEouHfjXPE_lrRE5c4OvmxDYAU6p8_hyQKNjll7EvMJ5S8pat1Pg80blDO4GJ1tY2sVGMX88oIYRo2A/s2048/noviembre-2-teatro-y-teatros.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2048" data-original-width="1448" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh7ytcf8DKqFiyS5uNi7twNrAaFtpp51Ev2aQToQRd8rqKh_RvmMFd_5uUCObE8BEouHfjXPE_lrRE5c4OvmxDYAU6p8_hyQKNjll7EvMJ5S8pat1Pg80blDO4GJ1tY2sVGMX88oIYRo2A/w226-h320/noviembre-2-teatro-y-teatros.jpg" width="226" /></a></span></div><p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 13pt; line-height: 107%;">Y, luego están los segundos o los otros: los expertos, los
que no se pierden una, los aficionados de verdad que analizan la puesta en
escena, vestuario, texto e interpretación, los que son pedagogía y crean
escuela, los que están más allá de las redes sociales, los que conviven entre
las palabras sabias y las preguntas inteligentes. Los que enseñan, vamos. Ellos
son también los más quejicosos, los que se lamentan con frecuencia, los que ven
peligrar el teatro y los que buscan las causas de la desafección., Y tras ellos
o a su alrededor, los corrillos, esos anillos humanos que circundan un núcleo,
como un pequeño universo en el recibidor del teatro, con sus intelectuales novicios,
sus becarios en prácticas, sus «presumidores» con arte y oficio que buscan
hacerse un hueco, los curiosos que quieren ser enteradillos y los aprendices
que aspiran a ser considerados y respetados. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 13pt; line-height: 107%;">Teatro y teatros, porque el teatro, no sé si el bueno o el
malo, o indistintamente, empieza a disfrutarse y vivirse en el exterior. Que no
sé si la asistencia al teatro es más por ver lo que acontece a sus puertas que
tras ellas.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 13pt; line-height: 107%;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><i><span style="font-size: x-small;"><span style="line-height: 107%;"><o:p> </o:p></span>© El embegido dezidor.</span></i></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6964321518016792023.post-7137390615011412952021-10-31T11:06:00.008+01:002021-10-31T11:12:28.576+01:00Tarde de otoño.<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhfJO0mHKYTBbYxkVmk9Ta6-S8BIcSV59Fd-TL6-qAuYxq_0qUz-68_qWbQ64jD1Lr72EuzbfQlKxQ4FZJKB77rI0lkD4di7FNa435XvlHYTnANDvf3wo7mtTeZSNABw6mC4XhgeoPLzRs/s842/tarde+de+oto%25C3%25B1o-p%25C3%25A1gina001.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="842" data-original-width="595" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhfJO0mHKYTBbYxkVmk9Ta6-S8BIcSV59Fd-TL6-qAuYxq_0qUz-68_qWbQ64jD1Lr72EuzbfQlKxQ4FZJKB77rI0lkD4di7FNa435XvlHYTnANDvf3wo7mtTeZSNABw6mC4XhgeoPLzRs/w283-h400/tarde+de+oto%25C3%25B1o-p%25C3%25A1gina001.jpg" width="283" /></a></div><br /> <p></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6964321518016792023.post-64049616397510750672021-10-20T07:07:00.000+02:002021-10-20T07:07:11.029+02:00Ayuso y su educación "regalada".<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiBTIN0X0htmTiBfdKky8OGTWfcgtdRg8aGKuN9_RvdQIhc8WtWPwrl1Vx0eyj4IM-xOsud1Dmtzu3GoTLPwPGvdHc30PK3kvjX3wGBQydzdotziNZLGWthAo5gWqnTSk_yVVKf-d_apmc/s800/ayuso2.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="800" data-original-width="800" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiBTIN0X0htmTiBfdKky8OGTWfcgtdRg8aGKuN9_RvdQIhc8WtWPwrl1Vx0eyj4IM-xOsud1Dmtzu3GoTLPwPGvdHc30PK3kvjX3wGBQydzdotziNZLGWthAo5gWqnTSk_yVVKf-d_apmc/w200-h200/ayuso2.jpg" width="200" /></a></div><div style="text-align: justify;"><p class="MsoNormal"><span style="font-size: 13.0pt;">Habló Ayuso, y lo hizo por
esa boca de eco y noticiario, entre el discurso pugilístico y cortesano, entre
lo bravío y lo vulgar, o con ambos, porque es de su naturaleza ser generosa,
braveadora y buscarruidos. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-size: 13.0pt;">Habló Ayuso y causó pavor,
incredulidad, irreligiosidad y aplausos que, en esto, como casi en todo, va por
barrios; y ella, encopetada y farfantona, anunció el final de una educación
regalada. ―¿Acaso hay mejor regalo? Me pregunto―. Será porque Ayuso no ha tenido
una educación regalada, o porque su educación no fue ni mucho menos un regalo,
tiende al reduccionismo, a la idea desnuda, sin curvas y sin lencería y, por
ello, ha causado tanto revuelo en redes y fuera de ellas, porque la sencillez e
incluso la simpleza no son solo bien entendidas, sino veneradas.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-size: 13.0pt;">Pero prestando atención a su
discurso, o a la falta del mismo, y teniendo como precedente la animadversión
que la presidenta siente o padece por la escuela pública, que podrá ser escuela,
pero en sus desvelos no es educación, afirmo que ha sido mal entendida. Conclusión
a la que llego por descarte. Si la escuela pública no es educación y en la otra
escuela, la de empresa y billetera, se paga hasta por figurar, queda únicamente
la escuela concertada como ejemplo real de educación regalada. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-size: 13.0pt;">Y Ayuso ha advertido, y lo ha hecho por adelantado; de modo que una vez que estos «regalos» para matricularse en
una educación subvencionada por la teta del Estado desaparezcan, puede que lo
que se entendió por un privilegio defendido a capa y espada por plazas, bares y
velorios con lacitos naranjas y enseñas rojo y gualdas, sea ahora un castigo
por querer pertenecer, de apariencias, a una clase social por encima de sus
posibilidades, pues es, al fin y al cabo, un episodio más en la lucha de
clases, pero donde solo combate una: la de Ayuso.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-size: 13.0pt;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-size: x-small;"><i>© j.c atienza. </i></span></p><br /></div><p></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6964321518016792023.post-6604022821043119532021-10-11T11:10:00.000+02:002021-10-11T11:10:31.480+02:00Feria del libro de Navalcarnero: un oasis.<p> </p><p class="MsoNormal" style="line-height: 115%; text-align: justify;"><br /></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 115%; text-align: justify;"><span style="font-size: 13.0pt; line-height: 115%;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiJZddR7nrhgNer-CFi0ngCv947fdGyOMpJ26zmhCLk7egS4xx-CrmvEJ7FGtJrKVTq8DCMWZTrGv9XWNNQN89RoJkyih120K-S1oaPwuSR8hUZLvaS3DPPxT29gEA5GTm4N85l5DJ5Mmg/s2048/foto+feria.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2048" data-original-width="1536" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiJZddR7nrhgNer-CFi0ngCv947fdGyOMpJ26zmhCLk7egS4xx-CrmvEJ7FGtJrKVTq8DCMWZTrGv9XWNNQN89RoJkyih120K-S1oaPwuSR8hUZLvaS3DPPxT29gEA5GTm4N85l5DJ5Mmg/w150-h200/foto+feria.jpg" width="150" /></a></div><div style="text-align: justify;"><p class="MsoNormal" style="line-height: 115%;"></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 115%;"><span style="font-family: arial;">En Navalcarnero, más que una feria
del libro, se ha presentado una miniferia. Una feria seguramente meditada,
parida con cariño y crecida entre arrumacos, pero de la que han huido los
libreros. Indicador este, indiscutible, de que el ideario no ha funcionado bien
o que el ideador/a, siempre voluntarioso/a, sufre y asume las consecuencias de
decisiones de última hora, poco instruidas y ajenas a su persona. La feria, en
definitiva, ha sido una de esas ferias impostada, artificiosa, incluso obligada,
una feria de adorno, para salir del paso, con ilusión seguro, pero con
afligimiento. Una feria que se muestra como una prostituta novata, sin
atractivo, que no sabe bien dónde ubicarse y espera la noche para no mostrar
sus vergüenzas o sus carencias. Porque la feria, no nos engañemos, ha sido una
pequeña pústula en el solar de la plaza, o si se quiere, una fortificación
enfadada que le da la espalda al mundo o, para los más optimistas, una nueva
Numancia que se resiste al cerco de las cañas y tapas. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 115%;"><span style="font-family: arial;">Y si alguien piensa que esto es
ficción, bien le aseguro lo contrario, que tal vez, por eso de incentivar, habría
que fomentar: «Un libro, una caña y una tapa», y así, esa libertad de soflama y
telediario, tan avasalladora como poco convincente, de cañas y tapas me refiero,
se parecería un poquito menos a esa libertad —la real, la verdadera, la que
sufrimos— de «cañas y barro», al menos en apariencia, pues en eso se ha quedado
esta feria, en una apariencia. Y después de esta disertación y búsqueda de
epítetos y calificaciones, sin pretender ser un agorero, o al menos no tanto,
me quedo con la palabra oasis como el mejor símil para resumir lo que ha sido
esta feria.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 115%;"><span style="font-family: arial;">Pero es momento de ser optimista, y
más vale poco que nada, que siempre es mejor ver el vaso medio lleno que medio
vacío. Que, si bien podría ser vista como una amante despechada en una España
de mantilla y escapulario, ésta ha sido generosa y entrañable, y ofrecida y dadivosa.
Por tanto, debemos celebrar, como amantes de los libros, que tuvimos nuestra
feria, como también la tienen los amantes de las tapas, que ambas no son incompatibles.
<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 115%;"><span style="font-family: arial;">Y para nosotros: lectores, escritores
y libreros, y gente del mundo de la literatura, este pequeño aposento es una
gran conquista, que sabe muy bien, porque es conocido que en el mundo del libro
lo poco es mucho y lo pequeño grande. Es mi obligación felicitar, con el más
sincero agradecimiento, a todos estos guerreros/as sin antifaz que, desde sus
acantonamientos, nos abren las páginas de los libros como banderas para ondear
libremente en nuestras cabezas y de quienes, con mucha voluntad, consiguen que
año tras año la ilusión por los libros continúe. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 115%; text-indent: 0cm;"><o:p><span style="font-family: arial;"> </span></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 115%;"><span style="font-family: arial;"><span style="font-size: x-small;"><i>© j.c atienza. Octubre 2021</i></span><o:p></o:p></span></p><br /><p></p></div>Unknownnoreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-6964321518016792023.post-66733659985236542322021-03-26T15:53:00.000+01:002021-03-26T15:53:41.198+01:00DE HATERS, SALTEADORES Y MERETRICES<p> </p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;">¿Es el ocio la nueva enfermedad
de la sociedad del siglo XXI? A tenor de los acontecimientos así lo parece, y
si todavía no lo es, los síntomas son más que preocupantes. Nos hemos
acostumbrado a vivir rápido, casi despreciando y desperdiciando, cuando no castigando,
las cualidades de nuestros sentidos, mutilándoles los matices. Vivimos con gran
intensidad, en muchos casos inexplicable y en otros inaudita, queriendo vivir
en un corto espacio de tiempo lo que hubiese requerido de horas, y esto,
también se trasmite a nuestro ocio. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhJoZBCJx0Cty_c0bLmX77rGv-DVoLCk-7YwB-dhvpvKvYIq742bygQj3ZeT9UolTOIUzTYapQ5zxmgxyyMj7S1ofukhaBsJaYj3Kchm1e1HjAQ9N0G2nY196OlFCEhIQQrk1q8UspVRQk/s1498/Delito-de-odio.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1004" data-original-width="1498" height="134" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhJoZBCJx0Cty_c0bLmX77rGv-DVoLCk-7YwB-dhvpvKvYIq742bygQj3ZeT9UolTOIUzTYapQ5zxmgxyyMj7S1ofukhaBsJaYj3Kchm1e1HjAQ9N0G2nY196OlFCEhIQQrk1q8UspVRQk/w200-h134/Delito-de-odio.jpg" width="200" /></a></div>La insatisfacción que el ansia
provoca, esa ansia de ser y estar felices, anhelando una felicidad rápida, que
también se compra y se consume, nos predispone al encuentro de fórmulas nuevas
de ocio que, fuera de los lugares destinados a ello, nos cuesta encontrar. Y,
ciertamente, imposibilitados ya para esa exploración, perdido nuestro punto de
origen, nos abocamos a sanar nuestras insatisfacciones en lugares más cercanos
e incluso más íntimos: nuestros hogares, nuestro ordenador; y lo hacemos desde
lo más simple y banal y, por tanto, desde lo más inmeritorio. Y es en este
punto cuando surge «la mala baba», y nuestras propias frustraciones, nuestros
propios desprecios, nuestra triste vida se desparrama a través del teclado y
viaja anónima en la nube hasta llegar a su paradero, y no lo hace para crear,
ni siquiera para criticar, sino para destruir, para arramblar y asemejarlo todo
a ras de nuestras tristes vidas. De ahí los «hater» y demás especímenes
cicateros, salteadores de la conversación y meretrices de la palabra que,
después, sobre el terreno que pisan, sin más compañía que su propia sombra,
mantienen la compostura serena y la palabra calmada para no decir nada, para
aceptar o sucumbir, o simplemente para no hacerse notar. <o:p></o:p><p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;">Pero tal condición, que es
intrínseca al desarrollo de la humanidad, si bien antes era en los corrillos y en
pequeñas reuniones a la puerta de la iglesia o del colegio, ahora se hace
individualmente y, como entonces, pero actualizados a estos tiempos digitales,
se buscan alianzas anónimas en las redes y el consuelo del aplauso y del «me
gusta», y, así, al menos, queda la satisfacción de haber sido por unos
instantes, el/la protagonista. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;">A ver si va a tener razón un
pedagogo, conocido mío, cuando allá por los años noventa, afirmaba que el mal
de pueblo era el exceso de tiempo libre que, de otra manera, estaría más
ocupado en resolver sus problemas que en generárselos a los demás. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-small;"><i>© El embegido dezidor. <br /></i></span><o:p></o:p></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6964321518016792023.post-20656361695060483182021-03-21T10:54:00.000+01:002021-03-21T10:54:22.897+01:00MAESTROS ESTRELLA Y MAESTROS ESTRELLADOS. La mala educación XXI.<p> </p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 13.0pt; line-height: 107%;">Es evidente que en esta profesión —a la del magisterio me
refiero—, como supongo ocurrirá en las demás profesiones, siempre han existido
y existirán los buenos, los malos, los entusiastas, los desanimados, los
vocacionales y, por supuesto, también los «pasados» o los «quemados».<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 13.0pt;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjBIzXca16MWic8y4ZMBsxfqpOB0LU-VkD6HarivBZ9dyNRn5LUsSGqJqjXmoDtn14_O4AezEYt30Urez-oTHQ3pf9AB5y-u8jF-o3zx274D-gLGeWDRaFwwCiebKp-U9NB3PRnWuIwGCY/s960/galardones.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="960" data-original-width="720" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjBIzXca16MWic8y4ZMBsxfqpOB0LU-VkD6HarivBZ9dyNRn5LUsSGqJqjXmoDtn14_O4AezEYt30Urez-oTHQ3pf9AB5y-u8jF-o3zx274D-gLGeWDRaFwwCiebKp-U9NB3PRnWuIwGCY/w150-h200/galardones.jpg" width="150" /></a></div>Pero
de un tiempo a esta parte, me encuentro con una nueva partición —hasta ahora
desconocida por mí fuera de los corrillos de puerta de colegio—, que dudo sea
extensible a las demás profesiones porque en ésta, y he aquí lo curioso, nace
desde el mismo embrión de la escuela, es decir, desde los propios maestros. Y
es que ahora tenemos, además, profesores estrella y, por el contrario, los
estrellados, es decir, el resto. Y para constatar tal hecho y demostrar que no
es consecuencia de mi iracundia, pásense por los muros de redes sociales de
algunos de los «agraciados», pues verán que han aparecido concursos y quién
sabe si vendrán también programas —tras exhaustivos estudios para preparar
audiencias— de entretenimiento en vivo en los que participe la gleba con sus
votos<o:p></o:p><p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 13.0pt; line-height: 107%;">Y esta aclamación —la de los agraciados—, que roza la
glorificación, me pregunto si no es, en muchos casos, más que la aceptación o
la adaptación de algunos o muchos de estos buenos maestros a los postulados de
sus votantes o de las empresas que les aúpan, a los que, en un futuro, se
deberán para no ser denostados o quemados en el patíbulo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 13.0pt; line-height: 107%;">Pero si algo es más sorprendente en una profesión poco dada a
las alegrías, es la promulgación de su nominación, incluyendo una buena ración
de sabiduría que, lejos de ser lección, pretenden que sea dogma a seguir; como si
los maestros necesitasen más gurús para realizar sus trabajos. Y no reprocho
este hecho —el de airearlo en las redes sociales con laureles y pétalos de rosa
si es necesario—, no, sino el desprecio que desprenden hacia la labor de otros
profesionales que cumplen sus objetivos o que lo intentan; cuyos métodos se
alejan notablemente de las «modas estrella», o no tanto, y cuyos resultados no difieren
en absoluto —como nos pretenden hacer creer desde sus púlpitos con sus
discursos triunfalistas y demoledores—, de los «maestros estrella».<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 13.0pt; line-height: 107%;">Y si alguien ve en mí un prurito de envidia, que no faltará
quién, a mis años, y ya retirado, fueron mis alumnos quienes me otorgaron el
título del «Abuelo Maestro», y llevaron a sus hijos para que siguiera siendo su
maestro. ¿Acaso hay mayor recompensa?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 13.0pt; line-height: 107%;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="line-height: 107%;"><i>© El embegido dezidor. <br /></i><span style="font-size: 13pt;"><o:p></o:p></span></span></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6964321518016792023.post-80716842127434039802021-02-05T12:59:00.004+01:002021-02-05T12:59:40.967+01:00QUIERO LIBROS<p> </p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg6d-NJMTbp-zIdQ0vwaJfyEa3NCvrRPhpYn5xTxR1vpmBD7SKAiyFQRyfIIJh_Chdm-Ezhe18E6nRKZSn1dZ6ISalYYbNZgn0S2B8l8MeBnf4VrURwWWN3ifm76oDGHFKb4ImagAhe92I/s720/libros.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="720" data-original-width="434" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg6d-NJMTbp-zIdQ0vwaJfyEa3NCvrRPhpYn5xTxR1vpmBD7SKAiyFQRyfIIJh_Chdm-Ezhe18E6nRKZSn1dZ6ISalYYbNZgn0S2B8l8MeBnf4VrURwWWN3ifm76oDGHFKb4ImagAhe92I/w121-h200/libros.jpg" width="121" /></a></div>Si me preguntaran cómo quiero
vivir los años que me queden, contestaría, sin dudar, que rodeado de libros.
Doy por hecho, para evitar suspicacias y maledicencias, que, por supuesto, al
lado de los míos, de mi familia, porque en este punto quiero ser un
privilegiado, y considero un premio irse cuando corresponde, pero siempre el
primero, que no quiero llevar las despedidas adosadas a los recuerdos.<o:p></o:p><p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;">Habrá quien se pregunte: «La de
este hombre debe ser una vida aburrida», y no voy a ser yo quien se lo discuta,
pues es cierto que no es mi vida una vida para ser narrada, porque si alguna
vez tuvo algo de interés, ese quedó para la memoria como algo pétreo que ni los
recuerdos, a mi edad, consiguen trasmitir vivacidad. Ahora, y por ser un
momento en el que la vida ofrece mucha resignación, y las ilusiones, si
aparecen, son muy comedidas e incluso dosificadas, son los libros una fuente de
vida y de salvación.</p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="text-indent: 35.4pt;">Tal vez por
todo esto, haya nacido en mí la pasión por los libros, una pasión que, si bien
no es reciente, se ha acrecentado con la edad y tal vez —con un poco de mala
leche—, este aumento ha ido de la mano al mismo ritmo que mis ojos han perdido autoridad.
Y el resultado debe ser, pues me gusta encontrar una explicación, que cuando
uno apenas puede vivir su propia vida, ésta se encuentra entreverada en esas páginas,
viva en esos personajes que ahora me empeño en buscar. Vida o vidas que nunca
he soñado y que, con seguridad, jamás viviría ni viviré, pero que, a través de
sus páginas, esas vidas que pertenecen a otros, me acompañan, las acompaño y
las comparto.</span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="text-indent: 35.4pt;"><br />Sí, por favor,
quiero libros, y táchenme si quieren de sibarita, pero creo que puedo tomarme
esa licencia, porque tratándose de libros, confieso que los prefiero de papel,
porque el libro es como el sexo, que si los sentidos son muy importantes, el
tacto es fundamental.</span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">© <span style="font-size: x-small;"><i>El embegido
dezidor.</i></span> <o:p></o:p></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6964321518016792023.post-63975386519589198622021-01-23T19:50:00.001+01:002021-01-23T19:54:41.975+01:00HUMANIZAR LAS AULAS. La mala educación XX.<p style="text-align: justify;"> </p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 13.0pt;">¿Qué ha unido a la pandemia,
al temporal y a la educación? La digitalización. Y esto que, sin duda, debiera
ser una buena noticia, y de hecho lo es, sin embargo, lo que se ha puesto de
manifiesto es que esta extraña consustancialidad, es cuando menos, dificultosa.
Es decir, que o se pone remedio de inmediato o el divorcio está a
cascaporrillo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiUoUTVSXQSWTZsNocnG4R7WQGp91mjVmn9jSGcysPxuLUJMhYXX1SL0wNcFRkl6807FjipQN4ERAowxY-2evDjx9E6m9CnXPS40Z4qN0U0cpdN89vYb5XJjTMKSrAw-jwwUXIcaELeWcA/s1354/jose+jalon+%25282%2529.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="494" data-original-width="1354" height="73" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiUoUTVSXQSWTZsNocnG4R7WQGp91mjVmn9jSGcysPxuLUJMhYXX1SL0wNcFRkl6807FjipQN4ERAowxY-2evDjx9E6m9CnXPS40Z4qN0U0cpdN89vYb5XJjTMKSrAw-jwwUXIcaELeWcA/w200-h73/jose+jalon+%25282%2529.jpg" width="200" /></a></div><span style="font-size: 13.0pt;">Con anterioridad al 2020 y
más concretamente en este fatídico año <br />del 2020, aprovechando las adversas
circunstancias, la digitalización era el curalotodo de la educación y, por
ende, el paso previo para la desaparición de la enseñanza presencial. La figura
del maestro quedaba relegada a un segundo plano, simplemente como mero
conductor de las diferentes enseñanzas. Noticia esta, muy atractiva para los
administradores de lo ajeno que veían suculentos ingresos en sus cuentas de
ahorro para destinarlos a otras partidas, algunas más sociales que otras, y
también para algunos bolsillos particulares, porque en este país, digan lo que
digan, la tendencia es muy importante.<o:p></o:p></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 13.0pt;">Pero si algo ha dejado
patente los días de confinamiento y el obligado recogimiento por el temporal,
es que desdeñar la enseñanza presencial, sería cuando menos, conducir a una
gran parte del alumnado a un suicidio colectivo ―entiéndase por suicidio una
condena al alumnado que estaría dictada y nunca firmada―. Confinarse sin más
pretexto que el aducir que todo lo tengo en casa, algo inexorablemente contra
natura, es una entusiasta aspiración a la que nos están conduciendo con
premeditación y, ante la cual, sucumbimos como borregos ―¿consecuencia de la
tecnología?―. Pero la educación ha descubierto las quebraduras de estas
aspiraciones, así como las insuficiencias de esta digitalización que no puede
ser de cualquier manera y que, a edades tempranas, son más que evidente y si se
quiere, transparentes.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 13.0pt;">Llegados a este punto, y
después de lo sucedido, y si la experiencia sirve para mejorar lo aprendido, lo
que toca es humanizar más las aulas, y eso, como todo lo relacionado con la
educación será labor de profesores y maestros. Y a los responsables de la
digitalización, les corresponde encontrar el equilibrio, la combinación más
perfecta y beneficiosa donde la dualidad: maestro y tecnología, se den la mano.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-size: 13.0pt;"><o:p> </o:p></span><span style="font-size: x-small;"><i>© j.c atienza.</i></span><span style="font-size: 13pt;"> </span></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6964321518016792023.post-29277815659708926332021-01-22T17:30:00.000+01:002021-01-22T17:30:00.878+01:00CIUDADANÍA SÓRDIDA E INFAME.<p> </p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 13.0pt;">«Si
el cielo de Castilla es tan alto, es porque lo levantaron los agricultores de
tanto mirarlo». Así lo dejó escrito Miguel Delibes. Y hablando de Navalcarnero,
no sabemos si el cielo está tan alto, o si simplemente está alto, porque aquí,
y tal vez porque hayamos dejado de ser castellanos, no miramos al cielo. Y no
lo hacemos porque no nos guste, ni porque la tecnología nos embruje o nos
atonte que, en Navalcarnero, si no miramos al cielo es porque sufrimos
imposibilidad. Y la realidad, por mucho que nos duela, es que como paseantes no
desligamos nuestros ojos del suelo, que mirar al cielo se ha convertido en un
ejercicio de riesgo, o cuando menos molesto. <o:p></o:p></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi4qDuUjZQAP1vVW3bn3rK2vlhQWgFXW4ih-DElFC3s9IVqNjm4jQNfK9POSgxtGJfe4QfJv8UrHoHgKsDgVbVgGLaUyy4Kcm3MXGV8cR93ZMPfXDMTZckzmpZ-Od3Fwb3b8osj4mUeWVQ/s936/CACA.png" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="492" data-original-width="936" height="105" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi4qDuUjZQAP1vVW3bn3rK2vlhQWgFXW4ih-DElFC3s9IVqNjm4jQNfK9POSgxtGJfe4QfJv8UrHoHgKsDgVbVgGLaUyy4Kcm3MXGV8cR93ZMPfXDMTZckzmpZ-Od3Fwb3b8osj4mUeWVQ/w200-h105/CACA.png" width="200" /></a></div><p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 13.0pt;"><o:p> </o:p></span><span style="font-size: 13pt;">Y
no digo esto porque sí, que si usted pasea por nuestras nobles calles, no es
necesario mucho esfuerzo para ser ungido, por la buena ventura, con un
excremento canino adherido a la suela del zapato, que sus dueños, del can me
refiero, deliberadamente, han preferido ignorar.</span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 13.0pt;"><o:p> <br /></o:p></span><span style="font-size: 13pt;">Y
debe ser que estos personajes —que dudo de su exquisita pulcritud en sus
hogares y que, sin vacilación</span><i style="font-size: 13pt;">, </i><span style="font-size: 13pt;">manifiestan una ciudadanía sórdida e
infame—, se han sentido molestos por este paisaje bucólico que la nieve nos ha
dejado y, refugiándose en el silencio y en la ausencia de miradas, han
determinado, en un ejercicio excrementoso, muy al orden de sus estercoleros
neuronales, ejercer libertinamente la evacuación de depósitos orgánicos de
mamíferos cuadrúpedos en aceras y calzadas a su libre albedrío. No sé si
pretenderán abonar el asfalto, pero desde luego, necesitan que sus cabezas sí
sean abonadas, y urgentemente, por ese néctar tan efectivo: la multa.</span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 13.0pt;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-small;">©
j.c atienza.</span><span style="font-size: 13pt;"><o:p></o:p></span></p><br /><p></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6964321518016792023.post-29534969697856948512021-01-16T12:17:00.001+01:002021-01-16T12:28:57.635+01:00LA MALA EDUCACIÓN XIX. ESA VECINA QUE ME DIJO... III. (Ley Celaá)<p> <span style="text-align: justify;">Desde
mi despacho escuchaba cantar a mi vecina, y puedo decir que fue grata la
sorpresa, que mi pluma rebosaba de felicidad, pues recorría el papel dejando
trazos que mucho me temí que no fuera capaz de darles un final.</span></p><p class="MsoNormal" style="mso-line-height-alt: 5.0pt; text-align: justify;"><o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg9baCywJuMOsKEZpx4DDFDHmk2drsWElxjsOv0PMVTkFcm5rsxqoQQWj14s0s-5kbGU0O8h-hJGgyRBmxwwwsybhd0JHO45ZdqK6R8eYmSY26gR2R-28rf4axoWDPZygat2YOjDeIjUI8/s512/educaci%25C3%25B3n+p%25C3%25BAblica+3.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="256" data-original-width="512" height="100" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg9baCywJuMOsKEZpx4DDFDHmk2drsWElxjsOv0PMVTkFcm5rsxqoQQWj14s0s-5kbGU0O8h-hJGgyRBmxwwwsybhd0JHO45ZdqK6R8eYmSY26gR2R-28rf4axoWDPZygat2YOjDeIjUI8/w200-h100/educaci%25C3%25B3n+p%25C3%25BAblica+3.jpg" width="200" /></a></div><o:p> </o:p>Empezó con la Pantoja y ese
famoso “Marinero de luces” que repetía una y otra vez, y les aseguro que,
siendo solamente un aficionado a la música, aunque lamentablemente de
habilidades precarias, a cada repetición mejoraba ostensiblemente su interpretación,
así como su afinación que terminó siendo impecable. Y, después de la Pantoja,
le llegó el turno a Nirvana. Ya no puedo decir el título pues no soy muy dado a
retenerlos y mucho menos en un idioma que no domino y que me ha causado
múltiples trastornos. Pero ella también canta en inglés, y es que descubrí que
a mi vecina no solo le gusta parlotear e incluso vestirse de cruzada, sino que,
además de sus bravuconadas, le gusta cantar y es políglota. Mucho me temo que
tal disposición suponga para ella obligación por demostrar de manera continuada
sus dotes en su oratoria.<p></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p> </o:p>Pensé entonces que, tal vez, mi
vecina, no había sido ungida por alguien del mundillo del arte y, por tanto, no
había gozado de esa oportunidad que otros, posible y seguramente con menos
mérito que ella, sí habían tenido.</p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p> </o:p>Quedé, de acuerdo conmigo mismo,
que en cuanto la ocasión se presentara, le hablaría sobre el tema. Que la
igualdad de oportunidades es, sin duda, un perfecto mostrador inexpugnable de
que un país y una sociedad, evolucionan sana y favorablemente. Se trataría,
pues, de un país en el que, en todas sus facetas, estarían los mejores, los más
capacitados y los más preparados.</p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p> </o:p>Pero es por ello que aquí es tan
necesario crear educaciones alternativas, porque no se trata de encontrar a los
mejores, a los más capacitados, sino, siendo un negocio, encontrar, de entre
los suyos y solo de entre los suyos y, por negación de los demás, a los más
preparados, que no tienen por qué ser los más capacitados o los mejores.
¿Entendería que a una sociedad se la castigase con desplazarse en triciclo para
que aquellos que tuvieran bicicleta fueran los más rápidos, pero, al mismo
tiempo, se le negase a quien tiene un vehículo a motor la gasolina para hacerlo
funcionar porque desmerecería a los demás?</p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p> </o:p>Tal vez, mi vecina reflexione
sobre esto. Tal vez podamos llegar a entendernos. Albergo esa esperanza.</p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p> </o:p><span style="font-size: x-small;">© j.c. atienza.</span> </p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p></o:p></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6964321518016792023.post-1001646995341716402021-01-12T20:37:00.001+01:002021-01-14T20:46:48.293+01:00LA MALA EDUCACIÓN XVIII. ESA VECINA QUE ME DIJO... II (Ley Celaá)<p> </p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhlxD7F3mkOspPjZD_bA3lpiV8BlBoHo7ia_FhzH_D0fXBhveYhWL-LliAUPY4gTtimmRoMJKU0Imaz854uV7RBt8iM8Kl4DAwTql1BcTWg8HJ7TtsiIT6Tvg6KthHKrFIOvfLAsMvPRGE/s650/educaci%25C3%25B3n+pulbica+es+un+derecho.jpg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="259" data-original-width="650" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhlxD7F3mkOspPjZD_bA3lpiV8BlBoHo7ia_FhzH_D0fXBhveYhWL-LliAUPY4gTtimmRoMJKU0Imaz854uV7RBt8iM8Kl4DAwTql1BcTWg8HJ7TtsiIT6Tvg6KthHKrFIOvfLAsMvPRGE/s320/educaci%25C3%25B3n+pulbica+es+un+derecho.jpg" width="320" /></a></div><span style="font-size: 13pt;">Me contaba mi vecina, en uno de esos días insulsos, en
los que no hay mucho de qué hablar, en una de esas ocasiones en las que uno
espera que la conversación termine cuanto antes para no ensombrecer más un
tiempo indeseable que nunca debió suceder, la historia y el porqué de la
matriculación de su hijo y de la elección de colegio. Y todo ello macerado, que
no dulcificado, pues iban sus palabras cargadas de vinagre y picante, con una
perorata envenenada que apuntaba una y otra vez a una escuela y, más
concretamente, a una ley que sí, que me afecta directamente, pero que yo no he
redactado. Si a alguna conclusión llegué, o más bien confirmé, es que mi vecina
y yo no nos pondremos nunca de acuerdo. Pero, aun así, no cejando en mi empeño
y, tal vez, por deformación profesional, le rogué que me escuchase, que mis
palabras le aportarían una información extra que, sin ser nada extraordinaria
ni secreta, podría serle de valor, y que no encontraría, muy posiblemente, en
su televisión.<o:p></o:p></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-size: 13pt;"><o:p> <br /></o:p></span><span style="font-size: 13pt;">Esta afirmación pareció convencerla, al menos no hizo
por marcharse, y sé que lo deseaba. Se quedó a la escucha, aunque solo fuera
por demostrarse y demostrar después ante su prole, que ella tenía informaciones
diferentes con las que enriquecer el debate.</span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-size: 13pt;"><o:p> </o:p></span><span style="font-size: 13pt;">Le expuse que su cruzada ―de este modo quise
halagarla―, sin poner en duda su legitimidad, estaba lejos de querer, o más
bien de buscar, una educación concreta, específica y común para el país; que
bajo esas banderas, ahora naranjas, el objetivo principal dista mucho de lo
ya citado, y sí es alimento de muchos caraduras, de esos que mueven los hilos
y que siempre encuentran el apoyo en una gleba reacia a la reflexión pausada. Izar
bandeas puede ser un ejercicio muy saludable, y seguramente lo es, pero que
tras la enseña está el objetivo, que no es otro que el de mantener, sostener
y eternizar unos privilegios.</span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-size: 13pt;"><o:p> </o:p></span><span style="font-size: 13pt;">Ella clamó al cielo, bueno más que al cielo a mí, y me
dijo que “quién si no se iba a interesar por una educación determinada que
ellos, que apelaban a la libertad y que parecía que solo ellos eran los
interesados”. Interpreté que ese «ellos» se refería a la escuela concertada. Le
incidí en mi argumentación: «El interés debería ser de todos, y cuando solo es
parcial, usted me está dando la razón».</span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-size: 13pt;"><o:p> </o:p></span><span style="font-size: 13pt;">Ella no contestó —no porque no tuviera contestación,
que sé que la tenía—, y prefirió callar. Rara excepción, pues es del gusto de
dar la bravuconada, que así lo practicó en sus años de aspiración política. Y
yo aproveché que tal oportunidad me brindaba para seguir con mi discurso que ya
se parecía a un soliloquio.</span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-size: 13pt;"><o:p> </o:p></span><span style="font-size: 13pt;">Y en la selección radica la vehemencia de tanta
protesta, continué, pues si esos privilegios, siempre de unos pocos, fueran de
la mayoría, dejarían de ser privilegios. Afortunadamente no se trata todavía de
una selección natural ―aunque no faltarán propuestas encaminadas a la
consecución de dicho objetivo―, pero sí una selección económica.</span><span style="font-size: 13pt;"> </span><span style="font-size: 13pt;">Y aquí está el quid, se trata pues, de
conseguir esos privilegios y apropiarse de ellos como algo natural, más por
diferenciación o por apariencia que por convicción, que ya dice el dicho: «vístete
como quieras que en la calle te desnudan».</span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-size: 13pt;"><o:p> </o:p></span><span style="font-size: 13pt;">La cara de mi vecina era un conglomerado de gestos,
que, desde luego, certificaban que no aprobaban mis palabras.</span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-size: 13pt;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-size: x-small;">© j.c atienza. </span><span style="font-size: 13pt;"><o:p></o:p></span></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6964321518016792023.post-37644656123363652592021-01-03T12:54:00.003+01:002021-02-03T15:22:58.037+01:00LA MALA EDUCACIÓN XVII. ESA VECINA QUE ME DIJO... I (Ley Celaá).<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhu1s9a32CjTNKsX9lzdFd_Sd4hnSu9xQ6at2b5QJV9V1N3Abblfj4e6tUoCtgTKrDaW54TAK2DpK8evDNQbJnQXjTCKRDlHJkDGU-mBTAQ1QXilXrcl5UjblzKhWJLPZInsboRM3A5bXI/s246/bandera+verde..jpg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="246" data-original-width="205" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhu1s9a32CjTNKsX9lzdFd_Sd4hnSu9xQ6at2b5QJV9V1N3Abblfj4e6tUoCtgTKrDaW54TAK2DpK8evDNQbJnQXjTCKRDlHJkDGU-mBTAQ1QXilXrcl5UjblzKhWJLPZInsboRM3A5bXI/w167-h200/bandera+verde..jpg" width="167" /></a></div><br />ESA VECINA QUE ME DIJO... I <p></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><br /></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;">Hace no mucho tiempo ya escribí
sobre los conciertos escolares, y no me refiero a los conjuntos instrumentales
para el disfrute del alumnado, sino a esos acuerdos entre gobierno, comunidades
y empresas por mantener una educación apartada, exclusiva, que viene sucediendo
y creciendo durante años, alimentada y cimentada bajo y sobre el sofisma de la
libertad de elección y el miedo ante la posibilidad de que determinados
privilegios desaparezcan.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Así, en plena
lucha fratricida con el debate en retirada, la nueva ley de educación, gracias
a la acción meticulosa de nuestros políticos, provoca, lamentablemente, conversaciones
otrora amigables, que se convierten en armas para enfrentar e incluso dividir.
Y eso fue lo que me ocurrió, que fui víctima paciente de las soflamas hábilmente
instauradas y labradas en la cabeza de mi vecina para revivir lo ya vivido a
través de los medios de comunicación. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;">Ella apareció, por una de esas
casualidades, en el rellano de la escalera. ¡Cuánta coincidencia!, No hubo un
buen saludo, uno de esos que inflama la mañana, sino más bien un discurso que debía
ver la luz cuanto antes. Y ella, dispuesta, como un político más, adquiriendo
magistralmente sus mismas herramientas para los mítines, más basados en las
emociones que en las razones, se dispuso a poner en práctica sus habilidades
personales para convencerme de la demoníaca finalidad de una ley de educación que
adoctrina a los más pequeños y a los más vulnerables. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;">No voy a ocultar que alumbrar una
respuesta tras la <i style="mso-bidi-font-style: normal;">relatera</i> fue tarea
fácil. Primero sosegué mi cabeza, ejercicio cada vez más difícil de domesticar,
pues me resulta cada vez más trabajoso asumir como verdades absolutas las
filfas que se propagan para intoxicar. Entendí, entonces, que era ella una de
esas personas vulnerables, y siendo paciente contesté a mi vecina. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;">Le dije que quien más debiera
defender la escuela pública son, precisamente, las familias cuyos hijos están
matriculados en la escuela concertada y que, en estos días, en vez de izar con
voluptuosidad por las calles de Madrid y otras ciudades banderas naranjas
emulando a las antiguas cruzadas, deberían hacerlo con banderas verdes, pues es
la escuela pública quien mantiene y sostiene a la enseñanza concertada, que es -la escuela pública- quien despeja de sus aulas a los alumnos incómodos e incluso al alumnado que
dejaría en mal lugar al colegio en las estadísticas de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">mejores colegios. </i><span style="mso-bidi-font-style: normal;">Afirmación que no es gratuita,</span> como se reconoce al aseverar, en muchas de sus
páginas web, y como reclamo para nuevos alumnos, que una de las ventajas de sus
escuelas es que el proceso de selección del alumnado es más exhaustivo.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Es por ello —aunque
solo sea por este motivo—, que es la escuela pública la gran causante de la
subsistencia de un colegio concertado y, por tanto, que las concentraciones
debieran estar aferradas a mantener la idea de valorar la escuela pública
porque solo así pueden sobrevivir sus privilegios. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span> </span><span> </span><span> </span>Mis palabras debieron resultarle
hirientes, pues ella me dio la espalda y caminó sin despedirse. <o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-size: 11.0pt; mso-bidi-language: AR-SA; mso-bidi-theme-font: minor-bidi; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;">© j.c
atienza. </span></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6964321518016792023.post-44887233753707363022020-07-03T12:53:00.001+02:002020-07-03T12:54:33.865+02:00EL AVENTURERO. Santiago García-Clairac.<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgA2-6MhPQgJs9w0wlyJtjA4aVtNxz4he9KLs5nn2I2QY-TCkdd5kEs1x64m8ThbRtkp0oeaw9rJl7ap7Gg53mUv_f4rIc2ZpSP17vYEms0jVanYT1TPrVoBir10c_yZQghY8zvsHDLxaw/s1600/EL+AVENTURERO.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="183" data-original-width="275" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgA2-6MhPQgJs9w0wlyJtjA4aVtNxz4he9KLs5nn2I2QY-TCkdd5kEs1x64m8ThbRtkp0oeaw9rJl7ap7Gg53mUv_f4rIc2ZpSP17vYEms0jVanYT1TPrVoBir10c_yZQghY8zvsHDLxaw/s1600/EL+AVENTURERO.jpg" /></a><span style="font-size: 13.0pt;"> He
regresado a mediados de los años 70. He vuelto a recorrer esas mismas calles,
la avenida de San Diego, la calle Carlos Martín Álvarez, hasta llegar a la
avenida de la Albufera y descender hacia el Puente de Vallekas pasando por el
Bulevar. He conseguido sentarme en ese mismo asiento esperando la hora de
entrada en el cine París para ver, en sesión alterna, Tarzán y una de
Cantinflas. Después, al salir del cine, en la calle de al lado, en el Puerto de
la Bonaigua, me fui a Faure, la librería, que no llegó a quemarse, a comprarme
“El aventurero”, pero me dijeron que todavía tenía que esperar unos años.
Entonces regresé a mi barrio, en Entrevías, y me fui en busca de mi pandilla,
siempre reunidos en la pequeña placita, en el mismo banco. Y les conté a mis
amigos la película, y luego busqué a Patricia, entonces una niña, que creció y
que fue quien me avisó que mi niñez se estaba acabando, y luego llegó Marisa,
entonces Maribel, y revolucionó mi adolescencia. No encontré a Contreras,
aunque sí tuve un malo que quiso hacerme la vida más difícil, y ahora, los
busco a todos, y más desde que he leído la novela, y también a Víctor Latienza —al
que todavía no he encontrado—, para contarles que son los protagonistas de una
novela, de una historia situada en los años 50 y que Santiago los describe muy
bien, como si les conociera, aunque estemos a mediados los 80. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 13pt;"> </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 13pt;"> Hoy quiero invitarles a una
aventura, pero no teman, que no irán solos, estarán en todo momento muy bien
acompañados por este aventurero que es Santiago García – Clairac, autor de esta
novela juvenil que es objeto de mi atención.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 13.0pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span></span><span style="font-size: 13pt;">“El aventurero”, es un libro mágico,
escrito por un mago que tiene en su pluma mucha magia y un gran baúl de
sorpresas. Nos traslada a esos años 50, de amigos, de pandillas, de tertulias
en los bancos, de quedadas en las plazas, de intimidades en los parques, de guateques y de
diversiones en los recreativos, y de sobrevivir en un barrio siempre difícil,
en el que la adolescencia llegaba pronto y quedaba atrás todavía más pronto. Y
esta será la pelea de Víctor Latienza, vivir en esa incomodísima dicotomía,
entre soñar y sobrevivir, pues entonces, como ahora, en ese barrio, soñar costaba dinero, demasiado
dinero.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 13.0pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span></span><span style="font-size: 13pt;">Y, Santiago, siempre minucioso, no
se deja detalle para que nadie pueda desorientarse. Su intención queda patente
desde el primer momento. Santiago quiere que, desde el primer contacto con el
libro, lleguemos a esa época que para él fue tan especial sin interrupciones,
sin intermedios, y lo hace estupendamente bien a través de su prosa y de las
ilustraciones que han nacido de la propia mano del autor y que le aportan ese
sabor añejo que aumenta el placer de su lectura.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 13.0pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span></span><span style="font-size: 13pt;"> "</span><span style="font-size: 13pt;">El aventurero" es, por tanto, un
libro de barrio. Un libro para generaciones y generaciones, e incluso para
aquellos que formarán generación. En sus páginas no solo encontramos la
imaginación del autor, sino realidad, una realidad para estudiar, para vivir y revivir,
y en mi caso particular, llena de nostalgia y de recuerdos que estallaron según
iba devorando sus páginas.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 13.0pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span></span><span style="font-size: 13pt;">Puedo asegurar, sin ruborizarme, que
es mucho lo que le debo a este libro y les aseguro que esta novela se aventura, en sus páginas, en un tiempo imperecedero, fresco, vivo y palpitante. Es un libro
para guardar, conservar y recordar en estos tiempos consagrados al olvido.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 13.0pt;"><o:p> </o:p></span><span style="font-size: 13pt;"> </span><span style="font-size: 13pt;">Acérquense, pues, a viajar en el
tiempo. Abran sus puertas, desmenucen sus páginas y descubran su secreto,
porque su trama, en este caso particular, tan alejada de la fantasía, es pura fantasía.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span style="font-size: x-small;"><i>© j.c atienza.</i></span><span style="font-size: 13pt;"><o:p></o:p></span></div>
<br />
<br />Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6964321518016792023.post-17615640852851123802020-06-30T10:50:00.000+02:002020-06-30T10:50:45.018+02:00YUMI Y SU BANDA. J. A. Olloqui<br />
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
¡Yumi quiere tocar la batería! Y es aquí donde se encuentra el
epicentro de una historia que comienza con la presentación de su protagonista,
una niña que quiere ser músico, y que nos va desgranando a lo largo de la novela
cómo es el mundo que la rodea, su mundo. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEisCMqoMliIApOnI60cWN86KDnT0wgvZzspGZdI-if5pY9hv3Bkz_bS6U7xBxFHgYYY_90_s5IVBS_bAvSZGWXEFnpaPJ0ve_5DtOeU7Czz6JmKJ5DQgC9FznEXkeCGY2litck1qNNgVkI/s1600/yumi+2.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="400" data-original-width="280" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEisCMqoMliIApOnI60cWN86KDnT0wgvZzspGZdI-if5pY9hv3Bkz_bS6U7xBxFHgYYY_90_s5IVBS_bAvSZGWXEFnpaPJ0ve_5DtOeU7Czz6JmKJ5DQgC9FznEXkeCGY2litck1qNNgVkI/s200/yumi+2.jpg" width="140" /></a>Puede que, tras esta pequeña pincelada, cause alguna
decepción al no tratarse su protagonista de una youtuber o una influencer,
aunque bien podría serlo, pero no hay que negar, y más tras ver la portada
propiedad del propio autor, que el libro despierta una curiosidad que es
necesario satisfacer. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
«Yumi y su banda» es una novela que se aleja de postulados
moralistas, y lo hace también de inmoralidades, que no son tiempos para dejar
coleando ideas inacabadas que puedan transformarse en armas dialécticas
arrojadas contra el autor o contra quien escribe esta página. Se trata, pues,
de un texto alejado de una literatura normalizada, alejado de formulismos y
formalismos, lo que se agradece en tiempos en los que la libertad está tan
alambrada. J. A. Olloqui, se sirve de un lenguaje fresco, a veces desvergonzado
e irreverente que arrancará sonrisas que no conocen edad, aunque serán los
pequeños quienes, de manera más gratificante, disfruten de esta novela.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
La novela tiene como finalidad entretener y Yumi lo
consigue. Es uno de esos libros que los niños y niñas podrán leer de corrido
sin buscar más aprendizajes y/o moralejas que el placer de la propia lectura y,
Yumi, muy bien podría ser uno de esos libros «gancho» que enganchen a sus
lectores. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Leyéndolo todo parece concebido para que la historia continúe y así
debería ser, pues Yumi, si su autor así lo quiere, pude ser una de esas grandes
aventuras presentadas en entregas.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: x-small;">© José Carlos Atienza.</span><o:p></o:p></div>
<br />Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6964321518016792023.post-16848589562694573712020-06-18T09:57:00.000+02:002020-06-18T10:03:04.583+02:00LAS MADRES NEGRAS. Patricia Esteban Erlés.<br />
<div class="MsoNormal">
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhvJ3uXR7kPFxYbbS-TgznDcRUVnvZuDMjOsf6ex10L5T_RhAFXxnK48VysD84SPomWGh5nrfz5TJsVbe46k1bktsttPvX_ohig615RgXwnjFxwUSQ4RkogX6S1p7zSrREdye2blI_LnCY/s1600/las+madres+negras.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="379" data-original-width="229" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhvJ3uXR7kPFxYbbS-TgznDcRUVnvZuDMjOsf6ex10L5T_RhAFXxnK48VysD84SPomWGh5nrfz5TJsVbe46k1bktsttPvX_ohig615RgXwnjFxwUSQ4RkogX6S1p7zSrREdye2blI_LnCY/s320/las+madres+negras.jpg" width="193" /></a><span style="font-size: 13.0pt;">«Las madres negras» es una
novela encantadora donde su autora, Patricia Esteban Erlés, nos deleita con su
prosa cuidada y mimada, y nos contagia ese amor a la palabra que plasma en cada
página y estalla en cada relato.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 13.0pt;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 13.0pt;">«Las madres negras», IV
Premio Dos Passos, es una historia de dolor, de pérdida, que se va construyendo
en pequeños relatos que, como una enfermedad, van desgranando sus síntomas
hasta el obligado final, pero que deja, con la pausa de una neblina en el
intervalo del día, un regusto dulce que permanecerá tiempo más allá de la
lectura. Relatos que nos transportan a lugares, muchas de las veces
sospechosamente conocidos y otras insospechados. Relatos que van y vienen, que
te llevan de un pasado a otro más cercano.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 13.0pt;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 13.0pt;">La novela está impregnada de
una tristeza embriagadora que cae como lluvia mortecina y que, como en una de
esas tardes de invierno con los cristales de las ventanas perlados y la estufa
lamiendo las paredes para abrigarnos, rezuma una deliciosa melancolía que nos reconforta.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 13.0pt;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 13.0pt;">Patricia nos seduce con su
relato, al que acompaña con un romanticismo trágico que nace de la desgracia,
del infortunio y del fracaso, y que no nos abandonará durante toda la novela
como una noche abierta que esconde un día asaeteado por el dolor de los protagonistas.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span><o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 13.0pt;"><br /></span></div>
<span style="font-size: 13pt; text-align: justify;">Apaguen los focos, dejen una
pequeña luz o si lo prefieren, una vela encendida y abandónense a su lectura.
La muerte es una conmovedora compañera de viaje que hará acogerse a esta novela
como si fuese una entrañable pertenencia, de esas que se guardan para toda la
vida.</span><br />
<span style="font-size: 13pt; text-align: justify;"><br /></span>
<span style="font-size: x-small; text-align: justify;"><i>© José Carlos Atienza</i></span><span style="font-size: 13pt; text-align: justify;">.</span><br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgIMxuJhvh051vLVH3-GsGdlOdOy1iLa6Q5bDzAS-0Cj6ETGe71D2GHu3_nkIWtq5MPKukQxZmiZk3MGUXtQbanRbqxcidpvJ0vch4kO-U9Ahc7meWtEsbIClwkkDZgY3O4QlEXLnVgAWY/s1600/las+madres+negras+2.png" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="117" data-original-width="486" height="76" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgIMxuJhvh051vLVH3-GsGdlOdOy1iLa6Q5bDzAS-0Cj6ETGe71D2GHu3_nkIWtq5MPKukQxZmiZk3MGUXtQbanRbqxcidpvJ0vch4kO-U9Ahc7meWtEsbIClwkkDZgY3O4QlEXLnVgAWY/s320/las+madres+negras+2.png" width="320" /></a></div>
<br />
<br />Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6964321518016792023.post-55097492838908690422020-04-25T11:25:00.000+02:002020-04-25T11:27:54.500+02:00LOS GIGANTES DE LA LUNA. Gonzalo Moure.<br />
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 13.0pt;">El
libro apareció entreverado de libros por la azarosa casualidad de un azar muy
generoso. Libros que fueron un regalo y que apenas estaban ordenados en
estanterías rellenas con premura y a destiempo. Y, como el tímido niño que
quiere dejarse ver, la portada se hizo paso entre la marabunta y sedujo a mi
mano que se dirigió decidida a su rescate.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgQniWWTIesf8Fkg6EUGMwMG1V3QyyPjeOukdE_IGEPjM-NeG8o5mNjW8DBW6sxcqQd72rMsj2tv5LbrCanqWeUHVWr1Y40aA4SW4U8mLXnE9y6JzgBkRtpiyqAfVwVOOcDZT-xsJH0-OI/s1600/los+gigantes+de+la+luna+2.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="335" data-original-width="217" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgQniWWTIesf8Fkg6EUGMwMG1V3QyyPjeOukdE_IGEPjM-NeG8o5mNjW8DBW6sxcqQd72rMsj2tv5LbrCanqWeUHVWr1Y40aA4SW4U8mLXnE9y6JzgBkRtpiyqAfVwVOOcDZT-xsJH0-OI/s200/los+gigantes+de+la+luna+2.jpg" width="129" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 13.0pt;">¡Benditas
sean las sorpresas!, como diría mi abuela, mujer de vida rural, austera y
trabajosa donde las alegrías, cuando las había, se sembraban en los campos y en
los huertos, nacían en el trabajo y en las labores y se recogían en la
recolección y en las fiestas. Alegrías que eran el sustento de aquellas almas
que vivieron tiempos convulsos donde lo poco era mucho y lo mucho innecesario. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 13.0pt;">Y
digo esto porque Naísma, la protagonista, una refugiada en los campamentos
saharauis que llega a un pueblo, Veredas, donde les acogerá una bonita casa
cerca del mar con galpones, buhardillas, jardín y bosque, propiedad de los
padres del otro protagonista, Pablo, podría ser, con los años, mi abuela o la
abuela de todos. Una abuela de aquellos tiempos que para aquellos de pasado
extenso son cercanos y para los más jóvenes, pretéritos. Una abuela de mandil y
de negro riguroso, de pañuelo en la cabeza y cabello recogido durante el día y
tejido cuidadosamente por las tardes con su peine de finas púas para purificar
y desenredar sus largos cabellos níveos. Una abuela de pensamientos concisos y
certeros, con la utilidad como bandera, porque así es Naísma, mensajera de la
belleza sincera, con esa alegría que estalla desde lo más humilde, ingenua e
incluso pura y contagiosa, con una generosidad sigilosa que el autor va
desgranando como viejas fotografías de recuerdos casi o completamente olvidados
para estos tiempos modernos y, a su vez, con un pensamiento que va quedando en
la memoria del lector como un anhelo necesario.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 13.0pt;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>“Los gigantes de la luna” enseña a los más
pequeños a valorar lo que tienen y hace más válido que nunca aquel adagio o
proverbio que dice: “No es más feliz el que más tiene, sino el que se conforma
con lo que tiene”. Y para aquellos, para los de pasado extenso, nos regala
dulces aromas de melancolía que reverberarán en nuestro presente y enrojecerán algunas
mejillas, porque, como habitantes de este mal llamado primer mundo, seducidos o
incluso abducidos por ese egoísmo palpitante y también deprimente, y por una
sobre exposición virtual al exterior donde ser, o al menos parecer aquello que
no se es, se convierte en el devenir y objetivo primero de individuos cuyo
origen está perdido, nos enfrentará a una niña cuya felicidad radica en valores,
hoy desmerecidos, ante los que estamos ciegos o no queremos ver. El autor, a lo
largo de estas páginas, reivindica la hermosura de la austeridad conglutinada
en lo necesario y critica la ostentosidad de lo superfluo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 13.0pt;">Gonzalo
Moure, comprometido como muchos, o aventurado como pocos, nos da una lección a
todos que solo las buenas plumas saben florecer con discreción, y permítaseme
esta licencia justa y necesaria, lo hace con estilo y elegancia. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 13.0pt;">“Los
gigantes de la luna”, es una historia de escenarios reales y de personajes
creíbles. Una lección de vida, una búsqueda del camino, del viejo camino, del
origen, del principio, pues una vez perdido ese origen o principio, no sabremos
dónde regresar para corregirnos. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 13.0pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span><o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 13.0pt;">Lean, busquen y encuentren todo
cuanto encierra este texto, pero, además, disfruten de la belleza y ternura que
destilan sus páginas.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhUxrV9kCaoHuZO6pG7bqfiy0efEbZvKrS62ufHztVz-u3rNyJ4Q_Qgm47wgxuU_PGRH1ZxCRn8ugQoXskvP6o72M2OtYBwOrWqCRypDxxmyt69i2H1aukdmxTV6bWNT15utgNLgg2UCoc/s1600/los+gigantes+de+la+luna+ficha+t%25C3%25A9cnica.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="409" data-original-width="470" height="173" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhUxrV9kCaoHuZO6pG7bqfiy0efEbZvKrS62ufHztVz-u3rNyJ4Q_Qgm47wgxuU_PGRH1ZxCRn8ugQoXskvP6o72M2OtYBwOrWqCRypDxxmyt69i2H1aukdmxTV6bWNT15utgNLgg2UCoc/s200/los+gigantes+de+la+luna+ficha+t%25C3%25A9cnica.jpg" width="200" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<i><span style="font-size: x-small;">©
José Carlos Atienza. </span></i><span style="font-size: 13pt;"><o:p></o:p></span></div>
<br />Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6964321518016792023.post-90114842603373145252020-04-17T13:09:00.000+02:002020-04-17T13:22:20.327+02:00UN AVIÓN EN LA CASTELLANA, de Santiago García - Clairac.<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 13.0pt;"> Había
una emoción inexplicable, incluso un egoísmo infantil, difícil de disimular, y
hasta un deseo descomedido e incontrolable por la posesión de este libro que
ahora es objeto de mis comentarios. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiA-vkReR4lvPkLKyRKS1qC7l2CGuoN6o2MKH3rdgqh-IwobHbOlxczkOFUR7Rb5hd8l7TqZ-Tv7vAlhSm1sy4az15bNqJgOvszebut8gaFe-RLiVhLsYh8LHbROC7J_FlslnttGNAzixU/s1600/Un+avi%25C3%25B3n+en+la+castellana+2.png" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="322" data-original-width="228" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiA-vkReR4lvPkLKyRKS1qC7l2CGuoN6o2MKH3rdgqh-IwobHbOlxczkOFUR7Rb5hd8l7TqZ-Tv7vAlhSm1sy4az15bNqJgOvszebut8gaFe-RLiVhLsYh8LHbROC7J_FlslnttGNAzixU/s200/Un+avi%25C3%25B3n+en+la+castellana+2.png" width="140" /></a><span style="font-size: 13.0pt;"><o:p> </o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 13.0pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Si acaso esta emoción irradiaba del
hecho de ser un autor conocido, e incluso familiar, casi en el estricto sentido
de la palabra y, también por tratarse de un libro alejado de sus creaciones más
habituales cuya incógnita despertó mi interés. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 13.0pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Y aunque no es correcto buscar una
definición en lo que no es, diré que “Un avión en la Castellana”, libro escrito
por Santiago García – Clairac, autor de dilatada y magnífica trayectoria, no es
una obra de ciencia ficción, aunque bien pudiera serlo. No se trata, pues, de
un ataque de aviones futuristas en una guerra entre civilizaciones enfrentadas
por religiones, ni de una disputa entre clases sociales por erigirse en la
dominante o por los recursos naturales. “Un avión en la Castellana” es un libro
que narra cómo se realizó un anuncio, ese anuncio espectacular que marcó un
antes y después en la publicidad audiovisual de este país. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 13.0pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span><o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 13.0pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Pero Santiago, cuya pluma guarda
esos quehaceres secretos del oficio que da la experiencia y el buen gusto, no
se limita a mostrarnos un libro técnico sobre cómo elaborar y realizar un anuncio,
aunque de eso sepa mucho, sino que lo hace a través de una aventura de la que
nos hace partícipes, porque de eso, de aventuras, Santiago también sabe mucho.
El lector encontrará en esta aventura buenos, malos, intriga, incertidumbre e
incluso emoción, pues a buen seguro, sufrirá hasta las últimas consecuencias
como uno más del equipo creativo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 13.0pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Y, como toda buena historia, no nos
deja huérfanos de frases e intenciones que pueden, y deben, quedar memorizadas
en nuestra caja de conocimientos y herramientas para ser utilizadas cuando
llegan esos momentos de incertidumbre, de desasosiego e incluso de pesimismo y
derrota. En este libro, la perseverancia, el valor de uno mismo, la pelea por
una idea, se filtran sutilmente entre las palabras que, poco a poco, van
desgranando los acontecimientos, pero, además, al final, nos deja una pequeña
“perla”, con un significado contundente, que es una constante en la vida de
este autor y con la que nos contagia, no solo en este libro, sino en su todo lo
que hace y se propone, y que es muy taxativa: “Esta historia tiene dos
vertientes: la de los que trabajaron y la de los que se quedaron mirando cómo
otros trabajaban”. ¡Como la vida misma! Y la pregunta a que nos obliga y cuya
respuesta puede ser muy dolorosa es: ¿En qué lugar te encuentras: en el de los
que viven o en el de los muertos que sobreviven?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 13.0pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Disfruten, por tanto, de esta
realidad que bien pudo ser ficción pues, ¿cuándo se ha visto un avión circular
por una de las calles principales de una ciudad como Madrid? Y, después o, si
quieren antes, vean el anuncio que, gracias a la tecnología, hoy viaja mucho
más rápido de lo que lo hizo entonces por la Castellana y de lo que lo hizo
anteriormente por los aires.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: x-small;"><i> © José Carlos Atienza. </i></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjHp7Wrg-FlqEXC5Qk9j9f_nOWhMfBXJwcYbBnq1QuMI-OpesL4WBL2QsfyRBNY8FMOkWuj_6TE68cU9ognRXMxR-8Jp63KkHAe9CD6jvcqIz-bBUBCLPPZNn2C_4jTAGSuarKK1GTMXHM/s1600/una+vi%25C3%25B3n+en+la+castellana.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="307" data-original-width="466" height="210" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjHp7Wrg-FlqEXC5Qk9j9f_nOWhMfBXJwcYbBnq1QuMI-OpesL4WBL2QsfyRBNY8FMOkWuj_6TE68cU9ognRXMxR-8Jp63KkHAe9CD6jvcqIz-bBUBCLPPZNn2C_4jTAGSuarKK1GTMXHM/s320/una+vi%25C3%25B3n+en+la+castellana.png" width="320" /></a></div>
<br />Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6964321518016792023.post-44262758066810443572020-04-08T22:47:00.002+02:002020-04-08T22:47:48.151+02:00¿De qué nos avergonzamos? <br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 13.0pt;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 13.0pt;">No se puede decir que en
estos tiempos que nos abruman de confinamiento, pero también de recogimiento,
no existan detalles pequeños, minúsculos, que nos emocionan, nos engrandecen y
nos llenan el espíritu, o como diría un famoso juglar de los que apenas quedan,
nos alimentan el alma.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 13.0pt;"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjtfm49AJWLS3aMFBaN2bFnWV7s0idtqniCPUut_W71ifq2LJGeiqrgdNUlBGhzr5J8AzBDXfhDw0p7BXO9hIUvkyBOxSq_uHOaBy1hPgmeIqE727aSI92GR-mWhTi0EyGUhnd9twZOBGE/s1600/verguenza.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="353" data-original-width="705" height="100" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjtfm49AJWLS3aMFBaN2bFnWV7s0idtqniCPUut_W71ifq2LJGeiqrgdNUlBGhzr5J8AzBDXfhDw0p7BXO9hIUvkyBOxSq_uHOaBy1hPgmeIqE727aSI92GR-mWhTi0EyGUhnd9twZOBGE/s200/verguenza.jpg" width="200" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 13.0pt;">Para mí, hombre de paso corto
y de paseo largo, hoy amputado y congojado, encuentro un tibio placer en la
inesperada sorpresa que puede aparecer en mi pequeña panadería o ultramarinos,
pues, aunque no hay bacalao, hay un poco de todo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 13.0pt;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 13.0pt;">Y es que es un lugar en el
que de normal predomina el oficio de los tenderos y la moderación de los
clientes, pero en estos tiempos de insólitos apartamientos, señorea en su
interior un silencio, roto únicamente por el rigor de la palabra, la sobriedad
del mensaje y la economía del lenguaje que, al asiduo visitante, a la vez que le
asombra lo admira, pues hay regalos para los oídos propios del lenguaje de los
objetos inanimados que habían quedado en la desmemoria.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 13.0pt;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 13.0pt;">Pero no es solo su interior
donde se puede encontrar la sorpresa. Ahora, con el rigor de la distancia y con
las máscaras escondiendo el rostro, tal vez porque hemos perdido el respeto a
nuestro ego y a nuestras simulaciones, buscamos en el prójimo el sosiego de la
conversación.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 13.0pt;">Así, no hace mucho, me
encontré una fila perfectamente ordenada y bien pertrechados de paciencia.
Todos ellos, posados como maniquíes o como muestrario omnívoro de individuos
dispuestos a la galantería, habían parado el reloj y dispuestos a escucharse
con agrado y cortesía. Me pregunté, envuelto y seducido ante tal derroche de
humanidad, si cuando el tiempo al aire libre escasea es cuando aprendemos a
saborearlo y disfrutarlo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 13.0pt;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 13.0pt;">Mañana, quién sabe, si una
vez nos hayamos desprovisto de las máscaras y de los guantes, si cuando
nuestras caras queden expuestas a las miradas de los demás tal y como son
volveremos a recelar de nosotros mismos, a escondernos, a disimularnos con los
ropajes de moda, o a jugar al disimulo o a cubrirnos con brillos que cieguen a
los demás, esa humanidad que nos corresponde y nos obliga como especie, quede
de nuevo confinada egoístamente en nosotros mismos. ¿De qué nos avergonzamos? <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<i><span style="font-size: x-small;">© José Carlos Atienza.</span></i><span style="font-size: 13pt;"><o:p></o:p></span></div>
<br />Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6964321518016792023.post-41244473834047462592020-04-01T19:13:00.000+02:002020-04-05T22:45:57.126+02:00LA ESPAÑA DE SIEMPRE ¿Aprenderemos alguna vez?. INTERREGNOS.<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 13.0pt;"> La
península ibérica a lo largo de la historia ha sufrido algunas invasiones de
buen calado histórico. En todas ellas, romanos, musulmanes y franceses, y en
otras de menor trascendencia, los invasores contemplaron, desde la
estupefacción y más tarde desde una reconfortante alegría, cómo los pueblos de
la península dirimían sus diferencias, siempre insalvables y siempre
inacabables, a tortas. Las invasiones siempre resultaron fáciles y todas ellas
tuvieron el mismo final: fracasaron. Y lo hicieron porque después de años de
dominación, los invadidos tuvieron un objetivo común, inapelable e
irrenunciable.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgzeatwvkQWHRbnbaouqVVCd7KX4e8hlY0K6TyGqOxpcVUAr3n8rAKUWzrpHgv3bed5G45RmTiERP4HAkFGTDbNwsk7lVRSVfruhAy74XuqxFT5xAlXs0rNsmpz5Q26WZhDW03nd3ZkX3Y/s1600/goya.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="526" data-original-width="680" height="154" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgzeatwvkQWHRbnbaouqVVCd7KX4e8hlY0K6TyGqOxpcVUAr3n8rAKUWzrpHgv3bed5G45RmTiERP4HAkFGTDbNwsk7lVRSVfruhAy74XuqxFT5xAlXs0rNsmpz5Q26WZhDW03nd3ZkX3Y/s200/goya.jpg" width="200" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 13.0pt;"> De nuevo España, fiel a su historia,
para no desmerecerla o para no olvidarla, vuelve a repetirla. Los momentos
actuales, tan parecidos a aquellos de hace más de dos mil años con los romanos,
o hace doce siglos con los musulmanes, vuelven a estar de actualidad. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 13.0pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span><o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 13.0pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Ahora, ante esta nueva invasión tan
rápida y sencilla, el español, que debe tener una querencia secreta hacia el
masoquismo, parece disfrutar empeorándolo todo hasta sus últimas consecuencias,
y uno duda, de si es por un desvío genético, por su estupidez o porque así la
gesta es más impresionante y hay algo de lo que presumir ante las generaciones
venideras. En cualquier caso, debe ser entonces cuando, guiado más por el
sentimiento que por la cabeza, encuentra el fin que justifica los medios y
comienza su lucha, primero la resistencia y luego la victoria.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 13.0pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span><o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 13.0pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Y ahora, cuando la invasión da sus
grandes estocadas, fieles a nuestro pasado, volvemos sobre los mismos errores,
como si no quisiéramos aprender de nosotros mismos. Ahora esta invasión nos
vuelve a coger divididos, y esta vez no son solo los pueblos, que también, sino
que se añaden las ideologías, los gremios, las asociaciones, los privilegiados,
los explotadores, los explotados, los funcionarios, los autónomos, los
empresarios, los iluminados, los sabiondos y los cretinos. Demasiados frentes
para luchar contra un enemigo común. ¿Aprenderemos alguna vez?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: x-small;"><i>© José Carlos Atienza. Abril
2020.</i></span><span style="font-size: 13pt;"><o:p></o:p></span></div>
Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6964321518016792023.post-55236647631827690902020-03-18T21:42:00.000+01:002020-04-05T22:06:48.011+02:00LA VIDA EN INTERVALOS. INTERREGNOS.<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 13.0pt;">Mis pasos se asientan por
lugares hartamente recorridos. Una y otra vez, en una incesante y tortuosa
repetición, vagan por cualquier estancia de la casa buscando la novedad e
incluso la sorpresa.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 13.0pt;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 13.0pt;">Difícil coyuntura para que
algo así pueda ocurrir y, la vida, como le ocurrirá a otros muchos, se ha
convertido en un habitar pequeños intervalos y vivirlos con intensidad
desmesurada, como si cada uno de ellos fuera ese día que no queremos que llegue
a su fin.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span><o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 13.0pt;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg1nKrpCsb3kU7Qq0kDqnWrzszrw3J33c-Rgor2Pa_dC22y77DbtyOLAWvFhIGd3uDAuZEnFmbOSt7r0JBw6rgJdmT9D-kUkVShoglBaMo5I6JP7LZRFmvB8F4ASm2ZeNED-dgIg7OyzS8/s1600/intermedios.png" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="432" data-original-width="520" height="165" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg1nKrpCsb3kU7Qq0kDqnWrzszrw3J33c-Rgor2Pa_dC22y77DbtyOLAWvFhIGd3uDAuZEnFmbOSt7r0JBw6rgJdmT9D-kUkVShoglBaMo5I6JP7LZRFmvB8F4ASm2ZeNED-dgIg7OyzS8/s200/intermedios.png" width="200" /></a><span style="font-size: 13.0pt;">Ahora, hay un intervalo para
ver la televisión, o una película, para jugar al ordenador, para la reunión
familiar, para la soledad intencionada e incluso para ese combinado que no
encuentra motivo para celebrarse. Hay un intervalo para salir a la compra o
tirar la basura o incluso pasear al perro. Y surgen esos intervalos, antes
dejados al libre albedrío, a la improvisación o a la sorpresa, para el
desasosiego carnal programado, casi escrito y descrito en las cabezas con hora
de comienzo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 13.0pt;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 13.0pt;">Este virus ha convertido
nuestra vida en eso, en intervalos y, también, terriblemente, en una agenda
familiar programada. Nos faltan las alertas y estas, mejor que no lleguen
nunca.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 13.0pt;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: x-small;"><i><br /></i></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: x-small;"><i>© El embegido dezidor.</i></span><span style="font-size: 13pt;"><o:p></o:p></span></div>
<br />Unknownnoreply@blogger.com0