miércoles, 19 de diciembre de 2018

TORRA Y VOX: TANTO MONTA, MONTA TANTO, ISABEL COMO FERNANDO. Sobre Cataluña y otras naderías.




Es en este momento, después de las elecciones andaluzas, cuando Vox, ese partido de derechas, fascista, nacionalista, anti independentista y cuántos más epítetos se le quieran añadir, se ha convertido en el mejor aliado del independentismo.

Por Vox se justificará el independentismo salvaje, rancio y reaccionario, muy al estilo de ese otro nacionalismo rancio y casposo español, con altercados que impidan la normal convivencia de los ciudadanos y con discursos belicistas apelando a la defensa nacional tan similares a tiempos ya pasados y casi olvidados. Es curioso cómo los extremos, conducidos y abducidos por sus intereses, se van pareciendo hasta confundirse.

Me pregunto si no son los propios independentistas que se han puesto el uniforme de Vox, comandados quizá por Torra, que imitando comportamientos de hace décadas que hasta hace unos días los mismos independentistas calificaban de fascistas, tengan como última finalidad inflar de votos a Vox en las generales para jijear de nuevo por las calles de Cataluña «contra el fascismo» y aglutinar, con una voz unísona y monocorde, un grito contra la España fascista que encienda más al independentismo; o si son los propios de Vox que, disfrazados con banderas esteladas, incendian las calles colaborando así en el aumento de la confrontación y por tanto, también en el aumento de los votos independentistas para obtener después réditos electorales en el resto de España.

Estrategia o no, lo que resulta evidente es que ambos nacionalismos se complementan y se compenetran.

© El embegido dezidor.


domingo, 16 de diciembre de 2018

GESTEAR. Sobre Cataluña y otras naderías.



Es difícil creer que los líderes independentistas hayan hilado tan fino en su estrategia, tras su impericia y descalabro, para pergeñar una situación tan favorable a sus intereses como la que ahora se les presenta.

Por hacer un breve repaso, comenzaron por propiciar, a la mínima oportunidad que se les presentó, un cambio de gobierno. Sin lugar a dudas, y con buen criterio, pensaron que un gobierno socialista, un gobierno de izquierda, se plegaría más a sus intereses y admitiría el diálogo como la mejor fórmula para la resolución del problema.

Ahora se han dado cuenta, y me refiero a los políticos independentistas, que la vía del diálogo que tantos beneficios les dio cuando el PP gobernaba y les negaba sistemáticamente, no sirve cuando son los otros los que apelan a ese diálogo y sobre la mesa se expone un simple «esto o esto= esto».

Llega, por tanto, el momento de renovarse porque el morir empieza a condensarse en sus pieles y más concretamente en sus discursos. Toca de nuevo la movilización a cualquier precio y con cualquier excusa porque es en ese andurrial, acompañado de las algaradas lingüísticas aprendidas en los abrevaderos de ese independentismo rancio y reacio, donde se encuentra su fuente de alimentación.

Y comienza su estrategia. En primer lugar, la negación de unos presupuestos generales porque la no aprobación conllevaría la realización de nuevas elecciones que ganaría la derecha, y ahí radica su interés, con una derecha como la del PP, o incluso más radical, favorecería sus intereses, porque aumentaría la confrontación y porque los viejos y caducos discursos, especialmente el del victimismo, volverían a tener utilidad.

En segundo lugar, cuando el gobierno amenaza con perpetuarse sin presupuestos, llega la hora de los gestos y la necesidad de negar cualquier reunión. Adquiere más valor cualquier gesto que relegue a un segundo lugar la esencia del problema. Ha llegado la hora de lanzar y de enervar a esa derecha, reaccionaria y rancia, para que sus argumentos, así como sus respuestas, sean tan absurdas como las razones esgrimidas por ese independentismo, igualmente rancio y reaccionario, para que cualquier diálogo sea imposible; y en éstas, como agua para el campo sediento, llega Vox y con ellos el premio gordo de la lotería para un independentismo que tiene muchos motivos para celebrarlo.

© El embegido dezidor.

jueves, 22 de noviembre de 2018

SOBRE CATALUÑA Y OTRAS NADERÍAS. La cínica prédica del "procés".




Mucha es la hartura que provoca el independentismo al igual que la cínica prédica que practican como base del artificioso discurso de los ecos del “procés” que todavía coletean como pavesas tras el incendio.

Si en aquel día 1 de octubre y aún más el 2, aquel referéndum, y por boca de muchos de sus principales protagonistas, tuvo una inequívoca legitimidad y cuyo resultado no solo era indeformable, sino que era la máxima expresión de la voluntad democrática de un pueblo, pasado un año, se confiesa, por los mismos protagonistas, la escenificación teatral que supuso todo el “procés”.

La tomadura de pelo alcanzó y alcanza cotas que superan y mucho la ciencia ficción política, y no lo digo por la posible independencia, sino por la gestión de un proceso que, además, causó vergüenza. Aquella votación venía a equivaler a una de esas consultas o pseudo referéndum sin más validez que la de insuflar la soflama, en muchos casos, y la autoestima para un independentismo que necesitaba encontrar la mecha que lo explosionara y, muy probablemente, que justificara tanta premeditación y disimulara tanta ineptitud.

Nada más placentero para estos políticos de acentuada mediocridad, que placer sus cuerpos cada noche en una orgiástica alevosía acariciando el cielo entre nubes cada vez más arreboladas, sintiéndose con el poder de un Dios que le pueblo les ha dado para perpetuarse y justificarse en sus asientos.

Actualmente parece que la ceguera todavía perdura. Resulta casi incomprensible que, tras aquel descalabro y tomadura de pelo, como el propio señor Torra ha dicho y reconocido recientemente en una sesión de plenos en el parlamento catalán, se le exija al gobierno del Estado, curiosamente al mismo al que se incita a desobedecer, que negocie un referéndum legal con todas las garantías democráticas para que sea reconocido en Europa.

No cabe duda, por cómo se están sucediendo los acontecimientos, que el cinismo sigue siendo rentabilizado en votos, y si muchos nos preguntamos cómo puede ser que partidos políticos corruptos sigan obteniendo un ingente número de votos, me pregunto también cómo es posible, que tras el cinismo político de unos políticos que se han arrogado de «salvapatrias» y jugado en el “Monopoly” con las ilusiones de los ciudadanos sobre el colchón de las mentiras y falacias, sigan obteniendo votos y seguidores a pies juntillas.

¿Es que en nuestra meliflua actitud preferimos que nos cuenten y formar parte de esos cuentos?

© El embegido dezidor.

martes, 16 de octubre de 2018

LA MODA "INDECOROSA".



Hace días, y puede que más aún por mi falta de ritmo para asimilar tanta información como ahora nos inunda, leí una noticia que llamó mi atención. Era una cuestión de moda, o para mejor definirlo, sobre prendas adecuadas e inadecuadas para entrar en un instituto. Si no recuerdo mal, ese instituto se encuentra en Torrevieja donde al parecer, unos profesores no permitieron la entrada a unas alumnas por llevar prendas declaradas, según las normas del instituto, como indecorosas.
            
Algo tan sencillo, simple e inofensivo que nunca debió ser un problema, se convirtió en tal y a su alrededor se creó un revuelo que aún perdura, aunque alejado de los medios de comunicación; algo, por otro lado, muy típico en este país, expertos como somos en crear problemas donde no los hay y abrir debates por lo más insignificante.
            
La ropa está siendo un tema controvertido que está llegando a todas las aulas y por tanto a todos los centros educativos, pero no hay que olvidar que también es un modo más de libertad de expresión. Combatir el desasosiego que a veces produce una visión alejada de los cánones que, sin estar escritos, todos deberíamos cumplir y conocer para saber qué ponerse y de qué manera vestirse según horario y lugares con normas y prohibiciones, empieza a convertirse en una cruzada que no lleva a ninguna parte, si acaso, a acrecentar el problema.

Como solución, o una posible solución, me centraría, para batallar tanto desgarbo y desaliño, en revalorizar el papel de la elegancia, que también es rebelión, inconformismo y provocación. Enseñemos pues, qué es la elegancia, a distinguir lo elegante de lo mezquino, el estilo frente a la vulgaridad, porque es la elegancia la que viste y también la que nos distingue; y ésta no es una marca que se pueda comprar o adquirir por cualquier página de Internet. Elegancia es atractivo, pero sólo para quienes saben, y muy bien, que no es lo mismo vestir que cubrir el cuerpo con cualquier tela. Pero como sabemos, porque es un declive al que nos vemos abocados y estamos sufriendo, retroceder a lo más simple, igualarnos y aspirar a lo más mediocre es un camino fácil que no requiere ningún esfuerzo cerebral, basta con ver programas donde lo chabacano y la estulticia ascienden al Olimpo de lo alcanzable y deseable, se retuercen entre audiencias delirantes e hilarantes y se convierten en modelos a seguir. Lo otro, requiere conocerse a sí mismo, respetarse y esto, lamentablemente a veces, es demasiado esfuerzo.

© El embegido dezidor. 

sábado, 6 de octubre de 2018

BIOGRAFÍA DE UN CUERPO. Escrito por Mónica Rodríguez.






¿Quién no se ha sentido alguna vez inmerso en una vida ajena, en una vida que no le pertenece y aún peor, en una vida prestada?

En “Biografía de un cuerpo” queda plasmado este dilema en la figura de Marcos. Un protagonista que nos trasmite una querencia natural que le hace cobrar vida más allá de las páginas del libro y se instala en nuestras propias vidas, extrayendo de la memoria el moho que dejamos arrinconado en nuestro pasado y que intentamos ahuyentar con la ignorancia o la indiferencia, pero las preguntas, en su versión más incisiva y dolorosa, regresan como si el tiempo no las hubiese desgastado para hacernos zozobrar en nuestro actual presente. ¿Fueron las decisiones adecuadas y qué hubiera sido de nosotros si aquella decisión hubiese sido otra?

“Biografía de un cuerpo” resulta un libro íntimo e intimista y transparente a la vez en cuyas páginas se van desbrozando los sentimientos del protagonista a través de un lenguaje pulido, conciso y a la vez sencillo. Las descripciones, abundantes y acertadas, son como un proyectil que viaja directamente a instalarse en el corazón que va a ir sufriendo a medida que las páginas se van consumiendo.

El libro nos deja desnudos ante nuestra propia guerra interna y el lector, carcomido por los demonios de Marcos, se preguntará, con un prurito de venganza en su conciencia, si la decisión de Marcos ha sido acertada o no, y se imaginará, irremediablemente, porque así es la prosa de esta laureada autora, la otra vida de Marcos en paralelo a la vida propia.

Tras alcanzar su final en la última página, no es el final para el lector o al menos no debería serlo. Final que queda planeando en la ductilidad del futuro. Un final solo alcanzable y que únicamente mostrará su verdad, cuando la luz se extinga entre los ecos de una vida intuida que ha crecido en la imaginación paralela a la vida real.

Para finalizar, “Biografía de un cuerpo” es un libro desgarrador, cargado de emociones que no debe dejarnos indiferentes. Es una gran enseñanza para los jóvenes que empiezan a labrar su futuro y para los adultos que muchas veces buscan en sus retoños aquello que ellos no fueron.

No me cabe duda que, en este libro, Marcos podría haberse llamado Mónica, del mismo modo que Mónica vive en Marcos, y sin lugar a dudas, permítaseme esta licencia, “Biografía de un cuerpo” es un libro extraordinario.


© J.C Atienza.



jueves, 20 de septiembre de 2018

EXPOSICIÓN DE LOS 80.


LAS SÁBANAS DE LA NOSTALGIA.




A veces, la vida nos regala esos instantes en los que el pasado llega a tocar el presente o casi, y en los que el presente viaja en el tiempo hasta situarse en el pasado, aquel mismo pasado que una y otra vez hemos querido hacer presente.
         
Es lo que sucede cuando se visita la exposición organizada por el colegio público José Jalón de Navalcarnero. Una exposición llena de recuerdos que emergen desde cualquier punto, desde cualquier mirada; y es tal la intensidad de sus evocaciones que uno no puede sentirse solo porque a nuestro lado, y sin quererlo, emerge ese niño o joven que nos acompaña, que se reencuentra con nosotros y nos va narrando aquellos tiempos para rescatarnos de los estragos del olvido.

La exposición, sin lugar a dudas meritoria, consigue reverdecer una emoción que alcanza su punto álgido cuando, llevados de la mano por una nostalgia que está muy viva durante todo el recorrido, nos convierte en protagonistas de aquel pasado, atesorando de nuevo una juventud floreciente que renace con un ímpetu más calmado y un sosegado discurrir entre los años que dieron a luz a todos esos objetos expuestos.

Llegado el final, cuando todo termina, envueltos en los recuerdos recientemente despertados por el mágico hechizo de esas almas inanimadas expuestas con generosidad y el silencio que se despereza, lloramos sobre las sábanas de la nostalgia, y de nuevo en el presente, el pasado es más pasado.

Una gran exposición que hace que el visitante, tras concluir su visita, revalorice aquellos años vividos más intensamente.

© José Carlos Atienza.

domingo, 9 de septiembre de 2018

LA ZOZOBRA DEL VINO.


Nunca me había sucedido en mis más de treinta años habitando en esta villa, a Navalcarnero me refiero, tan extraña situación que, de la perplejidad y el asombro, viajó a la ira con tan suculenta velocidad. Nunca me resultó tan difícil tomarme un vino con esa paz que viaja con un llanero solitario dispuesto a disfrutar de su sabor, y también de ese momento íntimo sin otra perturbación más que las propias oscilaciones del pensamiento.

El problema, y el desasosiego posterior, fueron creciendo a medida que la incómoda situación se iba repitiendo como si de una norma establecida se tratara. Y fui a por mi primer vino, que no fue uno, sino que la compañía contribuyó, tal vez, al galimatías posterior, y al recibir la cuenta el resultado final se había inflado, que no desinflado. La razón nos conduce a la comprensión y el error, algo por otro lado tan humano, siempre es una posibilidad que está ahí presente. Solucionado el inconveniente, siempre con buenas palabras y recibiendo, como no debe ser de otra manera, las disculpas del joven empleado, nos dispusimos a continuar, ahora sí, con un tema en concreto, a discutir sobre este inconveniente sufrido.

La segunda taberna que visitamos, ocurrió más de lo mismo. La cuenta de nuevo inflada, que no desinflada, hizo que nos preguntáramos si algunos empleados estaban sacándose una ampliación de sus salarios a costa de la confianza de sus clientes.

Me fui de regreso a casa con los pensamientos buscando soluciones. Acabé en una tercera taberna, y el resultado, siendo la cuenta tan fácil, fue la hinchazón del producto que alcanzó cuotas más propias de los mejores y exclusivos caldos del país. Ante mi incomprensión, reclamé lo que consideré justo y que resultó que así era. La empleada, en este caso, reconoció que se había equivocado, al tiempo que tuve que escuchar risas y comentarios de difícil transcripción.

Flacos favores se hacen a sí mismos si se creen que cualquier persona es válida para atender las mesas en una terraza o en un restaurante. La profesionalidad, o al menos la responsabilidad de todos los integrantes de un negocio, es fundamental para el buen funcionamiento de éste.

Tal vez, ahora, alguno se pregunte por qué ese bar, taberna o restaurante no alcanza las visitas que antaño obtuvo.

© El embegido dezidor.

miércoles, 5 de septiembre de 2018

"PONTE UN LAZO, PÓNSELO". Sobre Cataluña y otras naderías.


No es que no quiera ver la realidad, pero es que hay veces que jugaría con ella como si fuera un juguete de niñez. No es que quiera ignorar las razones, pero a veces esta razón parece el fruto nacido de una mutación, precisamente de ese mismo fruto. Y no es que no quiera profundizar en la importancia de los hechos y de los actos, pero hay veces que tal profundidad se difumina entre coloridas iniciativas que, por abuso e intolerancia, acaban provocando mofa.
            
Y digo todo esto por la campaña de lazos amarillos que, tanto unos como otros, tanto los que los colocan como los que los retiran, se han empeñado en popularizar hasta la comedia y la extenuación.
            
Y dicho lo dicho, tengo que decir a Ciudadanos que su política de retirada de lazos amarillos es un error de estrategia que deja en evidencia el enorme secarral de quien la creó y de quienes comulgan con ella. Es un error porque mutila cualquier otra iniciativa similar encaminada a defender unos derechos, a solidarizarse o incluso a contribuir a la belleza ornamental de la ciudad, pueblo o espacio público.
            
Señores políticos, establezcan campañas más simples como, por ejemplo, «Pon un lazo en tu vida. Pónselo», porque además de decorar las calles, convertimos espacios públicos en escenarios de solidaridad. Abran sus mentes y dejen rienda suelta a la creatividad. Promuevan, porque esa es su labor, la creación, la suma en definitiva y no la resta.
            
¿Por qué retirar los lazos amarillos? 
            
A quienes tanto les molesta ese lazo amarillo porque les disturba, porque no les gusta el amarillo o por las razones que sean, no deben sentirse desafortunados. En una sociedad democrática como la catalana, que además presume de democrática y de ejemplo democrático, entenderá a la perfección, sin resquicios ni ranuras, que cada ciudadano, sin importar su condición ni religión, tenga a bien, sin preguntar las razones que le motivan a ello, colocar, cerca o al lado del lazo amarillo, otro lazo, por ejemplo, de color verde como defensa del medio ambiente o como solidaridad con las personas que sufren trastorno bipolar. Y si es cuestión de demostrar la fe, póngase un lazo blanco porque se es un firme defensor de la paz y, además, habrá formado la bandera de Ciudad del Vaticano. Y si nos solidarizamos con los enfermos del Sida, se coloca un lazo rojo o si se quieren dos, por eso de ser más solidario, uno a cada lado y ya tienen otra bandera, y si no se quiere abusar, por eso de no acaparar y se quieren solidarizar con la violencia de género, coloquen el lazo morado y ya obtengo los colores de la República. Y quien dice un lazo habla también de sombrillas, que el espacio público es común y lo común es de todos como el sol y el viento.
            
Para terminar, señores y señoras de Ciudadanos y alérgicos al lazo amarillo, el conflicto quedaría resuelto pues nadie, en su sano juicio, se negaría a tan exultante expresión de solidaridad, y se agradecería tan cuidada y económica ornamentación de las calles donde primaría sobre todo la variedad, algo por otro lado, tan pedagógico en una sociedad global como la que padecemos.
            
No lo duden. Pongan un lazo, el que sea. ¿Se lo imaginan? Sería la ciudad de los lazos o la ciudad de la solidaridad. Un ejemplo para todo el mundo. Un ejemplo a imitar que se extendería por todo el planeta.

¿Y qué tal si lo patentamos?

© El embegido dezidor. 

viernes, 31 de agosto de 2018

La mala educación IX. ¡QUÉ BIEN VIVEN LOS MAESTROS!


¡QUÉ BIEN VIVEN LOS MAESTROS!

Si antes, y no hace tantos años, después de comer era costumbre la copa y el puro, en estos años actuales donde todo se ha dulcificado, sigo sin renunciar a la copa, pero el puro lo he sustituido en esta época estival por esa frase que lanzo como un exabrupto y que tanto ayuda a la digestión como reconforta el espíritu: ¡Qué bien viven los maestros!

Y lo digo cuando muchos vienen a llenar de nuevo el espacio vacío que dejaron con su marcha estival, cuando agosto anuncia su final en el calendario, y lo digo muy alto y en cualquier lugar que me encuentre y muy especialmente en terrazas veraniegas, restaurantes, así como en tertulias y reuniones familiares.

Tampoco voy a negar que, aunque ya jubilado, este tiempo de estío y ocio es un bien innegable para la salud en el que, además de lucir un moreno natural, justo en su punto de cocción, rejuvenece unos años y renueva las ilusiones. Por otro lado, son tantos y tantos los planes que se han llevado a cabo que todavía harían falta unos meses más para poder terminar los que se han quedado a medias o a punto de empezar.

Para nosotros, maestros y maestras, profesoras y profesores, son fechas en las que no hay horizontes, en las que el sol marca, como antiguamente, las horas. Los días de la semana, como me dijo un buen amigo profesor, pierden hasta su nombre. Nunca, como en estas fechas y por tanto tiempo, se consigue una igualdad de tal magnitud en el calendario. Durante unos meses, no hay distinción entre los días obreros de los días nobles. Sólo algunas fechas cobran importancia, especialmente la que marca el principio y el final de las vacaciones, el resto, vive en una soberana indiferencia de modo que, si las borrasen del calendario a nosotros, maestros y maestras, no nos importaría.

Y ahora, a las puertas de septiembre, cuando me preguntan con satisfacción en su rostro y ese aire de venganza y mala leche: «¿Ya os queda poco para empezar?» Yo, más me vanaglorio de mi profesión y les contesto: ―Aún me faltaría un mes. Y es que «¡Qué sana puede llegar a ser la envidia!»
¡Qué bien viven los maestros!

© El embegido dezidor.

domingo, 6 de mayo de 2018

LA PUESTA EN ESCENA DE “AUTORES DE NAVALCARNERO”.

El pasado viernes, 4 de mayo, sucedió unos de esos acontecimientos que, más allá de romper la monotonía o la rutina de un pueblo, surgió para generar ilusión, aspecto éste que no deja de ser anecdótico cuando la apatía emerge como modelo ejemplarizante y a la sociedad, en general, se la condena a sucumbir al grisáceo horizonte que se han empeñado en dibujar e incluso representar.

Hoy, cuando las titulaciones se compran o bien se regalan, cuando ni siquiera hay el mínimo rubor ante tal insolencia a una sociedad sacrificada, un grupo de escritores, y de Navalcarnero, pretende, y cito textualmente: «Sin ánimo de lucro», fortalecer los cimientos culturales de la villa es, sin lugar a dudas, de una valentía envidiable y contagiosa.

Además de presentar un libro, hecho notable y destacable, libro que ya está en mis manos y que espera paciente su turno de lectura, no era la presentación lo más importante desde mi punto de vista, sino el proyecto que quieren llevar a cabo, ambicioso desde luego, también esperanzador y muy ilusionante con el que pretenden involucrar a los institutos y colegios de la localidad para fomentar e impulsar la creación literaria de sus jóvenes alumnos.

Desde esta pluma, que también escribe, pero sin ambición de ser escritor, me siento en la obligación de aplaudir esta iniciativa y de desearles el mejor de los futuros. Tampoco quiero olvidarme de esos jóvenes a los que animo a participar en ese proyecto, y que la plataforma de Autores de Navalcarnero sea un lugar de encuentro y cobijo donde encontrar el apoyo y el respeto por sus trabajos.
Es una lucha contra la mediocridad, una más, y en esta lucha no hay que escatimar esfuerzos. Ojalá los ecos ayuden a hacer grande esta iniciativa.
Mi enhorabuena.

© El embegido dezidor.  

sábado, 28 de abril de 2018

LAS ÉLITES. NADA NUEVO EN EL CAMINO.


Querido amigo:

Me dejaste la cabeza como el caldo hirviendo en una olla a fuego lento. Son muchas las ocasiones en las que me provocas cierta zozobra y no he podido resistirme a dedicarte esta carta.

Olvidas que los egos en cualquier profesión fluyen como la mala hierba, y en esta carrera hacia el éxito en la que se han convertido nuestras vidas, lo importante, más allá de los méritos, que en muchas ocasiones se tienen, importa más conseguir un nombre y una reputación para, una vez conseguido, aún es más valioso y vital para la propia supervivencia mantenerla.

Nada nuevo en el camino.

Para alcanzar tamaño objetivo no se escatimará en estrategias. Has de saber, y no hay novedad en esta afirmación, que en cualquier carrera hacia el éxito no hay individuos, sino escalones y descansillos, y cuando un pie se sitúa para proporcionarte sombra, lo hace para cercenar y nunca para dar cobijo.

Nada nuevo en el camino.

Ese afán de elitismo los llevará a conglomerarse en un grupo que, en la mayoría de los casos, se autodenominará «la Élite», que no es más que esa pretensión de buscar la tan ansiada diferencia. Las élites, así lo creen ellos, son grupos selectos y minoritarios, pero que, de ser mayoritarios, no serían considerados élite y buscarían denodadamente cómo convertirse de nuevo en élite.

Nada nuevo en el camino.

No busques amigos en esta carrera hacia el elitismo ni complicidades, que primero viene la traición y luego la asociación. El fin primero de todo elitismo es la exclusión: «Allí donde llegue yo que no lleguen los demás». Un elitismo que, siendo fiel a su estrategia, adoptará primero una posición defensiva, pondrá barreras y trazará trincheras para asegurar su trozo de pastel. Es, muy disimuladamente, una guerra directa contra cualquier amenaza.

Nada nuevo en el camino.

El fin último del elitismo es controlar aquella actividad en la que se desenvuelve. El elitismo siempre quiere más elitismo y no cejará en su empeño de convertirse en élite o en más élite. Es, aunque lo nieguen, la sempiterna lucha de clases. Y esto no es más que continuar con el mismo proceder de la humanidad desde los tiempos prehistóricos, la misma finalidad de entonces: perpetuarse.

Nada nuevo en el camino.


© El embegido dezidor.

martes, 27 de marzo de 2018

LA MALA EDUCACIÓN VIII. Catálogo feminista.



Movido por la curiosidad, y no voy a negar que también alentado por los medios de comunicación, llegué, alimentado por el morbo y la lascivia del enojo en las redes sociales, al catálogo feminista realizado por la federación de enseñanza de CC.OO, basado en el «Breve decálogo de ideas para una escuela feminista» de Melani Penna y Yera Moreno.

Su lectura me produjo una correntía de sentimientos que enarboló la bandera de alerta de mis neuronas que, en pleno proceso de marchitamiento, se pusieron a hilvanar ideas como si el tiempo no hubiera pasado por ellas.

El catálogo empieza con una declaración de intenciones muy prometedora sobre las que nadie podrá estar en desacuerdo. Nadie, desde su responsabilidad, y mucho menos desde la escuela, puede estar en contra de una escuela integral, libre de sexismo, machismo, clasismo, xenofobia… Pero desde mi punto de vista, y a medida que avanzaba la lectura, el catálogo se va tiñendo con pinceladas de soberbia, algún que otro trazo de desconocimiento y su finalidad queda muy diluida por la confusión producida entre sugerencias, obligaciones e imposiciones. El resultado final es una argamasa de catálogo con dosis elevadas de panfleto.

A poco que hubieran investigado, la escuela, ese embrión en el que se generan todos los males de esta sociedad nuestra, lleva luchando contra estas actitudes durante mucho tiempo, en muchos casos con obstinación, con mayor o menor éxito; y lejos de su reconocimiento, aparece en uno de sus puntos —punto 1 del catálogo—, la obligación de impartir cursos a los maestros y maestras —maestres me suena horrible— en feminismo, lo que a primera vista resulta doloso y lacera la capacidad intelectual y la preparación de dichos profesionales, insisto, mayoritariamente mujeres y, por si se duda, con capacidad para decidir por sí mismas.

Una vez más, la búsqueda de culpables acaba en la lapidación del más incauto y menos sedicioso: la escuela, precisamente uno de los pocos lugares en los que la presencia de mujeres profesionales es abrumadoramente mayoritaria.

El documento carece de profundidad, tal vez elaborado y guiado por el indiscutible éxito de unas reivindicaciones que nunca deberían existir en un país que se considera civilizado y a la cabeza de Europa. Manifestaciones que fueron multitudinarias en las calles. Parece más bien, este catálogo, indicado para exaltar conciencias, calmar voluptuosidades, recoger aplausos y alejado de comprender y respetar las diferencias.

http://www.fe.ccoo.es/5ed16c80ae5f10320b9abe204b939482000063.pdf

© El embegido dezidor.

jueves, 22 de marzo de 2018

LA MALA EDUCACIÓN VII. Interés.


¿Qué está ocurriendo para que nuestros profesores estén perdiendo capacidad de convocatoria?

Estoy seguro que son muchas las dificultades para conciliar el horario laboral con el escolar y que facilidades, hoy en día, no se dan. Comentar la sola asistencia a una reunión escolar o a una tutoría en el puesto de trabajo puede ser un motivo para convertirse inmediatamente en sospechoso de escaqueo o granjearse, y tal vez de por vida, el apelativo de «rarito».

Pero estoy seguro que también hay otras razones por las que su «poder» de convocatoria está cediendo a otros intereses.

Es muy probable, me atrevería a decir que seguro, que asistir a alguna de esas reuniones está muy alejado de ser un programa de entretenimiento de monólogos, demostraciones de voz y habilidades, o entrevistas a gentes del «famoseo»; y es que muchos de estos profesores, no me cabe la menor duda, no están lo más mínimo capacitados para el espectáculo. Son extraordinariamente aburridos, sin chispa ni gracia para comunicar y sus dotes interpretativas están en las antípodas del mundillo de la farándula. Algo a todas luces comprensible pues su dedicación está en la enseñanza, alejados de fruslerías y zarandajas.

Urge por tanto, un cambio, y esto requiere el difícil ejercicio de adaptarse a los nuevos tiempos que vienen con aires de superferolítica revolución y de arrasar con todo aquello que huela a viejo —tal vez, porque la experiencia es mejor ignorarla para que las nuevas ideas, buenas o malas, no puedan ser discutidas ni valoradas con criterios de objetividad—, y puede ser, que para motivar a las familias a participar en un intercambio de información sobre sus hijos, por darles al menos un motivo para que esa hora de sus vidas frente a su tutor o tutora  pase a ser algo más que una experiencia de marchitamiento de su alegría, se planteen, me refiero a los profesores, ofrecer algún ágape acompañado de algún caldito y/o zumos de cebada, o lo que es lo mismo, convertir las tutorías en un intercambio informativo informal con tapeo incluido sobre la evolución de los alumnos o si se tercia, pero sólo si se tercia y la ocasión lo incita, poner verde al profesor y ejercer, al menos por un día, si no se lo coge gustillo, la profesión de alabancioso – encizañador.

Algo debe estar ocurriendo, y no es precisamente bueno, cuando esto sucede en las aulas. Algo debe estar ocurriendo cuando son mayoritarias las familias que acuden a su tutor cuyos resultados en sus hijos son buenos o excelentes —tomen nota de este dato, ¿no habrá por casualidad una relación? —. Algo debe estar ocurriendo cuando cualquier acto festivo, convocado desde el colegio, tiene mucha más participación e implicación que cualquier acto educativo organizado o no desde el propio centro escolar.

Con estos síntomas, cualquier sistema educativo, venga de Finlandia o de la República Utópica de la Soberana Educación, está condenado al fracaso. ¿Y cuál es el problema? Que sobran quejas y falta interés.

© El embegido dezidor.

martes, 6 de marzo de 2018

LA MALA EDUCACIÓN VI. Mesa - coloquio.


De vez en cuando, a uno, en sus paseos matutinos lejos de la tierra de residencia, le llegan voces, como venidas del más allá, que parecen surgir en un instante para avisar de algún peligro o sugerencia. Esta vez llegaron para comunicarme un acontecimiento que surgió, seguramente tras un chispazo de espontaneidad, en la urbe de Navalcarnero.

Y así fue como me enteré de la constitución de una mesa – coloquio en el CAE de Navalcarnero. Asunto extraño, sin duda, que captó mi atención, no por su naturaleza en sí, sino por el tema del que se iba a hablar: la educación. Y se iba a hacer en abierto, para todo el público, y en un local cedido generosamente por el Ayuntamiento que, afortunadamente apuesta por la cultura y en este caso por la educación.

Fue un viernes, ya pasado, concretamente un dos de marzo, y fue una apuesta singular y sencilla, pero también algo avinagrada, y no precisamente por la cantidad de agua que arreciaba sobre la urbe, que estoy seguro que para más de uno fue la excusa perfecta para no regalar con su presencia el favor y el esfuerzo de organizadores y tertulianos.  

Se habló de educación, de familia, de escritores, de libros… y la participación interesante, y con ganas; y la representación fabulosa; y las preguntas la consecuencia lógica de una preocupación y un interés por la educación de sus hijos. Fueron pocos, pero no sobraba nadie.

¡Y había niños!

Ejemplos como este, promovido o dirigido, que ya me enteraré, por el colegio público José Jalón, vienen a poner de manifiesto que hay voluntad, y que cuando ésta se pone en funcionamiento puede remover cimientos y componer grandes obras.

© El embegido dezidor.

domingo, 25 de febrero de 2018

DESIGUALDAD. Un interés premeditado.


La necedad de un presidente del gobierno (PP, para más señas) en las distancias cortas para explicar con un mínimo de solvencia y credibilidad sus políticas —concretamente la igualdad salarial—, desenmascara las verdaderas intenciones que le llevan a elaborar tales políticas.
            
Especular es una de las decisiones que, con más acierto, severidad y efectividad, ha efectuado este gobierno para la consecución de algunos de sus fines y estrategias. Y es precisamente la desigualdad de salarios la que impulsa el desarrollo e incluso el éxito de sus políticas.
           
¿Y cuáles son los beneficios de esta desigualdad salarial?
           
A corto plazo la polémica le interesa. «No hay mal que por bien no venga». La polémica sirve para disimular, ocultar, enturbiar e incluso olvidar los casos de corrupción que asolan a este gobierno.
            
Esta obstinación por mantener la desigualdad salarial, además de contentar a sus más allegados y simpatizantes, suscita una precariedad laboral que dispara la demanda de empleo al tiempo que emerge una alarmante necesidad de trabajo. De este modo consigue de una forma tan sencilla, reducir a la excepción las exigencias laborales de los trabajadores en los contratos. Se varía el perfil del contratado que, aumentando su preparación, aceptará una disminución de su salario y desempeñará un puesto de trabajo por debajo o muy por debajo de su preparación.

La desigualdad salarial es, además y por sí sola, una herramienta para mantener al enemigo dividido. Y en este caso particular, la mujer, por muchas otras razones de peso, no participará tan activamente en muchas de las reivindicaciones salariales cuando sabe que una vez que éstas terminen seguirá en clara desventaja.
            
Una rebaja en sus salarios en comparación con sus compañeros — hombres — y en relación al mismo puesto desempeñado, es un buen incentivo para su contratación. Mismo puesto, misma efectividad y un ahorro para la empresa y, a la vez, favorece su integración en el mercado laboral. Contribuye a mejorar datos y estadísticas de incorporación de la mujer al trabajo y justifica, como buena, esa desigualdad salarial porque, al fin y al cabo, cuando hay necesidad, lo importante es trabajar y la mujer está trabajando. Y si por un casual, la mujer no encuentra satisfacción en su trabajo porque sus beneficios se equiparan a los gastos y renuncia a su puesto de trabajo, dejará, junto a los jóvenes que marchan al extranjero a buscar trabajo, de engrosar las listas de parados. Otro éxito laboral.
           
Con la renuncia al trabajo de la mujer se crea una situación de dependencia. Vuelve al hogar y contribuye, sin querer, al éxito de otra de las políticas del gobierno: fortalecer la familia. Además, sus hijos, debido a todo lo dicho anteriormente, no podrán acceder a puestos cualificados y bien retribuidos porque sus estudios no alcanzarán los mínimos necesarios; y no lo harán porque no podrán estudiar por falta de fondos monetarios para pagar las tasas universitarias que han subido, desorbitadamente, con la clara intención de mantener una mano de obra barata que garantice la supervivencia de las «élites».
            
Y así la rueda está completa. El sistema, tal y como ha sido diseñado, funciona casi a la perfección. Como siempre hay excepciones, pero estas pueden solucionarse con nuevas leyes y con condenas que inflijan miedo a la población, en definitiva, un freno más, especialmente para la libertad del individuo, sea mujer u hombre.


© El embegido dezidor.

jueves, 22 de febrero de 2018

EXPOSICIÓN PLAYMOBIL. Un viaje por la historia.


He tenido la oportunidad de visitar la exposición de Playmobil de Rafael de Palacio, que tiene lugar en la Casa de la Cultura de Navalcarnero. Se trata, nada más y nada menos, que de un recorrido por la historia y las civilizaciones empezando por la prehistoria, continuando por Egipto, Roma y terminando en el medievo.

La exposición discurre a lo largo de dos salas que no son suficientes para el desarrollo de una temática que, si bien parece simple en un principio, cuando el visitante llega a su majestuoso final, además de impresionado, se siente huérfano. Y es así porque el cuerpo pide más. Se echan en falta tantas y tantas épocas de la historia que haría falta todo el edificio y posiblemente la ruina económica y algo más del creador de dicha exposición.

Pero esta exposición, que luce por sí sola maravillosamente gracias a un Rafael de Palacio que mima cada detalle, adquiere más relevancia aún porque tiene un doble valor. No se trata solo de un recorrido por una parte de la historia de la humanidad, sino que también es un recorrido por nuestra propia historia. Resulta curioso cómo uno puede emocionarse ante esos objetos inanimados que han formado parte de nuestra niñez o nuestra juventud. Resulta curioso también, cómo esos mismos objetos, que tantas veces hemos visto en los escaparates de cualquier comercio, en la televisión o que incluso los hemos regalado, despiertan esa nostalgia que falsamente nos acerca a instantes que no podemos siguiera acariciar, pero que nos hacen rejuvenecer y revivir, como si volviéramos a ver un capítulo de nuestra serie favorita, tiempos que ya parecían olvidados.

Ayer, rodeado de niños, pude marcharme a casa habiendo sido por unos minutos, mucho más joven e incluso niño.

© El embegido dezidor.

lunes, 19 de febrero de 2018

LA MALA EDUCACIÓN V. Educación por puntos.

Artículo que contribuye a este serial denominado "La mala educación" escrito por J.C Atienza.


Confieso que soy escribiente quejicoso, que aborrece de prosapias, y es singular esta singladura de buscar, en estos desabridos pareceres, tratándose de materia educativa, alguna enmienda que sea ledicia y satisfacción para las partes en litigio que, si bien no sea contento de alguno de los actores, sí que sea suficiente para sosegar bríos y abatir ofensas.

Y es que en educación no existe la concordia. ¡Qué hacer con tan gran contrariedad que no encuentran cura, y toda prosodia es cuna de prosaicas palabras! Se buscan para expurgar obligaciones, además de pecadores y culpables, a clérigos y hasta jueces, que todo bienestar radica en derramar el sermón, cuan germen fuera a la judería y deleitarse en la idiotez que ya es idolatría.

Pongamos por caso que, en la denostada y defenestrada búsqueda de reparaciones, al igual que conductores, tuvieran evaluación las familias. ¿Qué tal si ésta fuese un carnet por puntos y sean ellas, las propias familias, si dejadez de sus funciones existiese, quienes obtengan como premio pasar con sus huesos, unos cuantos días más uno, en una escuela para padres? Pues es seguro, que hay edades en las que la experiencia no rasura la ignorancia y para los vástagos, párvulos todavía, desorientados en un patológico ejemplo, es capital evitar su condena, que ya es grave descalabradura emular la conducta del ascendiente. Prófuga profesión le espera a la progenie inocente que sobreviene, perpetuadora del estigma y cómplice alevosa e iletrada del daño futuro.

© José Carlos Atienza.

lunes, 12 de febrero de 2018

¿Igualdad?


Las palabras de nuestro presidente del gobierno, mal que nos pese, hablando, o para ser más exactos, eludiendo un debate que Islandia ha puesto encima de la mesa sobre la igualdad de salarios entre hombres y mujeres deja, sin menoscabo a equivocarme, al presidente de esta nación en una indignidad que roza lo irreverente y lo patético.

Islandia ha dado una lección, un primer paso que ha ruborizado a muchos de los países que se consideran en la primera línea del progreso y, como no, a España. La desvergüenza que atesora nuestro presidente, sitúa a la nación a la que representa entre «la chusma» de Europa. Es nuestra sempiterna «marca España».

Pero ¿alguien puede extrañarse a estas alturas de las palabras de nuestro «locuaz y augusto» presidente? La algazara sucedida en medios de comunicación y en redes sociales no deja de ser una pataleta más que, en muchas ocasiones, y especialmente en debates de televisión, roza lo cómico. España debe ser un país de ingenuos o estamos muy aburridos para hacer un espectáculo de lo que debería ser la más absoluta indiferencia en las urnas.

Si en algo se ha caracterizado este gobierno es en su empecinamiento por hacer de la igualdad un placebo para una sociedad cada vez más adocenada. Bien lo saben. Ahí tenemos, como ejemplo, una crisis que ha sido el maná para sus políticas segregacionistas. Ejemplos sobran: paro, sueldos ínfimos, contratos precarios, abuso laboral, tasas universitarias, impuesto energético, educación… ¿Se necesita más?

¿Igualdad cuando la desigualdad alimenta las élites? Seguiremos soñando sin resignarnos.

Y después de la fiesta, ¿les validaremos de nuevo con los votos?

© El embegido dezidor.

sábado, 3 de febrero de 2018

LA MALA EDUCACIÓN IV. Causa y consecuencia.

No vamos a ignorar a estas alturas que como individuos somos consecuencia de, y al mismo tiempo casusa de.

Por ello, y sin que sirva de precedente, la escuela, tantas veces señalada y acusada de inmovilismo, no es responsable de la “mala educación” que, sin ser predominante, sí alcanza gran protagonismo. Un protagonismo que se adquiere, entre otras causas, gracias a la inestimable e inclasificable colaboración de medios de comunicación y a esa querencia, casi natural, por hacer de las desgracias ajenas un leitmotiv de nuestras vidas.

Queda, al menos esbozado, dónde radica el germen de esta «mala educación» en una sociedad que premia una mediocridad que, además de lo citado anteriormente, se va imponiendo con la ayuda, directa o indirecta, consciente o inconsciente, de las familias y demás personal cuya obligación debería ser dar ejemplo. Miremos quiénes ocupan las portadas de periódicos, a quiénes de les dedica más tiempo en los informativos y sobre todo en programas de sociedad, y obsérvese quiénes son argumento principal de las tertulias familiares. De este modo, entenderemos inmediatamente la clave del problema. Hoy, y en este país, parece que esta mediocridad es regla general e inexcusable para triunfar en esta sociedad que hemos creado.

Esta apuesta por la mediocridad, la pérdida de valores, la no valoración del esfuerzo y tanto otros males que nos acucian, no es una consecuencia inaugural de la escuela, muy al contrario, en ella se combate. Pero en muchas ocasiones, seguramente en demasiadas, es una lucha en solitario en la que unos pocos, de quienes tienen responsabilidad en dar ejemplo, la acompañan.

Buscar la solución en el dedo acusador es otra consecuencia de esta mediocridad. La inacción y discursos llenos de palabras y más palabras que se pierden en el maremágnum de datos y porcentajes, son el gran disimulo esputado a una sociedad, ansiosa por recibir respuestas sin hacerse preguntas y ansiosa por encontrar culpables sin aljofifar sus responsabilidades.

Al resto nos queda la resistencia desde la escuela, desde nuestras casas, desde nuestros trabajos... y también la esperanza. Si no cambiamos el mundo, al menos que nuestro esfuerzo sirva para no perder territorio o vender cara nuestra derrota.

¿Y en el aula? Los niños son la respuesta. Ellos son la causa de, y la consecuencia de. No son el problema.


© El embegido dezidor.

domingo, 21 de enero de 2018

LA MALA EDUCACIÓN. III

«Libros de texto culpables del déficit de comprensión lectora».

           
Es curioso que en estos días que ando enfrascado en cuestiones de educación, leo un comentario que culpa del fracaso escolar, con formas que extralimitan lo contundente, a lo embarullados que resultan los libros de texto. Libros difíciles de entender e incluso imposibles para los pequeños escolares, según palabras de la escribiente.
            
Confieso que es la primera vez que leo algo así, pero ya estaba faltando tiempo para que se acusara también a los libros del fracaso escolar. —Cuando veas las barbas del vecino cortar pon las tuyas a remojar— dirán los diccionarios. Visto lo visto, tratándose de educación, no hay salvación posible. Llegará el caso, en el que, conducidos por una delirante soberbia, tengamos que oír que los culpables de la deficiente letra de los más pequeños son los bolígrafos y lapiceros, que no se adaptan a las nuevos hábitos y costumbres y mucho menos a los nuevos tiempos.

Terminada de leer la corta arenga en la red, me asaltó una duda. Sus palabras no especificaban si se estaba refiriendo a los libros de texto de una editorial en concreto o a todos los libros de texto independientemente de la editorial. Tampoco señala si esta falta de comprensión se produce en todos los textos de las demás asignaturas. De ser así el problema adquiere un matiz muy personal.
            
Es posible que los libros no sean completamente inocentes, pero la falta de comprensión de los menores no es debido a la complejidad o no de los textos, sino de la falta de uso y entendimiento del vocabulario y de la lengua en general. Los textos están adaptados a un nivel «medio» de los alumnos y para facilitar esa comprensión está, por un lado, el maestro haciendo que el texto sea fácilmente asimilable y, por otro lado, la familia alimentando a sus hijos en sus momentos de ocio con buenas dosis de palabras, de buenas palabras, que podemos encontrar en cualquier biblioteca, incluida la de su aula, librería o gran superficie.       

Discursos como éste, desgraciadamente encuentran coro en las redes. Tal vez, como ocurre en muchas ocasiones, y como ya he escrito en alguna ocasión, sea sólo la rabieta que emana de la impotencia, y ampararse en el tumulto es una perfecta cortina para disimular responsabilidades o justificar irresponsabilidades.
            
Para aquellos que ya tenemos unos años en nuestras espaldas y hemos estudiado en la escuela, cuando de escuela era poco más que el nombre, y hemos visto sus progresos y también su involución, hemos comprobado cómo, desde aquella E.G.B, los libros de texto bajaron el nivel de conocimientos, cómo se han ido adaptando a unos intereses cada vez más diversos y dispersos y, sin embargo, se ha seguido y se sigue, si cabe aún con mayor intensidad, hablando de fracaso escolar.
            
Empecemos por tanto a actuar, y empecemos desde la familia.  Así sabremos con exactitud dónde se encuentra el fallo o el error sin escurrir responsabilidades.

Este puede ser un buen principio que sin ser norma general, guarda relación:
Abuso de juegos electrónicos, juegos y películas inadaptados, televisiones fuera de horario = sobreestimulación = déficit de atención = falta de concentración = falta de comprensión.
            
Y como soy persona llena de dudas, me pregunto, o le preguntaría a esa madre, si sus retoños han encontrado alguna dificultad para comprender todos esos juegos y aparatos electrónicos que manejan.


© El embegido dezidor.

lunes, 15 de enero de 2018

LA MALA EDUCACIÓN. II

 Parece, y esto nos viene de muy atrás, que todo lo que nos viene de fuera es mucho mejor. Hablando de educación sucede otro tanto. Y no faltan razones. La educación en España, siendo una educación que se encuentra en la media europea, es manifiestamente mejorable. Pero desgraciadamente, esa crítica a la educación y al sistema, tan descarnada en muchas ocasiones, pasa a un segundo nivel cuando se trata de elegir al partido político que queremos que nos represente. Es entonces cuando seguiremos criticando un sistema, —que se mueve y mucho— pero del que desconocemos casi en su totalidad y del que nunca nos preocupamos en los programas electorales. Es necesario recordar, —¿realmente lo es? —que con nuestro voto respaldamos la inacción.
            
Anhelamos sistemas educativos cuyos resultados son, a primera vista, un modelo a seguir. Una vez más, se pone sobre la mesa «el modelo», el mejor principio pedagógico que rige en toda enseñanza. Está de más mencionar la aspiración actual de todos los partidos por copiar el sistema finlandés. Anhelo que ha calado muy hondo en la sociedad española.
            
Pero, ¿podemos creernos que esos sistemas se pueden implantar en España? La retórica voraz de los políticos habla por boca de ganso a sabiendas que es casi imposible, por un lado, que no hay un interés real y que no es deseable por otro.
            
En primer lugar, es casi imposible porque la apuesta por la educación en Finlandia, es una educación pública. ¿Se lo imaginan en España? En Finlandia, tanto los políticos como la sociedad están convencidos que esa es la mejor educación que puede recibir un país. Es una escuela en la que todos: políticos, administración, maestros y familias están estrechamente implicados construyendo y mejorando una herramienta que hará de sus hijos y de su país un lugar civilizado y de progreso. ¿Somos capaces de imaginar que ocurriese algo así en España? No debemos olvidar que en España hay escuelas y empresas con escuelas y el interés económico prima sobre la calidad en educación. La desigualdad social sostiene el estatus de cada individuo y esta desigualdad se traduce en votos: el esclavo votará la mano que le dé de comer.

Por otro lado, una educación como en Finlandia, no es deseable porque una buena educación jamás consentiría el espolio al que se está sometiendo a una población y cultivar la reflexión y una crítica razonada puede destruir ese estatus que con tanto sacrificio —siempre para una parte de la población— ha costado conseguir.
            
Si ese es el modelo, al finlandés me refiero, y parece que en eso hay consenso, apostemos por ese modelo. Empecemos por dotar de todos los recursos posibles a la escuela pública. Empecemos por convencer a las familias que hay una escuela, la pública, que no solo les garantiza la igualdad de oportunidades —básico en cualquier sistema democrático con garantías—, sino también una excelente formación. Empecemos por que los maestros prediquen con el ejemplo, maestros de la pública cuyos hijos acuden a escuelas privadas, para que ayuden y no sean un escollo a restaurar la confianza en esta escuela. Empecemos por hacer a las familias partícipes de esa educación y evitar, con todos los medios al alcance, que no se conviertan en escollos, en garbanzos negros, más preocupadas por evitar el progreso de los demás que en incentivar el progreso de sus hijos. Empecemos por negar el voto a quienes hipócritamente predican para endulzarnos los oídos.
            
¿Queremos el modelo finlandés? Pues empecemos por apostar por él, pero sin cortapisas, que las cosas a medias nunca fueron buenas.


http://www.aulaplaneta.com/2015/01/22/noticias-sobre-educacion/las-diez-claves-de-la-educacion-en-finlandia/


© El embegido dezidor.