miércoles, 29 de febrero de 2012

La desobediencia civil como arma de futuro.

Las calles de Valencia han sido amenazadas con ser presa del fuego, y se teme que el fuego pueda extenderse por otras ciudades. Las protestas, de seguir incrementándose, de seguir extendiéndose, pueden poner en evidencia las desvergüenzas del gobierno que rápidamente se ha puesto a la defensiva. Tantos miedos necesitan para ser superados, de la utilización de una verborrea simplona y simplista, insustancial en su esencia como la que se está empleando para llegar más directamente a la cabeza de una sociedad bastante noqueada por esta crisis; además de poner en funcionamiento la organización de medios de comunicación afines para cohesionar una respuesta común capaz de desintegrar la protesta antes de que esta pueda crecer, antes de que pueda afectarles o desenmascararles.

Valencia es la llamada. Valencia marca otro punto de inicio. Ahora es necesario que las manifestaciones se extiendan a otras ciudades, a todo el Estado, sin pausa, sin descanso. Es el momento de aplicar las enseñanzas que tan orgullosamente impartió la presidenta de la Comunidad de Madrid, Dña. Esperanza Aguirre, cuando, ante la asignatura de educación para la ciudadanía, hacía llamamientos por todos los medios de comunicación a la rebelión, a la desobediencia civil.

Ahora que los intereses han cambiado, si antes fue la asignatura para la educación por la ciudadanía quien provocó tanto revuelo en un partido popular, – ¡qué simpleza! – ahora quieren ser la educación, la sanidad... – simplezas de nuevo para este PP y no sólo para él – quienes sitúen el revuelo en las calles, frente a las puertas de las sedes de quienes gestionan y elaboran planes de salvamento que no dejan de tener un sabor a burla. No se le puede pedir ayuda a quien se está ahogando.

Son estos, argumentos muy sólidos, los que han hecho que la práctica de estas enseñanzas – la desobediencia civil – bien aprendidas por los ciudadanos de esta comunidad y de más allá, sean ahora incómodas; se hayan vuelto contra quien fue su maestra o mentora. Ha quedado demostrado, mal que le pese a la presidenta de la Comunidad de Madrid, la inmensa capacidad de aprendizaje que tienen nuestros jóvenes.
– ¿Será esta otra de las razones por la que quiere desterrar del mapa a la enseñanza pública? –

Es el momento, uno más, aunque ya los hubo antes y fueron desperdiciados, de responder a las provocaciones con todos los medios al alcance. Porque las medidas adoptadas, son una justificación para alcanzar cotas de insolidaridad hasta ahora insospechadas así como una pérdida de derechos elementales que se veían intocables. En definitiva: una provocación. Tendremos por tanto que derribar para volver a construir. ¿No es esto lo que se está poniendo en práctica desde el gobierno? Pues entonces, lo que es válido para unos lo es para los otros.

jueves, 23 de febrero de 2012

En Valencia se quemarán las calles porque la metáfora arde.

Si algo de bueno, o de malo, pueden tener los paseos en los pueblos, es que las cortas distancias pueden hacerse casi infinitas en el tiempo. Los múltiples intermedios, así como las esperas en las ya cada vez más escasas tiendas de toda la vida, esas que nos han visto crecer y que van envejeciendo a medida que nuestros hijos dejan de ser niños para ser jóvenes, son torrentes de información que ya quisiera superar en efectividad y rapidez la tecnología imperante de los tiempos actuales.

En uno de esos intermedios, una vecina, en ese espacio que alberga la duda si es señora o señorita, con poco más de los treinta, todavía fuerte frente a los cuarenta, se lamentaba de cuánto estaba ocurriendo en Valencia y cuánto podría ocurrir por culpa de estos difíciles tiempos que nos está tocando vivir. “Estos estudiantes, si siguen perdiendo días de clase qué van a estudiar” – me dijo.

Y vinieron a mí unas palabras escritas en alguna publicación de una catedrática en educación de la Universidad de Alcalá quien decía que los niños que aprenden sólo de la escuela no son capaces de aplicar estos conocimientos fuera de ella. Tal vez sea esto a lo que se refería la ilustre catedrática y lo que estamos presenciando no sea más que una legión de inadaptados que no saben aplicar en la vida lo que han aprendido en la escuela. Son, resumiendo, el vivo ejemplo del fracaso de la enseñanza pública y de paso, dicho esto por políticos y periodistas acólitos, matamos dos pájaros de un tiro: las manifestaciones y la escuela pública.

No pretendo hacer con esta aserción el trabajo de periodistas y políticos y tampoco contribuir a hacerlo popular, y mucho menos “PPolpular” ¡Dios me libre! Considero que cuanto está ocurriendo es justamente lo contrario. Al igual que aquel 15-M, estas manifestaciones estudiantiles son el fruto de los conocimientos adquiridos esencialmente en una escuela que es libre y que es garantía de igualdad como ninguna. La presencia en la calle de miles de estudiantes es su puesta en práctica. Y son estos conocimientos los que les han conducido a tomar, por mucho que se empeñen aquellos que estas protestas les incomodan, la libre decisión de pasar a la acción consecuencia del librepensamiento que desde esta escuela se intenta fomentar. Es por eso, por lo que, conscientes de cuánto tienen que perder dicen “basta” y lo dicen en la calle para defender con toda la legitimidad que otorga la razón, porque la tienen, lo que al sentido común, desde las instituciones, se le niega.

He aquí la esencia de ese ataque constante a la escuela pública, una escuela cada vez más molesta por ser germen de voces contestatarias, de voces con personalidad propia que crecen, que no se van a dejar llevar, sin más, por los postulados institucionales, y mucho menos cuando haciendo llamamientos al amor patrio, estos vienen vía imposición. Voces que no se van a amilanar cuando la tiranía despliegue sus venenosos aguijones, y allí, donde se considere un ataque, o una provocación habrá una respuesta.

Las calles de ciudades como Valencia son el vivo ejemplo, jóvenes que pasean sus palabras como un pesticida para la soberbia que produce recortes que no responden a un principio de equidad. Una semilla que deberá impedir que nuevas generaciones caigan en la autocomplacencia conformes con el “todo vale”. Ellos y sólo ellos podrán decir y presumir de cuánto consiguieron, o en el peor de los casos, podrán presumir que todo cuánto se perdió no fue porque estuvieron de brazos cruzados. Y si el tiempo, y la “sociedad del bienestar” no los apoltrona, mañana serán maestros del librepensamiento, ese que se ha zurcido a través de la escuela y de la vida, convencidos de su poder, de poder enmendar e incluso evitar errores o ignominias infringidas con una estúpida insidia por quienes, bajo un paraguas democrático, juegan a ser exclusivos tiranos exclusivistas.

En Valencia se quemarán las calles porque la metáfora arde. ¡Qué gran lección! Es la hora de “quemar el Estado”.

martes, 21 de febrero de 2012

Navalcarnero y su carnaval. ¿Fiesta o denuesto?

¿Hay crisis en Navalcarnero? A la vista de los acontecimientos sí, puesto que se ha suprimido el carnaval o carnavalito dirigido a los más pequeños. Pero el equipo de gobierno municipal sigue esforzándose más por simularla que para solucionarla. No ha sido capaz de tomar la determinación, la valentía, de suspender el carnaval, el importante, el más costoso. Toda su receta para contribuir al ahorro ha sido un apaño con más contenido de propaganda que de efectividad. ¿Esto ha sido todo lo que saben hacer? Una receta – dejar de lado a los más pequeños – que disimulan suprimiendo la paja, pero disfrazando la viga con invitaciones al jolgorio emperejilada de apariencias para que esta crisis no les afecte o como mucho, les pille con el flequillo descompuesto, pero nunca sin peluca.

Al final del espectáculo, ¿cuánto es lo que nos hemos ahorrado? Y lo más importante ¿cuánto más podríamos haber ahorrado? ¿Por qué seguir “ayudando económicamente” para incentivar la participación en el carnaval?

Todo es posible, hasta lo más disparatado, hasta lo más increíble, hasta lo más utópico.

Nuestro Sr. alcalde, alejado de aquellas consignas de “no subir los impuestos”, ha encontrado remedio a tanta crisis y sobre todo ha hecho innecesario tanto inútil debate de expertos que a base de palabras y palabras marean el sentido. Su solución estriba en dar una imagen de normalidad al tiempo que suprime todo salario. En este desventurado camino hacia la sombra del ciprés se encuentran escuelas infantiles, residencias de tercera edad, empleados municipales, mantenimiento de jardines... etc... pero, para calmar sus ansiedades, para proporcionarles una evasión a sus tristezas, a ellos y a todos nosotros, seamos víctimas de la crisis o simplemente un daño colateral, nos “ha regalado” este carnaval, también con la participación de vehículos con el logotipo del ayuntamiento – uno – disfrazado o camuflado para la ocasión.

Hiere, duele y humilla, estar despedido por un despotismo innecesario al tiempo que quien no supo administrar, aprueba despidos como consecuencia de una penuria de fondos, pero sigue haciendo de su cueva un pasaje infinito, una necrópolis.

El carnaval añade un descosido más en los ahorros de este pueblo. Resuena como un malvado eco que entra en los hogares, más silenciosos que nunca aquejados de un futuro incierto, para mancillar su desesperación y su angustiosa espera mientras llegan mejores días, que ahora sí, traigan una alegría natural y no forzada ni disimulada con festivales de denuestos.

viernes, 17 de febrero de 2012

Voluntarios o servicio social obligatorio.

No cabe duda que el PP quiere finiquitar, vadear o evitar esta crisis que de seguir por los actuales derroteros, si nadie lo remedia, provocará una mano de obra exangüe, una clase social exprimida sin jugo sanguíneo para siquiera levantar la cabeza. El lenitivo para esta clase social exprimida y deprimida será, como está sucediendo, poner en su futuro centenares de kilómetros siempre al norte.

Su interés no está centrado en ahorrar costes en desplazamientos a quienes huyen buscando la solución a su crisis. Su imaginación se les ha disparado, de esto no hay duda, y mucho me temo que tanto derroche – en la misma línea que muchos de sus ayuntamientos – les pueda pasar factura en breve tiempo como parece ser que está ocurriendo en sus cabezas poco fecundas de grandes ideas.

Algunos de estos políticos, obnubilados por la búsqueda de un trono dentro de su partido político, que los conduzca al pabellón de la soberana deidad por haber encontrado la solución a la crisis mucho antes que sus compañeros de partido, o por hacer historia, no han encontrado mejor ocupación que jugar a enredarse en una espiral de procaz exaltación del disparate para conseguir su entronización. Esta es la meta: el dislate como una solución real y lo peor, virtualmente efectiva.

En estos eslabones nos encontramos entre otros a la actual alcaldesa de Madrid con su reciente discurso patético-político apelando a todos los ciudadanos de Madrid, que por esta ciudad y por España se ofrezcan voluntarios para cubrir todos aquellos puestos de los que la administración no pueda hacerse cargo. Con esta exaltación de sentimientos patrios intenta florecer el orgullo en jóvenes y mayores, principalmente del pijerío del lagarto y de algún que otro acólito cuyo voto popular fue más una venganza por una mala noche que el abuso de vodka le robó al descanso que de un convencimiento ideológico. Precisamente estos serán los primeros en negar su voluntariedad por ser de los pocos que mantienen su trabajo.

Pero no vamos a ser siempre pesimistas, al mal tiempo buena cara. Nuestra ilustre alcaldesa nos abre un camino cuya luz es nuestra esperanza – siempre con minúsculas –. Su plan de voluntariado habrá puesto la primera piedra para que todos los puestos de las administraciones públicas, hoy propiedad de funcionarios y de algún que otro despistado designado a dedo, sean cubiertos por un cuerpo de voluntarios. De este modo, habremos creado, a imagen y semejanza del servicio militar obligatorio, hoy felizmente superado, un servicio social obligatorio. Llegados a este extremo, será entonces cuando estaremos más cerca de exigir que el cargo de alcalde/sa, concejales, consejeros y demás prole política, sean cubiertos también por voluntarios.

Y aquí mi duda: ¿Serán capaces de ser consecuentes con sus propias ideas y actuar en consecuencia haciendo pedagogía con el ejemplo? ¿Será doña Ana Botella, posiblemente las más patriota entre las patriotas españolas en ejercitar su cargo voluntariamente?




viernes, 3 de febrero de 2012

Barco de papel: ¿Y ahora qué?

¿Y ahora qué?

Es la incómoda pregunta que nace bien regada por la preocupación y bien alimentada por la experiencia. Una dramática experiencia que en algunos casos ha puesto al borde del bochorno el funcionamiento de las escuelas, concretamente de Trébole. Una experiencia adquirida a base de confrontación entre dirección, educadoras y familias, de incontinencia verbal, del demérito e incluso del abyecto sentimiento de venganza que ha mutado en más de una ocasión el carácter humano de quienes llevan a sus espaldas responsabilidades en estas escuelas.

En cualquier caso, la pregunta me conduce a desplegar cuántas posibilidades se me ocurran por encontrar una o varias respuestas a esta fastidiosa cuestión.

Para empezar, tarde o temprano la dirección de Barco deberá poner sobre la mesa las nuevas propuestas para conocimiento de las educadoras, que no serán muy diferentes a las anunciadas en Trébole, ya sobradamente conocidas por todos y que tanto revuelo han causado.

Si el sentido común impera, la dirección de Barco debería de esperar hasta que finalice el año escolar para introducir las modificaciones pertinentes en los nuevos contratos y en los nuevos proyectos de la escuela incluyendo, ahora sí, el conocimiento y consentimiento de aquellas educadoras que voluntariamente, sin presiones ni coacciones, quieran sumarse a esta nueva andadura que comienza tras el concurso.
Pero tal decisión no estará exenta de dificultades.

Si se decantan por introducir los cambios con la llegada del nuevo curso, será una decisión que contradice las ya efectuadas en Trébole, por lo que una vez más, ambas direcciones quedarán enfrentadas. A su vez, toda demora en la “imposición de las nuevas condiciones” supone la creación entre las trabajadoras de la misma empresa, con la misma titulación y mismos méritos, de dos grupos laborales con diferencia de trato y salario: educadoras de primera clase las de Barco, y de segunda clase las de Trébole. Mientras en Trébole, el salario se ha visto ostensiblemente reducido, en Barco seguirían con las condiciones antiguas, mucho más favorables en cuanto a cuantía se refiere. Esta discriminación, a corto plazo generaría un nuevo foco de desestabilización en las escuelas y muy especialmente de nuevo, por sentido común en Trébole.

Si por el contrario Barco decide hacer efectivos los recortes como así iban estipulados en su propuesta para la adjudicación del concurso, y que no hay que olvidar que fue la cuestión económica un punto principal para ser adjudicataria, supondrá en el mejor de los casos, tal y como ha ocurrido en Campanilla y en Trébole un trasvase de educadoras. Y en el peor, denuncias y despidos y no precisamente en este orden. Despidos que ya han causado una derrama de dinero innecesario y evitable, siendo imposible, en algunos casos, hacer frente a las obligadas indemnizaciones increíblemente ignoradas o soberbiamente soslayadas que han supuesto un socavón mayor en la descalabrada economía de las escuelas.

Esperemos eso sí, buen ejemplo tienen, que no empleen los mismos métodos ni “sugestivas sugerencias” para moldear un cerrojo que no supondría más que nuevas incidencias. Espero que este silencio, del que está Barco haciendo gala, no sea el mismo silencio coactivo de antaño, ese silencio de laboratorio, artificial en su esencia y artificioso en su contenido que se desliza por los pasillos de la escuela dejando un rastro sombrío para esconder de nuevo intenciones que no pueden ser buenas si nacen desde el oscurantismo.

Pavor me causa esperar una solución de esa prosaica imaginación fecunda de alguna mente pensante desconocida proveniente de alguna de las direcciones, cuya experiencia ha demostrado cuánta futilidad lleva en su equipaje ,cuando intenten convencer de unas condiciones prácticamente inaceptables a muchas tragaderas que se tengan.

No hay que olvidar que estas escuelas deben agradecer cuánto han hecho por ella sus educadoras y las familias que las habitan y es ahora, buen momento para devolver favores.