lunes, 3 de octubre de 2011

Nimiedades y memeces.


Ya pasaron las elecciones y también el tiempo que va tallando y puliendo la losa del olvido dejando un halo de vagos recuerdos. Sin embargo, lejos de esa calma que queda después de una excitación huida, una tristeza creciente me obnubila. Cada día es más laborioso no enojarse en este pueblo de Navalcarnero.
El Partido Popular ha ganado las elecciones. Es incuestionable su apabullante victoria, resultado siempre respetable pero en Navalcarnero discutible, al menos, en lo referente a esa grandiosidad que se escenifica tan artificial como sus propios presupuestos. Hay de nuevo una mayoría absoluta, y el partido ganador ha celebrado su victoria haciendo partícipe a los ciudadanos e incluso cómplices enviándoles un triptico en el que se agradece, también se me agradece, el apoyo a su candidatura. Estupefacto, pienso si en este pueblo habrá un cuerpo especial altamente cualificado y entrenado para las labores de espionaje o una virtuosísima policía política secreta e invisible que averigua para quien es el voto.
En la foto del triptico todos felices, orgullosos, mostrando su mejor sonrisa, la mejor pose. Es la mejor foto. – ¡Ha llegado la salvación de la patria, la salvación de Navalcarnero! – es el eslogan no escrito que rezan sus sonrisas. Pero tras la pasarela de figurines y figurantes, la primera medida para paliar la crisis no es ni de lejos compatible con el estado emocional de felicidad que muestran en la foto: sus vanidades se nutren de penurias, los salarios de las profesionales de educación y personal no docente de las escuelas municipales se han adjudicado a una mano invisible propiedad ¿de quién?
Han dejado desamparadas a muchas familias para las que este Ayuntamiento no ha tenido hasta el momento una coherente explicación, ni justificación. Probablemente no la hayan encontrado o ni siquiera exista. Esto prueba el estado inquisitorial de silencio que reina en el pueblo. No es creíble que en el siglo XXI, en una país democrático, sea obligado despedazar el sobrecogedor silencio que se intenta o se impone para contener cualquier manifestación o reclamación de lo que es legítimo.
Es por este motivo que me pregunto: ¿Dónde está el dinero?
Es conocido el recorrido del dinero. Parte de la Comunidad de Madrid y llega al Ayuntamiento de Navalcarnero que lo conduce hasta las diferentes escuelas. Entonces:
–Si fuera la Comunidad de Madrid quien no entregara la cantidad estipulada al Ayuntamiento, sería lógico que este centrase inmediatamente sus esfuerzos en exigir el cumplimiento de las obligaciones contraídas por la Comunidad de Madrid y dar una explicación a los afectados por este agravio.
–Si fuese el Ayuntamiento quien no pagase sería lógico que la gestora y más concretamente sus principales valedores que dirigen las diferentes escuelas, dieran las oportunas explicaciones a sus profesionales y a las familias afectadas con la finalidad de organizar y sobre todo reclamar al Ayuntamiento que sufrague cuanto antes aquello a lo que su responsabilidad le obliga.
En cualquier caso e independientemente quien sea la causa del germen del problema, educadoras y personal en general de las escuelas infantiles Trébole, Barco de papel y la casa de niños Campanilla están obligadas a poner sus voces bajo el estandarte, que ya se ha izado, de la dignidad y exponer con meridiana claridad qué está ocurriendo y qué medidas van a adoptar para que no se sigan mancillando sus bolsillos y el futuro de las escuelas infantiles. Tristemente, Ayuntamiento y responsables de las escuelas infantiles, en un aparente contubernio, parecen confabularse para la consecución de un objetivo común, todavía desconocido o alevosamente encubierto. – ¿Convertir escuelas infantiles en guarderías?
No han cobrado mayo, y junio no apunta mejores perspectivas y peor aspecto presenta el futuro más inmediato.
¿La deuda? Una nimiedad.
Las deudas, infelices protagonistas, están condicionando comportamientos que cuando menos parecen alejarse de un espíritu democrático y especialmente solidario. Los Ayuntamientos y el de Navalcarnero no es ajeno, acuciado por sus deudas quiere evitar cualquier daño a su imagen, a su ego. Para que esta vergonzosa situación no sonroje sus mejillas actuará y aconsejará actuar como si nada hubiera o estuviera pasando. Dejarán pasar los días para que la llegada de un nuevo soplido monetario o los saludos del verano pongan un despiste en las preocupaciones y calme los ánimos lo suficiente para evitar cualquier organización y o protesta, y al mismo tiempo urdir desde ese oscurantismo el futuro de las escuelas municipales: su subasta.
Quiero terminar pidiendo perdón por estas memeces que me acucian. No puedo dejar de preguntarme cuántos salarios podían haberse cobrado si se hubiese prescindido de aquellos trípticos, de todas aquellas publicaciones, de todas esas actuaciones sobre escenarios inertes que en muchos casos ni siquiera pueden contemplarse. No puedo dejar de pensar en todos esos anónimos, con nombres y apellidos que más que nunca temen que llegue el fin de mes porque les han robado el principio.
Tal vez, por ser la deuda una nimiedad, sigue habiendo sombras donde debía lucir el sol.

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