martes, 2 de agosto de 2011

Silencio, unas gotas de cinismo y... ¡acción!

Discurría el mes de mayo cuando aparecieron los primeros síntomas que fueron muy bien definidos como la subasta de las escuelas infantiles de Navalcarnero. Aquellos impagos, todavía actuales, eran, como se ha demostrado, el primer paso para la posterior eliminación de las escuelas infantiles municipales.
Tales escuelas son un gasto, así son consideradas desgraciadamente por este Ayuntamiento endeudado por mantener sus apariencias, y para ahorrar para otros menesteres decide quitarse de encima aquello que menos le importa, que le sobra. Muy lejos de considerar a la educación como una inversión que sin lugar a dudas mejoraría la sociedad de Navalcarnero, se desprende con desprecio de ella, lo más importante junto a la sanidad que posee una sociedad sana y de futuro.
Sin dilaciones se iniciaron las negociaciones entre escuelas y representantes del ayuntamiento, reuniones que incluso se celebraron con nocturnidad y alevosía los fines de semana ¿para llegar finalmente al concurso? Esto prueba dos cosas: o que el concurso es mera formalidad o que las negociaciones han sido un absoluto fracaso y como consecuencia esta salida a concurso. Las responsables de las escuelas infantiles participes de estas reuniones semi clandestinas deberían, como así supongo que harán y de inmediato, informar a las familias del por qué y el cómo se ha llegado a esta situación.
Pero el pánico ahora se apodera de las voluntades y los deseos. Las posibilidades de perder las escuelas son muy evidentes, a pesar del factor educativo, está el económico y poderoso es el Dios don Dinero. En dos meses se ha pasado del silencio al cinismo para terminar en la acción. Dos meses han sido necesarios para que se active la alarma entre padres y madres de la escuela infantil todavía municipal Barco de Papel, que ahora sí, ven peligrar el modelo educativo que les llevó a elegir para sus hijos una escuela en la que rebosaban garantías de buen hacer. Todo ello porque los vaticinios que ya se veían no muy lejos, cuyos gritos resonaban en los oídos, han llegado en forma de concurso. Primero ha sido Barco de papel y después le seguirán las otras dos escuelas: Campanilla y Trébole.
Ahora que han visto los ojos al lobo se ha puesto en marcha la maquinaria de una campaña destinada a “convencer” al Ayuntamiento, – quien quiere elimanar las escuelas, de otro modo no las sacaría a subasta – que la actual dirección de Barco y exclusivamente de Barco es la mejor opción a concurso. Una maquinaria cuya orquestación ha comenzado desde los propios despachos de la escuela con la particiación de todos los estamentos cuya dirección todavía no está muy clara pero que huele a rancio.
Y ¿por qué este mal olor? Porque antes, desde esos mismos despachos, se aconsejó todo lo contrario, que nadie se mueva. Imperó el silencio, se clamaba que las familias hicieran de él veneración. Había que esperar, incluso se negaron firmas que provenían de otra escuela, distintos pareceres impidieron siquiera la más mínima colaboración. No quisieron ver, o prefirieron ignorarlo, o actuaban bajo criterios dictados desde la dirección, pero lo cierto es que Barco quedó completamente al margen. La crítica se llegó a considerar como un ataque a la empresa y a las escuelas cuando lo que se denunciaba era precisamente que los impagos desembocarían en los acontecimientos actuales: la subasta.
Lo que siento es la impotencia que produce no haber visto ni escuchar alzando la voz contra la decisión adoptada de subasta por quienes ahora piden las firmas. A pesar de la tranquilidad de mi conciencia hallaré inquietud en mi sueño que será duermevela. Soy consciente de esta una nueva derrota si, pero no en mi nombre.

El embegido dezidor.

lunes, 1 de agosto de 2011

El PP de Navalcarnero encuentra la solución a la crisis

Desde estas letras quiero significar la ventura que leer este titular me provoca. Me inflama mi espíritu de un optimismo como no conocía desde hace mucho tiempo, capaz de borrar no sólo las huellas dolorosas del pasado, sino de minimizar cualquier contrariedad en el futuro; y todo el mérito se lo lleva, porque es justo y de justicia reconocerlo, el equipo de gobierno de nuestro Ayuntamiento de Navalcarnero.
Un equipo que, fiel a su comprometido compromiso por llevar a Navalcarnero y especialmente a los navalcarnereños a las más altas cotas de bienestar y calidad de vida, no ha escatimado esfuerzos para encontrar esta fórmula antes mágica e impensable pero ahora en sus manos, con la que poder superar esta crisis y cualquier periodo análogo venidero. Su eficacia es tal, que será difícil que crisis futuras puedan menoscabar a este como a cualquier otro ayuntamiento o empresa. Las crisis se deslizarán como la lluvia acariciando las negras paredes de peores presagios del Ayuntamiento, llantos del presente que fugaces en su esencia, desaparecerán con los primeros rayos de sol.
Y no. No han sido los hados quienes han llegado a este pueblo para inocular virtudes en la clase política compadecidos por un lastimoso y llorón Navalcarnero. Es muy fácil pensar que el Ayuntamiento y muy especialmente la Concejalía de Educación han sido provistos de brillos divinos descendientes de una generosa providencia que les ha regalado para llegar a este magnífico hallazgo. Pero no es así. No hay que dejarse llevar por barruntaciones producto de la incredulidad que produce su plan de ahorro. Sería una falta de lealtad democrática hacia un gobierno recientemente elegido pensar que todo es producto de mentalidades fragmentadas. Por tanto, llegamos a la conclusión que han sido los aires nuevos, aires renovados de una parte del PP de Navalcarnero espirados por la excelente preparación de sus candidatos electos y los no electos, quienes han alcanzado la difícilísima solución, el brillante hallazgo.
Ha sido por tanto muy meritorio el trabajo de un excelso equipo comandado por el generalísimo alcalde recientemente electo que se ha esforzado para evitar que se pueda sugerir y mucho menos que alguien pudiera intuir que el PP, para resolver esta crisis, iba a despedir a alguno de sus trabajadores. El PP, como afirmaba en su programa electoral, mantendrá a todos sus trabajadores en plantilla pero eso sí, y esta es la base, la gran fórmula, la perla pulida por el pensamiento más egregio inimaginable: trabajarán sin cobrar.
El Ayuntamiento para contener sus gastos y reflotar económicamente unas arcas más pobres que un lupanar en cuaresma ha decidido que el trabajo de los profesionales de la educación de las escuelas municipales de Navalcarnero lo realicen gratis. Y para ser fiel a las propuestas de igualdad que el propio Partido Popular promulga en sus campañas de fomento y concienciación se unirán a este gran plan anticrisis, posiblemente, otros empleados municipales.
El Ayuntamiento, que nunca ha sido ejemplo de indiferencia como lo ha venido demostrando a lo largo de sus diferentes mandatos, agradecerá a todos estos esforzados y sacrificados trabajadores su dedicación y entusiasmo. Valorará su entrega y eficacia en su trabajo y así quedará reflejado, como ejemplo de ejemplares ciudadanos, en cualquiera de sus publicaciones o personalmente, si se consideran méritos suficientes, en las tarjetas de felicitación de aniversario.
Pueden prometer y prometerán, que además, el Ayuntamiento del PP, en un periodo de tiempo indeterminado, una efigie de mármol o granito reinará en alguna rotonda de nueva creación dedicada a todos estos trabajadores con todo el amor del Consistorio y del pueblo de Navalcarnero que no olvidará su sacrificio, su silenciosa entrega y la inmolación de su sueldo, de parte de su futuro y el de las generaciones que les suceden por mantener y mantenerles en su Ayuntamiento.
Para terminar y evitar que se me critique por criticar quiero lanzar la siguiente propuesta:
–Siendo un ayuntamiento que promueve las políticas de igualdad, le pido que una vez más sea consecuente con sus políticas y se una a sus empleados prescindiendo del sueldo íntegro hasta que todos y cada uno de sus asalariados puedan recibir su remuneración.

¿Hablamos de educación?

Se está jugando con el futuro de las educadoras y de las escuelas infantiles municipales como en un tablero de ajedrez, y sabemos cómo terminan las partidas, siempre en jaque, con la muerte como juez que certifica la victoria. Se pone en entredicho, prescindiendo de sus salarios, confabulando a escondidas con futuros entreverados de nuevos bautizos, la labor e importancia de las educadoras. Y no son las familias de quienes haya partido esta idea, no son las familias las que atacan a las escuelas, a la empresa, al Ayuntamiento, más bien todo lo contrario, pero ya sabemos que no hay más sordo que el que no quiere oír, y para dar la luz a intereses, por lo que se ve soterrados, es obligación no escuchar, ni siquiera oír y visto el artículo aparecido en “el mundo”... ni siquiera ver.
¿Y dónde está el seno que tiene que amamantar a estas escuelas, a sus profesionales? A hurtadillas, de reunión en reunión, como en la clandestinidad, tratando de ocultar y mantener oculto todo el misterio que más huele a excremento y no precisamente canino. ¿Tendremos que oír la soflama del mediocre recurso, siempree utilizado cuando la inoperancia circunda los pocos espacios donde el aire es respirable, que alude a un excesivo salario por parte de las profesionales, no justificado por el trabajo que realizan, “por estar todo el día jugando con los pequeños”?
No sería de extrañar que pudiera ser un inexorable argumento para defenestrar todo el conglomerado educativo de las escuelas infantiles por la todo poderosa Concejalía de Educación de este Ayuntamiento de Navalcarnero.

Pero si de algo puedo estar seguro, y no hace falta ser muy perspicaz, se está negociando con las escuelas que se han convertido en objetos de trueque, en moneda desvalorizada e incluso despreciada.
Al Ayuntamiento le urge, hay que desprenderse de las escuelas porque cuestan dinero y porque al fin y al cabo a quién le importa la educación. La Educación, esa preocupación utópica e irrelevante, es cosa de trasnochados, de rémoras perdidos bajo el enfermo comportamiento hippie, de algún que otro romántico de revoluciones culturales que consume su utopía bañado en vino en alguna plaza haciendo de la horizontal su modo de vida. Sólo faltaría añadir que seguramente esta pequeña revolución está gestada por madres y padres que otrora fueron a escuelas públicas y son la molesta consecuencia de ellas.
Pero es sólo negocio. Y se negocia. Reuniones y más reuniones, entre semana, en fines de semana... y ¿sólo para decidir qué salario será el del personal de las escuelas? Parece ilógico, increíble... Lo que se esconde es qué escuelas seguirán formando parte de la red municipal y cuales serán entregadas, vilipendiadas, humilladas a la vorágine de empresas privadas, tal vez, alguna muy relacionada con la limpieza. Cuáles dejarán de ser escuelas infantiles, para de nuevo, dar veinte pasos atrás y volver a las guarderías, a espacios múltiples que pueden y serán dedicados (porque el dinero todo lo justifica) a actividades que nada tengan que ver con el cuidado de los pequeños, actividades extraescolares, zonas de recreo, incluso celebración de cumpleaños...
Y entre tanta reunión ¿hablamos de educación?
–Ni hablar. La subastamos.

El embegido dezidor.